sábado, 21 de julio de 2007

* El Sábado que quería ser Jueves



Sabado 21 de Julio de 2007, murio Jesús del Gran Poder, el adalid de la libertad de prensa !que triste! Primero mis condolencias por que ha muerto una persona y siempre que muere una persona me apeno. Pero las cosas claras este presidente de un lobby que reduce la izquierda a un mero "ser" insipido llamado PSOE, que cabalga a manos de sus emisoras y receptáculos informativos, no es el "ser" al que más le debe la libertad de prensa, digamos que es realmente al revés. Ya que con su cuasimonopolio audiovisual niega a otra gran cantidad de personas deseosas de dar buena información la capacidad de hacerlo.
No todo es negativo ,en su figura, de hecho entre la mala calidad de la prensa española en general, digamos que sus medios sobresalen.
Pero este gran hombre se metió con sus grandes amiguitos latinoamericanos en lugares donde no debía. Como en el caso de Venezuela donde medios de su grupo se dierón "prisa" en apollar el golpe de estado. Madre de Dios y luego nos llevamos las manos a la cabeza porque no se le renueve la licencia a otro medio audiovisual.

Vaya chasco que no fuera el Jueves el día de esta trágica noticia así hubiera coincidido con el nombre de la revista de humor gráfico donde se a producido un ataque a los derechos de dos señoritos que viven penurias tremendas en sus puestos de principe y princesa de la realeza española. Si fuese asi coinicidiría en algo con un verdadero ataque a la libertad de expresión, que sí que puede ofender a la gente de recta moral y monarquica de convicción, pero mayor ataque es el mero existir de estos puestos y no va la policia a deternerlos.
A todo esto mis mejores deseos para el hijito del fallecido que le vaya bonito al frente de su macroimperio y deje de entrometerse en los asuntos internacionales como si fuera el dueño del mundo.
Enrique Lopéz Castellón citando a Nietzsche en el prologo de un libro de éste dice que Dios ha muerto, no creo que Jesús del Gran Poder tenga tantas habilidades como Dios pero éste mortal ha dejado "cuatro"huellas en el corazón de nuestra sociedad que ha pasado de oler a naftalina a oler a "chanel número cuatro". El gran problema es que no se cual huele mejor, el jueves lo decidiré.

Adrián Ruiz Ibáñez 2007
PD:Las imagenes son vínculos de la publicación digital ADN

lunes, 9 de julio de 2007

* San Fermines 1978-2007: Del Hierro a la Goma

Cuando no hay legitimidad se ejerce la violencia, lo más curioso es que la efectividad de esa violencia proviene en gran parte de aquellos que no la legitiman. Esto tiene lugar tanto en el ejercicio de la violencia por el estado, como por el ejercido por ETA.


Que en el País Vasco existe una crisis de legitimidad de las instituciones del Estado parece evidente, y en Navarra –en tanto en cuanto País Vasco, es decir, en tanto en cuanto una parte importante de los navarros se sienten parte del mismo- también, así lo demuestran, al menos, los 17.500 votos obtenidos por una candidatura ilegal.
No ha sido un acontecimiento “reseñable” –algún herido y continuación “normal” de las fiestas-, pero por las reflexiones a las que me han llevado voy a narrarlo. A primera hora de la mañana del 8 de julio, efectivos de la Policia Nacional cargaron en la parte vieja de Pamplona; todo parecía apuntar que la carga estaba preparada: una treintena de municipales a la espera de recibir botellazos, y nacionales con material antidisturbios escondidos en las inmediaciones. Pero eso es lo de menos.
La carga tuvo lugar el día en que se cumplían 29 años de la muerte a manos de la policía de Germán Rodriguez, en la plaza de toros de Pamplona, muerto por un tiro en la cabeza. Aquel día se disparó a los que desplegaron una pancarta pidiendo la libertad de los detenidos y a todos los que se encontraban en ese momento en la plaza de toros. Esta otra, los tiros eran de goma, en la calle Calderería, a los que tiraron botellas contra la policía municipal, así como a los que se encontraban echando un trago en los colmados bares. La carga trascendió bien poco, poco después, los bares volvían a abrir y la gente volvía a beber. Digamos que fue anecdótica.
Se le suele achacar al alcohol, pero lo cierto es que el alcohol no es más que una metáfora de la deshinibición colectiva, de ejercicio de reivindicaciones políticas tan habituales y más o menos folcoristas por estos lares.
Las cargas policiales tienen un efecto de disciplinamiento. Lo tuvieron en 1978, cuando se estaba debatiendo la incorporación de Navarra a un organismo vasco común, en plena transición. Y también lo han tenido, en menor medida, en esta última carga, que surte el efecto de mantener esa tensión ya iniciada en la transición que marcaba los límites de lo que debería ser la misma. Estos acontecimientos acumulados en la memoria colectiva, deshumanizan a los antidisturbios, crean temor. Y en eso reside su eficacia. La experiencia individual no tarda en combertirse en colectiva, y son precisamente esos insultos a su falta de humanidad los que disciplinan a la población. Es cosa sabida que en estos casos, se debe correr, y si no se sabe y se queda uno atendiendo a algún herido, se recibe, y a partir de ahí, se sabe. Más allá del condicionamiento clásico, la imágen transferida por estos hechos es lo que provoca el disciplinamiento. Esto se dará en aquellos sectores en que la legitimación del estado es menor. Lo más curioso de todo esto es que son las mismas gentes que deslegitiman al estado quienes reproducen ese miedo a la policía, que es lo que facilita su labor. Lo mismo ocurre con ETA, el ejercicio deslegitimador que los medios de comunicación ejercen sobre ETA, por su crueldad, hacen que su fuerza mediática sea mayor, en la medida en que la capacidad de ejercer el miedo sobre la población es mayor.
La estrategía casi militar empleada, de limpiar las calles a su paso, es una estrategía también psicológica ya que señalan su alcance, cómo ningún lugar se les escapa y siempre que lo dispongan harán uso del mismo. Por eso se pena tan duramente el quedarse a la retaguardia de los antidisturbios, está físicamente más castigado que hacerles frente.
Por otro lado, cuando las instituciones del estado cuentan con legitimidad, hay una especie de mitificación de la labor policial, precisamente por su efectividad. Debe pues contarse con la doble vertiente del fenómeno: por un lado se les deshumaniza, se les teme, y, por otro, se les legitima.
El fracaso de la estrategía de acción-represión-acción de ETA se debe en parte a esto, la represión policial –dentro de unos límites- no provoca acción sino inacción por miedo.
La transición española ha sido expuesta como modelo de transición a la democracia. Robert A Dahl lo explica, entre otros motivos, porque los costes de reprimir a la oposición eran mayores que los de tolerarla. Se trata de una visión muy bianria, casi maniquea, ya que no tiene en cuenta la gradualidad de la represión. Los disparos en la plaza de toros en el 78 –a los que cabría añadir los asesinados de Atocha, los de Vitoria o los sucesos de Montejurra-, ponían marco a lo que estaban sucediendo, visibilizaban los limites de la acción civil: hasta aquí se puede llegar.
Puede que se dé un fénomeno análogo al descrito por Dahl en la población de cara a la acción represiva. En la medida en que las condiciones de vida de la población aumentan, los costes de la represión frente a los costes de tolerarla son mayores, siendo el acto de enfrentarse a la policía de saldo negativo. Hay que tener en cuenta que en 1978 la acción frente a un estado autoritario en declive se veía efectiva, mientras que hoy la acción frente a un estado democrático en el que uno tiene unas condiciones de vida buenas se ve ineficiente. La importancia de la consolidación de la clase media en la transición ha sido señalada por muchos autores, puede que esta se deba a que a medida que la calidad de vida aumenta el miedo a perder la vida también lo hace. Parece que a más zanahoria, menos palo, y viceversa.
En torno a la naturaleza de las reboluciones un personaje de un libro de Atxaga dice lo siguiente:
Cuando un hombre que no puede facilitarles el pan a sus hijos se rebela y se levanta contra su patrón, ¿qué diremos? ¿Que es un acto revolucionario? ¿Y cuando otro hombre, es castigado por hablar en su idioma, cuando se hace enemigo del dictador, qué diremos, que esta a favor de la rebolución? ¿Son revolucionarios los vietnamitas cuando están haciendo intentos de quitar la bota de los yankis de su cuello? Vosotros decís que sí. Y yo digo que no. (...) A mi juicio, la rebolución no se realiza a nivel de necesidades primarias, sino en el siguiente nivel, cuando esas necesidades primarias han sido satisfechas. Entonces empieza la apuesta por un mundo mejor. (1)

En el momento en que todo se desborde, el ejercicio del miedo no surta efecto, las pelotas de goma se convierten en balas, así sucedió en los sanfermines de 1978. Así sucedió, también, en Génova el 20 de junio de 2001.

(1) Atxaga, Bernardo. Gizona bere bakardadean. Lo he traducido del euskara, pero sé que hay una traducción hecha por el mismo Atxaga, cuya lectura os recomiento, creo que en castellano se titula La soledad del hombre o algo así.

Asier Amezaga
9 de julio de 2007

domingo, 8 de julio de 2007

* Los Axiomas y la Ciencia

Saludos de nuevo amigas y amigos, a continuación publíco una parte de un ensayo bastante extenso, acerca de cuestiones como pueden ser, la manera en que conocemos, los sobreentendidos y preconcepciones con las que nos movemos, nuestra forma de entender, aprehender y construir el mundo, la ciencia el conocimiento...
Este apartado se centra en la cuestión de las preconcepciones, los axiomas y los métodos cientificos, en ocasiones se hacen referencias a libros, pero eso no supone un problema, ya que en el propio texto se da la información pertinente para que no sea necesario consultar dichos libros.


Desarrollemos un poco éste tema de los supuestos, preconcepciones y principios de partida que empleamos en la generación de conocimiento.
Por ejemplo, en la página 43 del texto de Geertz, La interpretación de las culturas se nos habla de la concepción de la naturaleza humana, concepción parece indicar, una manera de entender, de interpretar, como señala el propio título de la obra, y no una verdad absoluta en sí, ya que en el hecho de interpretar entran en juego muchos aspectos como luego veremos.

Se nos habla también en el mismo texto, del intento de las ciencias sociales por adoptar el modelo de las ciencias naturales. Éste modelo de las ciencias naturales no deja de ser una serie de axiomas (principios teóricos no demostrados), criterios, paradigmas y metodologías que han sido ideados y pensados por personas. Lo que intento plantear aquí es que las ciencias, sus principios y sus métodos son construcciones humanas, fueron generadas, producidas, no “estaban ya allí” esperando que las descubriéramos como sostienen algunos.
Lo cierto es que deberíamos, aunque sea como posibilidad, considerar ésta teoría, la de que el conocimiento y las ciencias ya existen y somos las personas las que las vamos descubriendo pero no creando, ya que dicha teoría, resulta bastante interesante, aunque nos parece poco verosímil pero no imposible.
Según ésta teoría de la ciencia preexistente, si las conclusiones o los resultados obtenidos al hacer ciencia son erróneos o equivocados, es porque nosotros, aquellos que practicamos esa ciencia no hemos sabido emplear bien esos principios y métodos o que no hemos descubierto aún como es la ciencia “en realidad”.
Aceptar esto supone trasladar toda la responsabilidad de la obtención del conocimiento al investigador, al estudiante, a la persona en definitiva. Si los resultados son erróneos es causa de la imperfección de las personas, y de su incapacidad de emplear adecuadamente el modelo científico, ya que éste modelo es perfecto y no puede llevar a error sino solamente a leyes y verdades absolutas; eso sí, siempre que se utilice bien.

Si en lugar de aceptar la teoría anterior, -que no deja de ser un axioma de partida que es de lo que estamos tratando- si en vez de partir del supuesto de que la ciencia existe por sí misma y es perfecta, partimos del supuesto de que los modelos y paradigmas científicos han sido construidos por los seres humanos y que, por tanto, encierran criterios y subjetividades también humanas, podemos concluir que la validez de los conocimientos no es solo responsabilidad de las personas, que el método empleado puede ser equivocado, que ésos supuestos de base pueden ser erróneos, por lo que aunque se aplique ésa metodología escrupulosamente puede llevar a error. En resumen, si la ciencia es algo que han establecido los seres humanos, que son imperfectos, subjetivos y comenten errores, la ciencia y cualquier otra disciplina o forma de conocimiento también puede ser imperfecta y llevar a errores.
Ésta es la postura que vamos a intentar exponer y argumentar en éste ensayo, para lo cual tenemos que dar el supuesto antes mencionado como cierto, como no poseemos tal certeza, tenemos que realizar la exposición a modo de planteamiento, sugerencia e invitación a la reflexión, ya que, de otro modo, caeríamos victimas del mismo proceso que intentamos descubrir y criticar.
Resulta interesante a éste respecto, cómo al criticar algo caemos muy frecuentemente en eso mismo. Para criticar unos axiomas nos valemos de otros axiomas de los que no tenemos certidumbre. Siendo conscientes de ésta limitación, aceptaremos éstos principios como válidos, de momento, aunque no absolutos, para poder continuar con éste análisis ya que sin marcos teóricos, difícilmente –al menos nosotros desconocemos la manera- se puede intentar aprehender y comprender la realidad, aunque como hemos visto, los marcos teóricos conllevan los riesgos de ser creaciones artificiales y de partir de posturas no demostradas.

Hechos que, consideramos, pueden apoyar la posición que estamos proponiendo son por ejemplo los avances que se dan en la ciencia. En un determinado momento se explicaban ciertos fenómenos y se pensaba que éstos fenómenos eran de una determinada manera. Ésas conclusiones anteriores se habían obtenido empleando el método científico, por ejemplo en biología, según ese método, supuestamente positivo, el conocimiento y las conclusiones a las que se llegan son absolutas e inmutables, porque son científicas y se ha realizado con un método absoluto e inmutable. Resulta que tiempo después a partir de otro estudio, se descubre que ésos fenómenos, ni son como se pensaban ni se pueden explicar de esa forma, ergo esas conclusiones supuestamente absolutas son erróneas.
El hecho de que ésas conclusiones resultasen erróneas no nos produciría ningún dilema si aceptamos que los métodos que se utilizaron para llegar ellas son producciones humanas y, por tanto, no son infalibles. Ahora bien, si entendemos la ciencia como algo preexistente e infalible, el hecho de que lleve a resultados erróneos no se puede aceptar salvo con esa pequeña “trampa” de que es el investigador el que comete errores y no la ciencia. Ejemplifiquemos esto una vez más pero en términos más concretos: En medicina hace aproximadamente unos treinta años, se estaba dando una revolución en microbiología por la mejora de los microscopios y de los materiales de estudio.
En ésta coyuntura, la mayoría de las dolencias y patologías se explicaban a través de lo vírico, todo se debía a cuestiones víricas. Hará aproximadamente diez años, con el descubrimiento del genoma, todo comenzó a explicarse en términos de genética, apareciendo las enfermedades genéticas las causas genéticas de los trastornos etc.
Ésta anécdota evidencia la importancia de las circunstancias históricas y sociales en las que se producen los conocimientos, la importancia también de los axiomas o preconcepciones que se utilizan y, además, cuestiona la infalibilidad de la ciencia.

Pongamos también algunos ejemplos del texto: En las páginas 45 y 46, Geertz menciona dos paradigmas o marcos teóricos que son el Relativismo Cultural y el Determinismo Histórico. Como ya hemos destacado en más de una ocasión, estos dos marcos teóricos parten de unas ideas de base, unos principios difícilmente demostrables, en torno a los cuales se construyen el resto de planteamientos, concepciones y teorías.
Si empleamos la lógica formal, -que no deja de ser un método- descubrimos que, sí las premisas (los axiomas) están equivocadas la conclusión también estará equivocada por lo que éste punto de las ideas de partida es sumamente importante.
De ésta forma, el Relativismo cultural parte de que todo lo que el Hombre es, se encuentra en su cultura y el Determinismo histórico parte de que el Hombre es producto de su época. De modo que todo lo que se diga desde éstas posiciones, sobre el Hombre, la cultura, la Historia o tantas otras cosas, estará marcado o condicionado por éstos supuestos. Más ejemplos de principios de partida podrían ser en el Estructuralismo que todo fenómeno está inserto y tiene un lugar dentro de una estructura mayor y a su vez puede englobar estructuras más pequeñas, y en el funcionalismo, todo elemento tiene y cumple una función dentro de un sistema.

Podemos imaginar que las conclusiones que se obtengan respecto a una misma cuestión o asunto, si se parte de distintos principios de realidad (distintitos marcos teóricos) pueden resultar completamente diferentes e incluso contradictorias o excluyentes aunque se trate del mismo objeto de estudio.

La pregunta surge de manera casi inmediata, ¿pueden dos conclusiones sobre un mismo objeto de estudio, ambas obtenidas mediante métodos “positivos” ser mutuamente excluyentes y ser las dos válidas?. Pareciera que, si el conocimiento fuera objetivo, inmutable, y absoluto en todo tiempo, espacio y circunstancia, no podrían darse conclusiones válidas que se excluyeran mutuamente, porque ¿cómo salimos entonces de la contradicción de que dos tesis sean ciertas y que una tesis rechace a la otra?. Todo éste desarrollo que estamos realizando parece que continúa confirmando que los métodos o paradigmas en los que nos basamos para obtener conocimiento han sido ideados por seres humanos, y, por tanto, no se les puede exigir a éstos métodos que nos aporten certezas absolutas y eternas.

Continuando con el texto, aunque no abandonando el tema, si se habla de naturaleza humana, ya se está dando por hecho de que existe una naturaleza humana, el propio término naturaleza no es aséptico, contiene implicaciones, significados y sobreentendidos, es decir, cosas que de dan por supuestas, hemos de tener cuidado con la terminología que empleamos y con el lenguaje como podremos comprobar más tarde.

Aquí no pretendemos determinar si existe una (o varias) naturaleza humana y si en el caso de que la respuesta sea afirmativa en que consiste ésta naturaleza, puesto que ésta cuestión daría para llenar páginas y páginas para intentar llegar a alguna conclusión. Lo que hacemos es sencillamente valernos del ejemplo de “la naturaleza humana” para mostrar la cantidad de creencias y preconcepciones que subyacen al empleo de una terminología determinada, como ya hemos dicho, vamos a centrarnos más en la forma que en el contenido concreto.

Consideramos importante que, a la hora de manejar marcos teóricos y conceptuales que orienten nuestros estudios y nuestras acciones prácticas, intentemos dilucidar cuales son esas cuestiones sobreentendidas que nuestros marcos contienen, para así lograr un conocimiento más completo al tener en cuenta las características y carencias de las herramientas y modelos de los que nos valemos.

En cuanto a los paradigmas y a las ciencias, podemos observar una constante que a su vez la podemos aplicar a otros ámbitos como puede ser la política:
A lo largo de la historia, han ido imperando distintos modelos de apreciar y comprender la realidad, entendiendo la realidad en un sentido muy amplio que incluye entre muchos otros aspectos el conocimiento, la política, la sociedad, la religión, la economía etc. Éstos modelos imperantes, con el tiempo, se vieron socavados por otros modelos nuevos que rompían o modificaban lo anterior e intentaban abrirse paso. Si estos nuevos movimientos, paradigmas, o marcos teóricos lograban imponerse, se instituían como nuevos modelos dominantes a partir de los que se explicaba, comprendía y organizaba la realidad.
Éste planteamiento nos puede servir para explicar lo que le pasó al absolutismo con el surgimiento del liberalismo, o a la teología y al mito con el desarrollo de la ciencia y del pensamiento de la Ilustración.
Resulta también, que cuando el nuevo modelo se consolida y convierte en hegemónico suelen aparecer otros movimientos nuevos que lo cuestionan y lo intentan destronar.

Parece ser que todo movimiento originariamente reformador, rompedor o revolucionario que accede a al poder, con el tiempo se convierte en reaccionario. Su prioridad entonces no es aquello que lo había impulsado inicialmente como pudo ser la verdad, la justicia, o el progreso sino que el principal objetivo pasa a ser la conservación de ésa posición de prestigio que se ha adquirido, de ésa situación hegemónica, ya que desde ese lugar privilegiado, el modelo imperante, ya sea teológico, científico o cualquier otro se convierte en arbitro, juez e incluso dios del mundo.
Es árbitro en tanto que tiene entonces la facultad de dar o quitar la razón, es juez dado que decide qué es bueno y qué es malo y, qué es correcto y qué es incorrecto y, finalmente, es dios en el sentido de que diseña y define la realidad “a su imagen y semejanza” es el paradigma dominante el que crea los conceptos y determina las miradas a través de las que se va a aprehender la realidad. Es posible que sea algo exagerado pero preferimos exponerlo en éstos términos para destacar más la idea que se intenta transmitir.
Siguiendo este planteamiento, aquello que alcanza una situación de poder destina ese poder a conservarlo, a perpetuar esa situación de poder y oponerse a esas nuevas corrientes que amenazan con desbancarlo. Otro buen ejemplo de todo ello pueden ser los avatares y desventuras que acontecieron en la Revolución rusa de 1917, los procesos que fueron ocurriendo y en lo que acabó convirtiéndose, en pocas palabras, de un fenómeno revolucionario y liberador de una situación injusta, arcaica y opresiva a un régimen totalitario, controlador represivo y violento que finalmente sólo aspiraba a reproducirse, continuarse y conservarse a si mismo.

A nuestro juicio, en la época actual, en el ámbito social lo que ocupa ese lugar hegemónico es la economía de mercado global y en el ámbito del conocimiento las ciencias exactas, naturales y técnicas. Se han instituido como paradigma dominante y por ello como árbitros de la realidad, de lo correcto y lo incorrecto, de lo verdadero y lo falso, de lo conveniente y lo perjudicial e incluso del bien y del mal. Atribuciones, todas ellas que, desde nuestro punto de vista , escapan a las limitaciones de cualquier paradigma.
La ciencia ejerce un papel dominador, en el que su posición de fuerza le permite rechazar aquello que no considere conveniente, que no se ajuste a su modelo o que pudiera poner en peligro su posición y, además, lo puede rechazar con criterios y razones científicas que ahora mismo pueden equivaler perfectamente a divinas.
A nuestro entender, los miembros de ese algo etéreo llamado la comunidad científica se convierten en jueces de algo que, por decirlo de alguna manera, les viene grande.

Con todo esto no se pretende criticar la ciencia ni ninguna otra área del conocimiento, -tomamos la ciencia porque creemos que es la dominante- de forma destructiva, se reconoce el valor y la utilidad de la ciencia y sus valiosísimos aportes, lo que aquí se critica o se pretende apreciar, es cómo la ciencia pasa de ser algo nuevo que completa, mejora y supera lo anterior, a ser algo rígido, cerrado y que tiende a la autoconservación. La ciencia ejercerá su violencia y su fuerza contra todo aquello que considere como amenaza o como una competencia con su modelo por eso ataca de manera tan feroz a esas explicaciones alternativas que surgen sobre fenómenos ya explicados científicamente.

Todo éste estado de cosas, provoca que se tenga más autoridad cuando se habla de fórmulas y de leyes que cuando se habla de observaciones, regularidades o casos particulares. De todo ello, a su vez, puede proceder todo el empeño de las disciplinas sociales en demostrar que son ciencia. En ésa obsesión de querer acceder a la categoría presuntamente superior de ciencia -empleamos el término categoría intencionadamente ya que categoría muchas veces implica un estatus, una posición privilegiada sobre otras, aunque también puede ser subordinada- podemos apreciar un cierto complejo de inferioridad que tienen las ciencias o los saberes sociales respecto a las ciencias exactas, naturales y técnicas.

Bueno el ensayo continua, y no pocas páginas precismante, pero considero que con ésto ya coloco mucha roca que dinamitar. Habrá más en el futuro.

Un Saludo a todas y todos.

Daniel Caballero Gutiérrez

jueves, 5 de julio de 2007

* Crítica de la Sociología de la Conspiración

Para empezar, conviene precisar que cuando hablo de sociología de la conspiración no tiene nada que ver con lo que se ha venido en llamar la “teoría de la conspiración” en los medios últimamente, en relación con el 11M. Me refiero a una serie de tendencias, actitudes y prácticas discursivas, a una serie de formas de pensar y de hacer sociología que surgen quién sabe si como subproducto de la filosofía de la sospecha mal tomada (Marx, Freud, Nietzsche), de un estructuralismo mal entendido o de convicciones personales que se entrometen en el análisis, cegando al observador en lugar de limitarse a estimularle. En cualquier caso, creo que sus rasgos principales son estos:

En primer lugar, suele confundir causas y efectos o causas y funciones, olvidando las advertencias de Nietzsche y Durkheim a este respecto[1]. Cuando Marx dice que la religión es el opio del pueblo no está diciendo que la religión sea la causa de la situación del pueblo, sino que tiene como consecuencia (no necesariamente intencionada) la alienación del pueblo mostrándole un mundo ideal, eterno, más allá de su vida real y calmando sus penas como una droga, lo que cumple una función de refuerzo del orden social. El error estaría en confundir la causa del surgimiento de la religión con su función de refuerzo del orden: la causa del hecho religioso no debe buscarse en su función presente sino en su génesis histórica, que incluye muchos más factores. Otro ejemplo: no ha mucho tiempo oí a alguien (sin duda reconocerá su tesis) decir que la liberalización de las prácticas sexuales responde a una voluntad de alienar nuestra libertad política. Algo así como que nos dejan que follemos como locos (con otros o con uno mismo) para que no nos preocupemos de ejercer o reclamar derechos políticos. Bien, pues este es un claro ejemplo de análisis conspirativo y de confusión causa-efecto-función: que la liberalización de las prácticas sexuales (llamarlo liberación sexual me parece tener mucha fe, pero poco talento para la observación) pueda tener como consecuencia una cierta alienación de la libertad política que cumpla como función latente[2] el dar estabilidad al orden social no significa en ningún caso que la liberalización de las prácticas sexuales se deba a este hecho. Su causa está en otra parte (a buscar en la historia).

En segundo lugar, suele dotar de personalidad o intencionalidad a elementos o procesos que no la tienen: la ideología, la sociedad, el sistema (con mayúsculas y sin apellidos), el mercado, etc. Todos estos ejemplos son abstracciones que nos sirven para explicar la realidad y que no existen como tales en ella. Pero cuando dejan su papel explicativo de la realidad para confundirse con ella y adueñársela pierden su valor como instrumentos al servicio del conocimiento, puesto que se rinden a la especulación en un sentido que no deja de recordar a Hegel con su Espíritu Absoluto (que se desarrolla y despliega por sí mismo generando lo real). La sociología, especialmente con el desarrollo de la teoría de sistemas, se ha olvidado de definir actores reales, así como posibilidades de acción limitadas. Se ha olvidado de los sujetos, que no pueden ningunearse reduciéndolos a partes infinitesimales de entes monstruosos y maquinales que funcionan por sí mismos. Cuando se pierde de vista a los sujetos en beneficio de objetos, cuando se elimina la subjetividad de los sujetos para dársela a los objetos, la sociología pierde su carácter humano y humanizante. Si al objetivar al sujeto (en el sentido de convertirle, de hecho, en cosa)[3] y subjetivar al objeto (darle subjetividad, personalidad, capacidades humanas e intenciones) la sociología se convierte en una ciencia de objetos subjetivados que actúan y sujetos cosificados que son resultado de la acción de esos objetos, entonces la sociología deja de ser una ciencia del hombre para ser una especulación, una novela de ciencia ficción. Conviene, además, ser conscientes de las consecuencias sociales de la teoría sociológica, que no es de ninguna manera ajena a la sociedad que estudia y que puede tener efectos (buenos o malos) sobre ella. Extender, por ejemplo, una mentalidad o una forma de pensar puramente sistémica en la que la conducta deja de ser propia del hombre para ser propia del sistema, que se vale por sí mismo independientemente de sus partes (que son prescindibles), se autorregula, etc. no parece muy responsable. Esta es la medida en que la sociología puede dejar de cumplir un papel humanizante.

En tercer lugar, suele emplear el análisis sociológico para expresar su resentimiento y su voluntad de culpabilizar de todo lo que le parece malo en la sociedad a un ente (objeto subjetivado) o a un grupo social particular que actúa como chivo expiatorio. Esto cumple una función psicológica: proyectar la angustia por una sociedad que no nos satisface sobre otros, descargando la culpa en ellos, o sobre un ente abstracto (el malvado Sistema) que se dedica hacer el mal entre lo hombres de forma intencionada. Si “ellos”, “los malos”, el “sistema” (en general sin apellidos ni precisiones) buscan mi mal, sólo me quedan dos opciones: o luchar para destruirlo, o someterme y volverme políticamente irresponsable. Este suele ser el razonamiento de esta clase de sociólogos, que insertan sus convicciones y (re)sentimientos en el análisis, instrumentalizando a la sociología, que se vuelve método de descarga psicológica o simple medio para derrotar al monstruo sistémico que nos engulle, en definitiva, arrancarle a la sociología su carácter científico. En lugar de inspirar la elección de problemas de investigación y la realización de un estudio riguroso de la realidad, las convicciones aparecen como realidades objetivas incontestables a priori, que todo análisis viene curiosamente a confirmar (¡qué casualidad!)[4].

En cuarto lugar (y estrechamente unido al anterior punto), tiende a la victimización y “santificación” de un colectivo, que se encontraría “alienado” (“no saben lo que hacen”, “no son libres”, etc.) y al que subestima y mira con pena y actitud de superioridad, pero con poca atención en realidad. Habría que valorar hasta que punto esta actitud y esta clase de análisis contribuyen realmente a explicar la realidad del grupo y hasta que punto revierten sobre el mismo impulsándole a la acción y a la liberación, o al contrario, a la inacción.

En quinto y último lugar, tiende al reduccionismo. Suele otorgar el monopolio de la explicación sociológica legítima a un único factor que supuestamente subyace o abarca a todos los demás. Puede ser un proceso u objeto subjetivado o un grupo social particular, tal y como indicábamos antes. El marxismo de pasillo de facultad ofrece múltiples ejemplos: sea lo que sea lo que se estudie, aunque sea un progreso en la situación de la clase obrera, estarán detrás el malvado “sistema capitalista” (que identifican con la sociedad entera y no sólo con el sistema económico o el modo de producción) o los “burgueses”, erigido este último en insulto oficial contra todo el que no siga los principios básicos de la doctrina o no condene el capitalismo (el “enemigo del pueblo” de la Rusia estalinista). Esta clase de análisis, así como los que encuentran en las condiciones económicas o materiales la causa de todo fenómeno social “en última instancia” reducen a su antojo no sólo la diversidad y la complejidad de los hechos sociales y las causas (en lugar de explicarlas), sino que además reducen las propias posibilidades analíticas de la sociología, colocándole unas lentes de visión limitada. Otra forma de reduccionismo típica de esta forma de pensamiento es la de dividir el mundo en dos grupos sociales únicos y opuestos (“antagónicos”), como hemos visto más arriba. Un grupo será el “bueno”, víctima de la maldad del otro grupo o del malvado sistema que ha sido creado por o está al servicio de los “malos”. Obviamente el estudio del poder y la dominación es mucho más complejo que todo esto y requiere, en mi opinión, más atención a autores como Foucault o Bourdieu, que se han dedicado a estudiar estos temas en toda su complejidad aportando teorías y nociones muy interesantes, y un trabajo individual para evitar las prenociones y los clichés (“el mundo se divide en ricos y pobres, opresores y oprimidos”, etc.).

Parece obvio que no existe en realidad ninguna corriente que se reconozca sociología de la conspiración ni que reúna todos estos rasgos a la vez (menudo monstruo sería), aunque con frecuencia se den varios a la vez. Sin embargo, creo que este esquema ideal puede servir para la crítica de teorías con tendencia a la conspiración. Probablemente haya cosas que añadir o corregir. Vuestro turno.
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[1] En la Genealogía de la moral, Nietzsche advierte contra este error con el ejemplo de la moral: la moral no es producto de su utilidad (efecto, función), sino de un trabajo histórico de transvaloración. Durkheim también advierte contra esta confusión en Las reglas del método sociológico (lectura obligada).
[2] Sobre el tema de las funciones y, en especial la teoría de Merton, consultar a Asier, xd.
[3] No me refiero a una objetivación científica del sujeto como la que plantea Bourdieu, para el que “objetivar al sujeto objetivante” es estudiar científicamente al científico, es decir, hacer sociología de la ciencia y sociología del conocimiento, en otras palabras. Me refiero más bien a cosificarlo, a “reificarlo” (como dirían Marx y Asier). Una cosa es tratar conscientemente los hechos sociales y los sujetos como cosas, en una estrategia de abstracción científica, y otra muy distinta es tomarlos realmente como tal y convertirlos en ello.
[4] Esta sociología no hace caso del consejo de Durkheim (las reglas del método) de evitar las prenociones.
Javier Rujas Martínez-NovilloAlicante, 4 de Julio de 2007

miércoles, 4 de julio de 2007

* La Curvatura de la Realidad Social


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Permitirme que antes del texto introduzca un resumen. Creo que sería útil que en adelante (siempre que el texto sea un poco complejo) explicitáramos al principio de las entradas qué queremos decir para facilitar la comunicación y dar al lector una guía para la lectura, es una cuestión formal y metodológica que vosotros/as tenéis libertad para juzgar necesaria o no. También reconozco que este resumen es algo más extenso de lo que mereciera pero me gustaría que la idea quedara clara antes de que alguien cese la lectura del artículo seducido por estímulos más gratos (auque no os perdáis el artículo entero porque creo que puede ser útil, el resumen solo es una guía)
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Resumen: La realidad se nos presenta como un Hecho Social objetivado “plano” (ajeno a la voluntad individual y que nos precede y antecede) pero por otro lado esa realidad se construye en el día a día socialmente como una negociación entre personas (aunque solo sea respetando todo el sistema de organización de la sociedad previo). El problema es que no todos influyen o determinan por igual esa construcción y hay un diferencial/gradiente de poder entre las personas, lo que provoca la curvatura de la realidad social a partir de impulsos centrípetos/jerárquicos de poder en una disposición violenta tanto física como psíquica/abstracta. Es decir, entre los hechos sociales y el individuo hay un marco de relaciones de poder tipificadas o renegociadas que se manifiesta en todos los espectros, sea cual sea la dimensión con la que trabajemos la relación de poder siempre persiste. (Individual, colectiva, social –“espero levantar ampollas con esta inclusión”-).
Este análisis del poder también trasciende (en tanto que incluye)el prisma económico o feminista… porque para que haya una relación de explotación ha de haber una relación previa de poder/disposición que puede manifestarse como explotación de los trabajadores, dominación masculina... pero que en cualquier caso, comparten un principio común, es decir, el poder y , su explicitación, la violencia. Ahora bien, no analizo criterios para tipificar el poder, o relaciones, o causas materiales de este hecho, que estoy seguro que en los textos siguientes entre todos/as daremos cuenta de alguno de estos elementos.

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LA CURVATURA DE LA REALIDAD SOCIAL Y LOS GRADIENTES DE PODER

Ya nos dijo Aristóteles que los seres humanos somos animales sociales, en parte porque tenemos una sofisticada herramienta significante que nos permite transformar, crear y modificar tanto materialidades como abstracciones. Significamos y el lenguaje nos aporta certezas, especialmente desde que se produjo el “salto” del lenguaje oral al escrito, que permitió perpetuar los significados, en definitiva, crear un marco de referencia común incluso en el tiempo. Por ejemplo, el Derecho -sobre la base del lenguaje- establece un orden (junto con otras instituciones…) construido en función de unos principios que nos anteceden y nos trascienden dada la finitud de la existencia humana, y éste es el punto clave, nos antecede y nos trasciende, se nos presenta como un marco dado “objetivado”. La realidad es reconocida como tal porque se nos presenta como una realidad objetivada, una dimensión compartida pero no manipulada conscientemente por las personas, ¿pero todas las acciones, individuos, instituciones, organizaciones, actividades[1]… tienen el mismo peso en la construcción social de la realidad? Pues más bien no, pues el lenguaje no significa por si mismo precisa de valoraciones, elecciones, atribuciones y asunciones, construidas en un entorno no estandarizado ni homogéneo. Unos crean artificios que condicionan la existencia de todas las personas, pero no damos cuenta de cómo se hace esto, es decir, de qué pesos intervienen…la “realidad” social (habrá tiempo en otro texto para hablar de niveles de realidad/es) no es más que la manifestación de la violencia; ya sea brutal y soez (las cargas de la policía) o sofisticada y sutil (la “pequeña” etiqueta de nuestra ropa interior). No quiero decir con esto que toda la realidad o el orden no sirva para nada, y tampoco soy relativista afirmando que cualquier otro podría valer, sino más bien, digo que los fundamentos de uno u otro orden, realidad... son claves como objeto sociológico y de dilucidación de la realidad.social . Después las valoraciones sobre sí no es adecuado una disposición sobre la base de la violencia, si debería serlo sobre determinada racionalidad o/y, si me permitís, el Amor mutuo (habrá tiempo en artículos siguientes para definiciones, usos y tópicos sobre el amor).

Nos enfrentamos en todo análisis de esta índole (poder-violencia) a otro escollo aparentemente insalvable, como es el prisma de análisis; ya que o nos fijamos en los hechos sociales (realidad objetivada ajena a la voluntad del individuo) o nos fijamos en la acción individual (que determina al conjunto) o bien, nos detenemos en la interacción de los sujetos… sea como fuere, parece ser que el “ojo del sociólogo” se cansa con facilidad y no puede o no ve (¿o quizás no existe?) la forma de saltar de una dimensión a otra. La realidad es una objetivación pero nuestro día a día es un continuo de decisiones individuales-personales que construyen en un mundo de interacciones, y entre uno y otro elemento mutatis mutandis existimos. (Podría haber más elementos, hoy me fijo solo en éstos) Por ello en cualquier prisma, en la acción, en el hecho, en toda manifestación humana se impregna la violencia, todo esto, pierde intencionalidad ("se transforma en funciones y disposiciones") mediante instrumentos objetivadores, pues si algo es humano es el lenguaje y si de algo da cuenta éste no es solo la relación entre significados y significantes, sino además, un orden, una relación de poder implícita. Ahora bien, el lenguaje no tiene la culpa de nada, en realidad, somos las personas los que le cargamos de ese valor, puesto que se presta como una herramienta sumisa que permite impresionar las voluntades sin impregnar éstas con la fuente de origen. Pongamos un ejemplo para relajar el nivel de abstración, el Derecho y más en concreto un contrato de arrendamiento, pues bien el contrato (la letra) no obliga a nada, lo que obliga es la asunción del significado recogido por la letra, más aún si tenemos en cuenta que el contrato se hace en un contexto y en base a una antagonia tanto física como psíquica entre las partes, pero que en el contrato, gracias al lenguaje, se fijan como equivalentes o sujetos homogéneos (más allá de la diferencia explicita –por ejemplo arrendatario y arrendador- ) son iguales en tanto que mayores de edad con igualdad ante la ley para firmar contratos (olvidandose en tal iguald el principio de la diferencia [atributo]. Es decir, el lenguaje permite dar por hecho las diferencias y construir una realidad objetivada, plana, que esconde toda una serie de disposiciones de poder con su correspondiente carga de violencia explicita o implícita.

Pues bien, -quizás sea demasiado pretencioso en la metáfora- al igual que el espacio-tiempo se curva ante el efecto de la gravedad, la realidad no se presenta como un espacio-tiempo social homogéneo-plano en su formulación, como si estuviera compuesto por un sinfín de aglomerados humanos y sociales, sino que más bien, se curva como consecuencia de la gravedad (poder) de unos u otros elementos. Caemos a veces en el error de hablar de realidad objetivada[2] eliminando de la ecuación el poder como característica común en todos los ámbitos entre los individuos y cualquier manifestación del cosmos social. Es decir, entre el individuo y la “realidad social” (como elemento objetivado) hay un gradiente de poder disimulado por el lenguaje y multitud de elementos objetivadores (sería interesante analizar estos elementos y mecanismos,por ejemplo, lenguaje, calendario, dinero, franjas horarias, geografía…). Esta palabreja - gradiente de poder- parece que no es más que un conejo sacado de una chistera dialéctica pero en cambio es un primer concepto que nos da un continuum en nuestra visión, me explico, los seres humanos a lo largo de su vida van tomando poder y lo que es más importante ejerciéndolo en tanto que hay una necesaria estructura psíquica de dominación y una disposición física (no se si primero fue el huevo o la gallina o fue una evolución reflexiva a partir de celulas…).Es decir, hay que tener en cuenta gradiente de poder y estructura físico-psíquica de dominación-sumisión, me gustaría retrotraerme a una metáfora sobre (“la mística” como dice Javi) del origen de la sociedad pero como creo que ya van unos cuantos saltos dialécticos y no quiero sentir un excesivo vértigo argumentativo ante la falta de certezas, me centraré en los hechos: La sociedad es un juego de fuerzas, en la que un marxista nos dirá que hay una relación de explotación (no me extiendo en explicar lo que todos sabemos sobre el “tío” Marx), y quizás, al demostrar que existe esta situación otro nos pueda decir -esta vez desde un enfoque feminista- que hay una relación de dominación entre un género y otro, un tercero… lo que subyacen en ambos casos es el poder y la violencia como elementos necesarios (tal y como está constituido el orden), la construcción del yo a partir de la apropiación/creación de un atributo (Marx lo llamaría propiedad…) que se configura como un elemento diferenciador entre uno y otro sujeto, es decir se configura un gradiente de poder que determina la curvatura de la realidad social en favor de un/unos atributos. (No entro en determinar como pudo surgir los primeros atributos, quizás el primero de ellos fue la fuerza física, otros dirán la inteligencia y capacidades para manipular…) el hecho es que existe un gradiente diferencial de poder y que este precisa de una estructura psíquica de asimilación de éste hecho a la par que éste necesita de una factualidad física de este poder, es decir, una explicitación de la violencia (la bofetada) y una asimilación de esta relación (reconocer el gesto y la relación causal del proceso -aunque este no sea más que el capricho, pues ya se sabe, que el que domina hace lo que puede y el que es dominado sufre lo que debe “frase” de Lobato).
Los individuos tienen toda la vida para aprender los niveles de dominación en los que se mueven, ya sea como dominante o dominado, e incluso pueden aprehender poder o perderlo siempre en beneficio o en detrimento de otros. Pero lejos del mundo feliz del liberalismo meritocrático no todos pueden igual, es decir, aunque la realidad se construye por el conjunto de las manifestaciones, no todos están en la misma situación (ni podrían nunca estarlo mientras persista la violencia como elemento clave, ya que determina una distribución psico-espacial, esto es, la situación de uno no permite que sea ocupada por otro al mismo tiempo), el poder se distribuye de una forma concéntrica, (en realidad multicentrica pero siempre en una jerarquía en función de la disposición de un centro privilegiado [atributo]) en la que hay individuos con mejor posición que otros, este hecho permite a unos generar impulsos autoconservadores/expansivos que determinan el sentido de la estructura y el orden social en el día a día de las personas, que a su vez lo autoproducen y reproducen pues son limitados t limitadores del conjunto con diferente gradiente de poder.Ésa capacidad de unos para generar impulsos (poder) que como hemos visto mediante el lenguaje se objetiviza genera una curvatura de la realidad social. Por ejemplo, la Ley se hace por algo (Locke diría que para defender la propiedad, Hobbes que por la naturaleza expansiva/violenta del ser humano...), el hecho es que configura un orden a partir de las necesidades de unos [los que pueden, los que escriben…] y dado que no hay persona que pueda salir fuera de si para ser objetivo éstos curvan la realidad que imprimen una obligación para toda la sociedad, aunque este hecho sea "legitimo" porque en el albor de los tiempos se firmó un contrato, constitución o lo que se quiera.Hay que tener en cuenta que hablamos de un ejemplo, el Derecho, pero que podría ser transmutable a cualquier otro ámbito de la vida.
A modo de conclusión, ni la sociedad es un hecho objetivo en su ser y construcción -a pesar de que se nos presente objetivado- ni tampoco los individuos poseen igual poder para influir en la trasformación y perpetuación del orden o de la propia existencia. Por lo tanto, la sociedad se basa tanto en la manifestación de hechos agregados como en el día a día de las personas en un sin fin de estructuras de poder, llámese código de la circulación o universidad, derecho… y en cada ámbito hay gradientes de poder asumidos, todos éstos en su conjunto producen una curvatura de la realidad social aceptada o combatida, pero reproducida, en cualquier caso, por los sujetos y manifiesta en cualquiera de los planos o niveles de observación que nos fijemos ya sea el individuo, la sociedad, los hechos sociales, las instituciones, la familia…
Violencia al servicio del poder/atributo, gradientes de poder y curvatura de la realidad social -a pesar de su apariencia objetivada- resultado de una disposición psíquica de asimilación y una factualidad inexorable y omniabarcante ordenada/fijada, en parte, gracias al lenguaje.

No quiero cansar en este texto y no entraré en las limitaciones -de cada individuo, institución o elemento social- para curvar la realidad, ni de los condicionantes materiales de uno u otro gradiente de poder, ni en los posibles ámbitos claves en los que se manifiesta esta explicitación de poder. Solo quiero con estos conceptos intentar dar algo de luz al asunto del análisis de la realidad conciliando los distintos prismas a la par que aporto unas herramientas conceptuales para el análisis, que vosotros juzgaréis si son o no de utilidad.
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[1] Se que mezclo muchos elementos que pueden despertar susceptibilidades críticas, pues no es lo mismo una persona que una institución y no hay criterios para tratarlos en un mismo plano, pero de facto –en la construcción de la realidad, en el día a día- interactúan con una imbricación extremadamente compleja, y hay personas con más poder que instituciones enteras (aunque participe el mismo en otra organización) y (lo general) viceversa. Hablamos de elementos y ejercicios de poder.

[2] No quiero decir que la realidad objetivada se nos presente o la interpretemos como objetivas, sino que en tanto que es un elemento objetivador no determinado por el Individuo se tiende a eliminar de la ecuación el problema de la violencia, que es precisamente de lo que trata este artículo.

PD: Espero que no se me condene en exceso por el prestamos conceptual de las Ciencias Físicas, pero creo que ya hemos hablado de la necesidad de la multidisciplinaridad, así que por qué no multiconceptualidad... es una broma, solo elijo el concepto porque me parecía muy básico y gráfico.
S. Christian 2007