martes, 19 de junio de 2007

* Disgresión sobre lo Social y lo Colectivo

Los términos “social” y “colectivo” se usan muchas veces de forma indiferenciada y confusa, tanto en la vida cotidiana como en la vida académica. Particularmente, resulta sorprendente su confusión en el campo de la sociología, que, como estudio de lo social, debiera tener definiciones coherentes y diferenciadas de ambos. Aunque, bien pensado, no sorprende tanto cuando se tiene en cuenta la gran diversidad de perspectivas, construcciones teóricas y definiciones que se dan en la misma, lo que constituye en cierto sentido un elemento de discordia y tensión interna, pero también un elemento de crítica activa, de creatividad y de mutuo enriquecimiento de la disciplina (a veces infravalorado).
El primer paso lógico para aclarar la confusión parece ser el de dar una definición clara de ambos términos. Como estrategia de legitimación de mi texto, voy a recurrir al diccionario de la RAE (ed. 1970, casi un pergamino): Colectivo significa, según los distinguidos académicos, “Perteneciente o relativo a cualquier agrupación de individuos”, mientras que Social significa oficialmente “Perteneciente o relativo a la sociedad o a las contiendas entre unas clases y otras” (curioso: parece que algún académico en la sombra tendía al marxismo en aquella época). A la gente de “a pie” (los sociólogos tendemos a movernos entre nubes, mirando hacia abajo) le podría parecer que no hay más que una leve diferencia de palabras que apenas altera el significado de la definición. Sin embargo, para alguien acostumbrado al rigor de la definición científica, tomar por idénticas ambas definiciones resulta insatisfactorio (reitero lo de las nubes). De hecho, la diferencia es significativa: mientras lo colectivo se da en una “agrupación de individuos”, lo social se da en la sociedad. Poniéndonos sociológicos convendría definirlo de una forma más compleja: lo colectivo se refiere a la fenomenología propia de un determinado grupo de personas, es decir, a los fenómenos generados por un agregado de individuos, mientras que lo social se refiere a la fenomenología propia de una sociedad, es decir, a los fenómenos generados en la interacción social. La distinción puede seguir pareciendo algo confusa, pero el siguiente razonamiento irá esclareciéndola. Además, podemos distinguir ambos términos apoyándonos en sus relaciones respectivas con un tercero: lo individual. Mientras que lo colectivo es el contrario natural y excluyente de lo individual (si un fenómeno es colectivo no puede ser individual, o es generado por varios individuos o por uno solo), lo social no excluye lo individual, puesto que los fenómenos generados por un solo individuo pueden (y suelen) revestir aspectos sociales. Un ejemplo: la conciencia individual y la conciencia colectiva (distinción típica de Durkheim) se excluyen en tanto la conciencia individual no puede ser colectiva, puesto que la genera un solo individuo, y en tanto que la conciencia colectiva no puede ser individual, puesto que la genera un grupo de individuos de forma colectiva[1].
Pero, ¿qué relación existe entre lo social y lo colectivo?
Siguiendo el ejemplo de la conciencia, si conciencia individual y conciencia colectiva se excluyen teóricamente, no ocurre así entre conciencia individual y conciencia social, ya que, como diría Marx, la conciencia es un producto social (la vida determina la conciencia). La conciencia individual es producida en las relaciones con otros y, por tanto, tiene un componente social muy fuerte. Por otro lado, la conciencia colectiva no podría nunca excluir lo social, ya que todo fenómeno generado por un grupo presupone relaciones directas o indirectas entre los miembros del mismo. Si la conciencia individual tiene necesariamente un aspecto social, la conciencia colectiva, por el mero hecho de darse en grupo, no puede ser menos producto social que la individual.
Por lo tanto, parece que todo lo colectivo es social. Todo aquello que se da en grupo presupone influencias mutuas entre los miembros del grupo, formas de comunicación manifiestas o tácitas entre los actores, expectativas de unos sobre otros. La consciencia de la presencia del otro hace que le tengamos en consideración a la hora de actuar, incluso cuando pretendemos actuar como si el otro no existiera. No en vano la tesis filosófica que defendía Sartre en la obra de teatro Puertas adentro[2] era la siguiente: el Infierno son los Otros (no tanto ellos en sí, como el peso de su mirada objetivadora, de su juicio sobre nosotros). Nuestro ser social, la vida con los otros configura en tal medida nuestra existencia que tanto la efectiva mirada del otro como la que creemos que sería su mirada si nos viera, que interiorizamos por medio de la socialización, afectan a cada uno de nuestros actos. Por este motivo, si la mera presencia del otro le da un carácter social a nuestra acción en el sentido weberiano de acción en la que “el sentido mentado por su sujeto o sujetos [por tanto, subjetivo] está referido a la conducta de otros, orientándose por ésta en su desarrollo” (“Conceptos sociológicos básicos”, Economía y sociedad), la consciencia de la existencia del otro (sin que ello implique su presencia física) y la interiorización de sentidos y expectativas sociales (socialización) hacen de la conducta del sujeto una acción social en el sentido que hemos visto. Saber que el otro existe y que pensará, hará, nos mirará de una determinada manera según lo que hagamos hace que orientemos, consciente o inconscientemente, nuestra acción socialmente, incluyendo las acciones más íntimas[3].
A menudo la acción individual más personal e íntima reviste aspectos sociales, lo que podría hacer pensar que toda acción humana es social. Sin embargo, como diría Max Weber, mientras que acción es toda conducta humana a la que el sujeto o sujetos enlazan un sentido subjetivo, sólo es acción social aquella cuyo sentido se refiere y orienta por la conducta de otros. Desde este punto de vista, no sería acción aquella que realizamos siguiendo un sentido puramente individual, que no es compartido por los otros, o lo que es lo mismo, que no es colectivo (pudiendo ser social en su formación). Cada uno de nosotros puede encontrar ejemplos en la vida cotidiana (y en uno mismo), ya que asociamos a muchas de nuestras conductas (habituales u ocasionales), un sentido al que los otros no tienen necesariamente acceso y que no se refiere necesariamente a la conducta de otros.
Esta diferencia no me parece importante sólo desde un punto de vista analítico, puesto que también tiene consecuencias éticas. Implica una especie de vocación totalizante de lo social, que se extiende a casi todos (por no decir todos) los ámbitos de la vida y que nos somete a un control social, tanto externo como interno (interiorizado), hasta en las situaciones más insospechadas. Tomar conciencia de ello es condición necesaria para llevar a cabo una liberación con respecto a las restricciones sociales, en caso de no estar de acuerdo con ellas[4].
Pero volvamos a la distinción originalmente objeto de este texto. Hemos visto que todo lo colectivo es social, ya que la convivencia como grupo implica necesariamente mutuas influencias, aunque sea por la mera presencia del otro. Pero, ¿es lo social necesariamente colectivo? Recuperando la definición weberiana de acción social (que me viene al pelo para la explicación), se deduce que no, ya que, si lo que confiere a la acción su carácter social es el hecho de que su sentido se refiera a y esté orientado por la conducta de otros, entonces lo social tiene como condición necesaria la existencia de significados compartidos (construidos y aprendidos en la interacción social) y de otros individuos, que actúen y que compartan significados con nosotros, pero no necesariamente su presencia física. Como hemos visto, los otros pueden orientar nuestra conducta sin que nos encontremos reunidos efectivamente en grupo con ellos y sin que pertenezcamos necesariamente a un mismo grupo social (reconocido subjetivamente, como la familia o el grupos de pares, o no, como puede ser la clase social). Esto lo permite fundamentalmente el hecho de que nos encontramos inmersos en un proceso de socialización continuo, en el que aprendemos normas de grupos de pertenencia y de referencia, interiorizamos expectativas sociales sobre conductas propias y ajenas, interiorizamos “otros significativos” (aquellas personas que más nos marcan o influyen en nuestra vida), etc. Son los Otros del Infierno de Sartre, que ya no ejercen su influencia sólo de forma directa y externa sobre nosotros (estando con ellos, en grupo) con el peso de su mirada, sino también a través de su mirada interiorizada, que nos marca el deber hacer desde dentro de nosotros mismos.
Por tanto, parece que todo lo colectivo es social, pero no todo lo social es colectivo, puesto que la vida grupal no puede prescindir de la acción social y puesto que la vida social puede darse hasta cierto punto sin la vida grupal y la presencia inmediata del otro. Por ello, la distinción entre ambos términos parece tan necesaria como la comprensión de la compleja relación que se da entre ambos ámbitos de la vida.
Ahí queda para la reflexión. No es más que una digresión algo desordenada que desarrolla mis primeras intuiciones sobre el tema, que venían revoloteándome por la cabeza desde hace un tiempo. Creo que aún queda más que decir sobre el tema y espero críticas y aportaciones.

Javier Rujas Martínez-Novillo
Madrid, 18 de junio de 2007
[1] Cuando digo que se excluyen, me refiero al plano puramente teórico de las definiciones, sin entrar en sus interrelaciones reales. Definirlos analíticamente como elementos independientes es el paso previo para estudiar empíricamente su interacción.
[2] Es una obra de teatro cortita (50 páginas) en la que Jean-Paul Sartre imagina un original Infierno para tres personajes que acaban de morir. No quiero dar detalles para no destriparos la historia, pero merece la pena leerla.
[3] ¿Acaso un acto tan personal como nuestro aseo íntimo no está condicionado por normas aprendidas, por las expectativas de conducta que proyectamos sobre los otros en cuya presencia vamos a estar (mujeres por ejemplo)? ¿Acaso no pensamos en el otro cuando nos masturbamos en la soledad de un rincón oscuro de nuestra habitación? (joder que tétrico me ha quedado)
[4] Creo que esta aclaración es clave, puesto que no puede haber libertad humana fuera de la sociedad y la cultura, que constituyen el mundo propio de los hombres, su particular forma de realizarse y que les diferencia de los animales. Defender un especie de libertad salvaje o animal a estas alturas resulta anacrónico a la luz del avance del pensamiento y, en especial, a la luz de las consideraciones de la sociología. Como diría Simmel, la libertad no es un estado del individuo aislado que niega el vínculo social, sino una actividad sociológica, una continua liberación del individuo en el sentido de la adquisición de mayor independencia con respecto a los lazos sociales y como relación de poder con respecto a otros. Aunque, la libertad no es sólo independización con respecto a lo social. Puede ser también creación de nuevos lazos sociales o libre sometimiento a las normas sociales con las que se está de acuerdo. Dejemos el terreno de la definición de la libertad, que excede en complejidad las humildes intenciones de este escrito. En todo caso, no toda liberación del individuo con respecto a lo social tiene por qué ser deseada por éste.

Javier Rujas Martínez-NovilloMadrid

* Los Lagartos y Zaratustra


A pesar de lo que parece, no centro el relato en Zaratustra, sólo aprovecho este personaje -que tiene un gran poder simbólico- para aportar una nueva mirada en la que lo importante no es el nombre del protagonista sino el hecho de que sea un niño. El otro elemento es el cuadro de Escher (“Espejo Mágico”) que ha sido la verdadera fuente de inspiración.
Adopto un lenguaje metafórico parar describir la transformación de la perspectiva.


Y "Zaratustra convertido en niño se echó a andar", con la admiración de quién ve el mundo por primera vez, sin la   necesitad de los ojos de las leyes ni las prótesis de los métodos, y solo así, miró a los lagartos y se maravilló de lo que vio.
Pero pronto, cuando en la experiencia aunó certezas, se sintió capaz de predicar a los que en su corazón guardan la desconfianza, y su discurso fue tan coherente que les envolvió a todos como una brisa de la que no podía esperarse más gozo. Sobre estas palabras y sobre esta emoción se erigieron castillos y castas enteras.

Zaratustra adulto, supo que la línea con la que antaño había dividió el espacio ya nunca se quebraría. Así fue, pues aún cuando se descubrió que ésta no existía, aun entonces, se respetó, porque ésta era el principio del orden. Llegó un momento en que la experiencia era tanta, los métodos tan refinados y las voluntades tan doblegadas, que ya no fue necesario beber ni comer, sino que todo cuanto podía sentirse ya había sido sentido. 
Zaratustra abrió la caja en la que guarda a los lagartos y la visión le cegó, no solo ya no era hermoso lo que veia, sino que la visión era insoportable, áquello que estaba ante sus ojos no podía ser real, sin embargo, los lagartos seguían igual que siempre, ¿Acaso era Zaratustra el que había cambiado con la edad? La duda le bañó el rostro en esquirlas de sudor frío, a sus pies los castillos cayeron sobre sus cimientos y el orden se diluyó en una espiral de humo y silencio. Entonces comprendió que aunque pudiera encerrar en una caja toda la belleza del mundo nunca podría comprenderla, tras esta iluminación murió.
Sobre las ruinas y el silencio nació un niño, apenas amaneció se echó a andar guiado por una nueva mirada. En su camino se topó con una extraña caja que contenía un universo, tras liberar a los lagarto sonrió.
Christian

jueves, 14 de junio de 2007

* El Conocimiento no es un Acto Individual

El conocimiento no es un acto individual. La imagen de un erudito fumando pipa y reflexionando al tiempo que plasma su conocimiento sobre el papel no es más que una caricatura. La especialización cognitiva va inextricablemente ligada a la interdependencia social, sino todos seríamos potenciales eruditos que versarían en torno a la conexión entre el color del amanecer y la meteorología, o sobre el mejor pastizal para las ovejas. El conocimiento consiste, a mi juicio, en decir/hacer sobre lo que otros han dicho/hecho (y esto no es antiteleología nietzscheana). Esta idea tiene una doble vertiente, me explico:

- La metáfora de la historia como una gran conversación. Por tanto, conocimiento acumulativo, con genocidios e inquisiciones, pero acumulativo en el sentido en que siempre se podrá acceder a los vestigios de la historia de los olvidados. Atxaga lo llama marcas, que son dejadas por los perdedores de la Historia. La tarea que proponía Walter Benjamin era escarbar en la historia para encontrar esas marcas. (Hoy sabemos que Gernika no fue bombardeada por los rojos.)

- El conocimiento no depende de lo que las cosas son, ni siquiera de lo que las cosas parecen. El conocimiento nos señala dónde está el conocedor. Si bien es cierto que el conocimiento que opera sin esta premisa es conocimiento aparente. Ni se es, ni se parece; se está. Por ejemplo, Burke y Marx nos dan ideas opuestas sobre lo que “son” las revoluciones. El primero dudo que bajase de los elegantes salones, y nos hablo de una revolución de las elites. El segundo, bajo a los infiernos proletarios, y habló de la obligatoriedad de las revoluciones –de la necesidad histórica-. Dos fuentes empíricas, pero la empiria son los otros, o nosotros entre los otros. Y esto mismo da cuenta de dos perspectivas, que pueden extrapolarse al conocimiento: el conocimiento individual –elitista- o el conocimiento social. La apariencia son las constricciones derivadas de la imposibilidad de estar donde las cosas son.

La célebre frase de Marx, en que voltea a Hegel sobre sus pies: “No es la conciencia de los hombres lo que determina su ser, sino, por el contrario, es su existencia lo que determina su conciencia.” La especialización está inextricablemente unida a la interdependencia social, pero el conocimiento –los expertos- se ha creído en una esfera independiente y no reconoce esta interdependencia. El no reconocimiento de esa interdependencia es la ideología dominante, es decir, la ideología de la clase dominantelos expertos-, volviendo a Marx. Ese reconocimiento supone la abolición de sí mismo en tanto que expertos.

Los conocedores están en un salón y observan desde la ventana al tiempo que son servidos por sus negros sirvientes. El acto de conocer está determinado por las tres cosas, aunque sólo se reconozca la primera o, a lo sumo, las dos primeras: 1) sujeto cognoscente –el sabio que fuma de una pipa-, 2) ventana desde la que observar –que a su vez pone “marco” a lo observado-, 3) los sirvientes negros que posibilitan el conocimiento del experto. Efectivamente, no sólo de pan vive el hombre, pero sin pan difícilmente puede vivir, difícilmente puede pensar. Si hablamos de eruditos, debemos hablar de negros que les dan de comer. Si admitimos que el acto de conocer tiene los tres componentes, no podemos hablar del conocimiento como conocimiento individual, el “conocimiento individual” es falsa conciencia, por mucho que les pese a las exiguas vanguardias marxista-leninistas.

Por tanto y no sólo en el ámbito del conocimiento, “el sistema consigue hacer de los individuos piezas absolutamente incluidas en el aparato social y que, separadas de este no tienen ninguna utilidad porque la función que realizan no tendría sentido.”* Pero eso no convierte la especialización en venenosa. Sobre las bondades de la especialización no hay más que leer “La riqueza de las naciones”, en donde Adam Smith señala que ésta es dependiente de la especialización. Si la riqueza es positiva, la especialización ha de serlo.

De modo que no comparto la visión pesimista de la especialización. Lo primero: “el sistema” no consigue nada, el sistema no es una mente pensante o voluntad –en plan Schopenauer o el marxismo barato y mal entendido-. Lo segundo: ¿cuál es el sistema? ¿el capitalismo? ¿el patriarcado? ¿la sociedad? Yo creo que un sistema –sea cual sea- se caracteriza por la inercia, su feedback le permite vivir de la inercia, no por sus intenciones, victorias o derrotas, es asquerosamente neutral.

Sí es cierta la interdependencia, y su sentido ligado inextricablemente a esa interdependencia, por tanto, podemos hablar de función. Esas son las condiciones para hablar de función, esas más el que la función no sea reconocida por el sujeto, que si no nos haría hablar de intención –regla de oro: la función nunca es intencional, por definición-.

Pero, ¿es el conocimiento especializado un acto funcional –sensu estricto? La especialización lo es. El conocimiento no puede serlo, no si tiene un atisbo de racionalidad. Volviendo al trienio anterior, consta de 1) un sujeto con intenciones, 2) un objeto de estudio y 3) “unas condiciones de existencia”. Y aquí es donde los tres ámbitos se funden en lo transversal de la especialización: 1) las intenciones del sujeto son específicas, 2) el objeto de estudio es específico y 3) las condiciones de existencia le son dadas en tanto en cuanto cumple con el ámbito específico asignado. Ahí es donde está el sujeto –el determinante de su sistema de interdependencia-, lo que decimos que el sujeto es y dice.

Admitida la ligazón, o más bien sujeción, del experto al sistema de interdependencia, no podemos referirnos a su acto como un acto individual, sino como un acto social reificado (1). Reificado en el sentido de falsa conciencia, enajenado de la sociedad –de su interdependencia-, extraído y abstraído de las relaciones sociales de las que procede; reificado, al fin y al cabo, porque se le atribuye significación por si mismo de manera no relacional, sino sustancial(2).

Todo esto mediado por el dinero, volviendo a Adam Smith. El dinero es lo que permite mantener esa interdependencia, disfrazando cada apéndice en sustancia. El dinero convierte las relaciones sociales en susceptibles de conversión en sustancia (3), precisamente en mercancia, posibilita la reificación. Así el erudito paga con su dinero sus libros y sus alimentos, lo que le permite pensar, lo que a su vez le da dinero; es una combustión constante, un juego de suma cero que desvincula su conciencia del sistema de interdependencia, haciéndole –paradójicamente- más interdependiente.

Y aquí si cabe hablar de sistema. Sistema porque las relaciones se objetivan a través de su conversión en mercancía, a través de conversión del conocimiento en mercancía.

Por lo tanto, y volviendo al punto de partida inicial, el conocimiento especializado no es funcional porque tiene una intencionalidad. Pero su conversión en susceptible de compra-venta, que tiene su origen en la conversión de las relaciones sociales interdependientes en mercancía, tiene las siguientes consecuencias:

1) el sujeto cognoscente se ve a sí mismo como aislado, porque ve sus condiciones de existencia –relacional- como posesión –sustancial-. El cabrón de él podrá entender los principios de la física cuántica, pero no puede –o no quiere- entender qué le confiere su puto (4) estatus como científico.

2) el sujeto cognoscente entiende su trabajo como mercancía. La vende, ¿a quién se la vende? Ahí es donde se puede recuperar la cuestión “a donde y para qué son estos progresos consecuencia de la especialización”*

3) estas dos premisas imposibilitan el tratamiento del conocimiento como bien colectivo, lo cual “Limita su actuación y sus percepciones a su medio más inmediato, con la consiguiente falta de perspectiva y la incapacidad de extrapolar, ya que dicho individuo sacado del ámbito en el que es “experto” se encuentra perdido en una terrorífica e inexplicable inmensidad que le hace esconder la cabeza y volver a la seguridad de su más que conocido refugio.”*

En contraposición a la idea del copyleft, “modelo alternativo de producción y distribución cultural”(5), el acceso libre al conocimiento posibilita la no concentración de éste en pocas manos –en muchas manos en realidad, pero cada cual con una parte del mismo-. Además la vertiente productora del copyleft posibilita la creación de diálogo interdisciplinar, más allá de las constricciones espaciales –pero también elitistas- entre las universidades. Cabe resaltar, también, la labor de aquellos que han tratado de romper este aislamiento, por ejemplo la edición para profanos de Momentos estelares de la ciencia por Isaac Asimov o la fantástica serie infantil El cuerpo humano.

Como no parece pertinente a estas alturas tomar el Palacio de invierno. (6) Cabe decir que detrás de la ardua labor de conocimiento, debe haber otra ardua labor de reflexión, entendida ésta no como mero método, sino como ejercicio axiológico. Un ejercicio que, por reflexivo y por axiológico, va en contra de la reificación.

Para terminar, unas citas interesantes sobre este tema:

Sobre la (sobre)especialización: “La vida es un caos, una selva salvaje, una confusión. El hombre se pierde en ella. Pero su mente reacciona ante esa sensación de naufragio y perdimiento: trabaja por encontrar en la selva , ; es decir: ideas claras y firmes sobre el Universo, convicciones positivas sobre lo que son las cosas y el mundo. El conjunto, el sistema de ellas es la cultura en el sentido verdadero de la palabra; todo lo contrario, pues, que ornamento. Cultura es lo que salva del naufragio vital, lo que permite al hombre vivir sin que su vida sea tragedia sin sentido o radical envilecimiento.” (Ortega y Gasset, Sobre la universidad) Por cultura entiende Ortega, que está compuesta no sólo de ciencia sino de otros elementos que insertan contenido en la misma, bien pudiera ser su contenido teleológico, moral o facultativo. Puede ser religión civil o religiosa (v.r.), también puede ser ciudadanismo republicano o formación del espíritu nacional. (¡Cuidado con la Cultura!, pero en principio de acuerdo.)

Sobre los contenidos: “El hombre es un ser genérico no sólo porque en la teoría y en la practica toma como objeto suyo el género, tanto el suyo propio como el de las demás cosas, sino también, y esto no es más que otra expresión para lo mismo, porque se relaciona consigo mismo como el género actual, viviente, porque se relaciona consigo mismo como un ser universal y por eso libre.” (Marx, Manuscritos) Los contenidos de la Cultura: ciudadanismo republicano, y no formación del espíritu nacional.

Sobre la necesidad histórica en su sentido laxo: “Sin un paso decisivo hacia la democratización cosmopolita nos estamos encaminando hacia una sociedad mundial tecnocrática pospolítca” (Beck, Sociedad del riesgo global)

Para terminar: una invitación al software libre como estructura de oportunidad para el cambio o como cambio en sí mismo.

NOTAS:

* Estractos del artículo “Especialización deshumanizadora” (Dani Caballero Gutiérrez) de este mismo blogger. Es el texto del que parto.

(1) Una anécdota. El corrector automático del Word me sustituía cada vez que escribia “reificado” –y me lo acaba de volver hacer- por deificado. Me he sentido tentado a dejarle al corrector hacer su trabajo y poner “deificado” en vez de “reificado” –otra vez me ha hecho lo mismo-, ya que dado el tema tratado y la conexión del acto del conocimiento con la idea de la comunicación con Dios, así como el carácter cuasirreligioso que se atribuye a los expertos. Por último, señalar que el Word hace lo posible por obstaculizar que pensemos en términos de reificación, que es la única manera de combatirlo.

(2) Bourdieu emplea el término sustancialismo, yo creo que en los mismos términos que se emplea reificación: “El modo de pensamiento sustancialista que es el del sentido común –y del racismo- y que conduce a tratar las actividades o las preferencias propias de determinados individuos o determinados grupos de una sociedad determinado como propiedades sustanciales, inscritas de una vez y para siempre en una especie de esencia biológica o –lo que tampoco mejora- cultural, conduce a los mismos errores en la comparación ya no entre sociedades diferentes, sino entre periodos sucesivos de la misma sociedad.” Él propone una comprensión de las cosas desde un prisma relacional, en el fondo Bourdieu era un marxiano contemporáneo.

(3) Como señala Marx: “El capital no es una cosa. Es una relación medida por cosas.” Mediada, precisamente por el dinero, es precisamente la mediación del dinero la que posibilita la socialización de la producción, imposibilitando al mismo tiempo la socialización del producto, los medios de producción y de subsistencia a través de la cosificación de las mismas.

(4) “Puto” es una palabra que el corrector del Word no entiende, pero sorprendentemente no la sustituye por otra. La reconoce pero no la entiende, al igual que el científico al que nos referimos, porque no se ve a sí mismo como puta –palabra sí entendida por el Word-. Parece que putas son sólo las mujeres trabajadoras de sexo –la indignidad social convierte su indignidad en dignidad-, y no los putos expertos.

(5) Manual de copyleft. De libre acceso, como propugna esta filosofía, en esta web:

(6) Es una posibilidad no descartada, pero parece pertinente pensar primero para qué queremos tomar el Palacio de invierno, así como cómo queremos tomarlo. De momento, el mejor fusil parece ser el pensamiento, incluidas sus connotaciones fálicas varias.

Asier Amezaga Etxebarria

14 de junio de 2007

miércoles, 13 de junio de 2007

* Especialización Deshumanizadora

El mundo en el que vivimos es complejo, este hecho resulta más evidente a medida que ampliamos nuestros conocimientos sobre una materia cualquiera, apercibiéndonos de la insondable extensión del saber en cualquier ámbito y de como se avanza a pasos agigantados sobre todo en las áreas científico-técnicas.

Ante esta realidad admitida, es fácil suponer que apenas podremos conocer una ínfima fracción de este conocimiento, tanto por su enorme magnitud antes citada como por nuestras propias limitaciones como individuos.
Así pues el concepto de erudición se ha convertido en eso, un simple concepto sin una posible realización material teniendo quizá los últimos ejemplos de la existencia de la erudición en el genial Leonardo Da Vinci o en los enciclopedistas dieciochescos, auténticos compendios de los saberes y ciencias conocidos en el momento. Siendo evidente la imposibilidad de un erudito en los albores de este Siglo XXI cabe plantearse como se avanza en el conocimiento.
La respuesta que da el sistema actualmente a esta cuestión es clara, una especialización cada vez más enconada en un fragmento de realidad. Solo conociendo a fondo un tema podremos profundizar en el y aportar algo nuevo y útil.
Ejemplifiquemos esta especialización de la que hablamos: Ya no se es médico, ni siquiera médico de la mano, más bien se es médico de un huesecillo de un dedo de esa mano; tampoco se es biólogo, ni zoólogo, no se es biólogo de reptiles, quizás experto en cocodrilos.
Evidentemente la especialización está mucho más radicalizada en las áreas del conocimiento científico-técnicas y sanitarias ya que es lo que prima actualmente y los únicos campos de interés; diciendo esto no se pretende criticar éstos ámbitos, cualquier persona con dos dedos de frente no tendrá problema en reconocer que son las herramientas del progreso, o al menos de una parte de este progreso. Sin embargo también reconocerá que la palabra ingeniero supone un status, un respeto, por el hecho de ser ingeniero ya se supone que esa persona es muy válida y con un gran porvenir, mientras que las palabras literato, hombre de humanidades o artista evocan términos más aproximados a bohemio, vago o muerto de hambre.
No se puede negar que los cánones sociales han propiciado un claro desprecio por las áreas de “letras y humanístico-sociales” llegando al punto de querer suprimir de las universidades varias de las licenciaturas que estas comprenden por mor de las áreas del conocimiento ya comentadas más arriba.

De este modo el sistema que rige la sociedad actual opta por crear individuos profundamente especializados en un fragmento de un área determinada, para que realicen su contribución a ésta, la sociedad que ha permitido al individuo alcanzar ese conocimiento. Queda esa persona relegada a esa pequeña parcela de realidad que obnubila la existencia de cualquier otra convirtiéndose el ser humano en una pieza que encaja perfectamente en el lugar que le corresponde, si, una pieza que permite que la máquina social funcione, una pieza útil para el sistema al fin y al cabo.

La especialización supone un aislamiento, supone una desinformación general y la creación de falsos sabios conocedores de mucho pero de muy poco.
El sistema potencia esta formación desestructurada y los programas educativos cada vez se aproximan más a estos objetivos, obligando a las condicionadísimas juventudes recién entradas en la adolescencia con una conciencia individual aún incipiente a segregarse y a realizar elecciones que les afectarán el resto de su vida futura, (vease las nuevas “mejoras” en el sistema educativo que se están proponiendo, por ejemplo elegir a los 13 años entre ciencias, letras o un programa para fracasados que no quieren estudiar)

Pues bien, ¿como podría ser de otra forma? el presente escrito no trata de buscar una solución a este hecho, puesto que, la verdad, es difícil de encontrar y sinceramente no me creo en posesión de ella. Más bien es una humilde invitación a la reflexión individual y colectiva sobre un asunto que es claramente patente, está a la orden del día, y, lo más importante, nos afecta.

En relación con lo dicho, comentar que ésta especialización de la que hablamos no se limita al campo profesional, y posiblemente esta sea la parte más interesante:
La especialización se manifiesta por regla general en múltiples por no decir en todos los aspectos de la vida del un individuo. Para explicar esto entendamos especialización con un sentido más amplio, refiriéndonos al encasillamiento, al aislamiento y la compartimentación. La mentalidad que confiere la especialización impregna la actitud de la persona ante la vida, le hace ser extremadamente concreto, centrarse en un único aspecto, perder la visión de conjunto y ser incapaz de realizar relaciones globales coherentes algo a mi juicio, vital para el adecuado desarrollo de una conciencia personal. Por tanto la creciente especialización va en detrimento de la formación personal y en consecuencia de la actividad colectiva:
Limita su actuación y sus percepciones a su medio más inmediato, con la consiguiente falta de perspectiva y la incapacidad de extrapolar, ya que dicho individuo sacado del ámbito en el que es “experto” se encuentra perdido en una terrorífica e inexplicable inmensidad que le hace esconder la cabeza y volver a la seguridad de su más que conocido refugio.

Aparentemente la especialización quizás no tenga relación con lo recientemente citado, pero resulta que es una analogía del funcionamiento general del sistema que impera actualmente en el que la información y la educación desestructurada fomentan aún más este tipo de individuos.
Puede que ésta relación no se encuentre de manera inmediata, pero creo que merece la pena detenerse a pensar en ello.

Así el sistema consigue hacer de los individuos piezas absolutamente incluidas en el aparato social y que, separadas de este no tienen ninguna utilidad porque la función que realizan no tendría sentido.
El individuo, condicionado por la estructura social desde su nacimiento y, comenzando su aislamiento desde muy temprana edad, pierde su conciencia social para centrarse en asuntos de lo más concreto y atrofiando su capacidad de relación solo empleándola en casos muy específicos para enlazar hechos que ya de por si tienen una conexión más o menos evidente. En el resto de temas, y como consecuencia de todo lo anterior, adopta pensamientos y posturas generalizados que le son básicamente impuestas por su medio inmediato, vease familia, amigos, compañeros de trabajo o medios de comunicación, quedando en definitiva estos planteamientos incorporados sin el previo proceso de análisis e interiorización que debiera realizar la conciencia.

La especialización es fuente de progreso, pero también es uno de los factores que fomentan la deshumanización del ser humano.Otro tema de interés es el objeto teórico y real de los descubrimientos que se realizan y a quien, a donde y para qué son estos progresos consecuencia de la especialización, pera tal vez lo más conveniente sea tratarlo en posteriores artículos.



Daniel Caballero Gutiérrez 2004

lunes, 11 de junio de 2007

* Biología y Conocimiento

UNA RELACIÓN NECESARIA
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Breve introducción a El árbol del conocimiento: las bases biológicas del conocimiento humano (Maturana, H. y Varela, F.; Ed. Lumen, Buenos Aires, 2003).
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“Nosotros afirmamos que, en el corazón de las dificultades del hombre actual, está su desconocimiento del conocer.”
(El árbol del conocimiento)

A raíz de lo planteado por Sergio Christian (xd) en relación al conocimiento y su relación con la organización biológica del ser humano, creo interesante aportar una breve introducción (una reconstrucción abreviada de un trabajo que ya hice) a la obra citada de los biólogos Varela y Maturana (ambos chilenos, doctorados en Biología por la Universidad de Harvard), ya que dedicaron buena parte de sus esfuerzos a elaborar una teoría que explicara el conocimiento humano partiendo del organismo, como condición necesaria del mismo, y llegando a la relación entre ética y conocimiento, pasando por su relación con los procesos de adaptación, la formación de la conciencia, los fenómenos sociales y el lenguaje. A esta teoría, contenida esencialmente en El árbol del conocimiento (publicado por primera vez en 1984), Maturana dio en llamarla “Biología del Conocimiento” (llegó a dar un curso con el mismo nombre en la Universidad de Chile a principios de los setenta).
El trabajo de estos biólogos trasciende así los límites tradicionales del estudio de los seres vivos, adentrándose en un campo de amplia tradición filosófica (desde la Antigüedad hasta nuestros días se viene haciendo filosofía del conocimiento) y aportando una nueva perspectiva para el estudio del conocimiento. Bajo la influencia del evolucionismo darwiniano (teoría fundadora de la biología moderna) y la teoría de sistemas de L. Von Bertalanffy, entre otras[1], la teoría de Varela y Maturana supone una construcción teórica (y una propuesta epistemológica) de sumo interés para quien desee abordar el estudio del fenómeno del conocimiento, como proceso que aúna elementos biológicos, sociales y culturales. Para mayor interés (para sociólogos), la obra de Varela y Maturana constituye el punto de partida (o al menos uno de ellos) de la teoría de sistemas desarrollada por N. Luhmann en el campo de la sociología.
Este texto pretende invitar a la lectura de la obra más que reproducir de forma concentrada y fiel todas las ideas y conceptos desarrollados en ella. Además, conviene señalar que es de contenido más biológico que sociológico o filosófico, aunque se intenten relacionar estos distintos ámbitos para ofrecer una perspectiva de conjunto del fenómeno del conocer.

· Introducción: la construcción de una teoría biológica del conocimiento

La obra comienza con la curiosa invitación de los autores a desprendernos de la gran tentación de la certidumbre, tendencia cultural que nos lleva cotidianamente a buscar la “solidez perceptual indisputada”, la prueba de que todo es tal y como lo vemos (o creemos verlo). El objeto de esta invitación no es sino preparar al lector para lo que viene después: la construcción de una teoría del conocimiento (una estructura conceptual que permita explicar el fenómeno del conocimiento), basada en la idea (su hipótesis) de que “toda experiencia cognoscitiva involucra al que conoce de una manera personal, enraizada en su estructura biológica, donde toda la experiencia de certidumbre es un fenómeno individual ciego al acto cognoscitivo del otro, en una soledad que sólo se trasciende en el mundo que se crea con él.”[2]
El problema que busca responder esta teoría del conocimiento se podría formular así: ¿Cómo tiene lugar la relación entre nuestra estructura biológica y la forma en que conocemos a la hora de construir el mundo?
Para ello, será necesario un proceso de reflexión, que definen como el proceso que permite conocer como conocemos, y que, por lo general, es eludido en la cultura occidental por su carácter circular (la reflexividad suele dar una especie de “vértigo” al que se observa observando).
Además, establecen las siguientes premisas, como punto de partida:

Ø En primer lugar, se apoyan en la idea de circularidad entre acción y experiencia, que hace referencia a la inevitable coincidencia y unión entre lo que hacemos y la forma en que nos aparece el mundo, lo que los autores expresan diciendo lo siguiente: “Todo acto de conocer trae un mundo a la mano”. Esta idea la resumen en un primer aforismo que dice: “Todo hacer es conocer y todo conocer es hacer” (identidad entre acción y conocimiento).
Ø En segundo lugar, se apoyan en la idea de que el proceso de reflexión se da necesariamente en el lenguaje y que, por lo tanto, es un acto específico e individual, lo que supone una unión entre el hacer y el decir del ser. Esto lo resumen con un segundo aforismo: “Todo lo dicho es dicho por alguien”.

Estas premisas permiten establecer la hipótesis de la existencia de una continuidad entre lo biológico y lo social y humano, debiendo ser tratado el fenómeno del conocer como unidad indivisible.
Todas estas consideraciones de partida les permiten establecer de entrada una definición inicial del fenómeno del conocer: se trata de la acción efectiva del ser vivo en el medio en que éste existe y que le permite continuar existiendo en dicho medio.

· Organización y carácter histórico de los seres vivos

Por un lado, la idea de que todo conocer es un hacer del que conoce lleva a los autores a construir la hipótesis de que éste tiene sus raíces en la misma organización biológica del ser vivo, que se caracteriza por su autoproducción y su autolimitación como metabolismo celular dinámico. Para designar este tipo de organización, propio únicamente de los seres vivos, los autores construyen el concepto de organización autopoiética o autopoiesis (que más tarde recuperará Luhmann).
Esta organización permitiría la autonomía de los seres vivos, es decir, la capacidad de especificar lo que es propio a un sistema (en este caso a los seres vivos). Además, los autores creen que esta organización particular supone una fenomenología específica (biológica): un fenómeno es biológico cuando la autopoiesis de algún ser vivo entra en juego.
Por otro lado, si los fenómenos históricos se dan cuando, en un sistema, surge un estado nuevo que modifica el anterior, entonces los seres vivos son seres históricos, por su descendencia de antepasados distintos y por su descendencia de la célula que se formó por unión de un óvulo y un espermatozoide durante el proceso de reproducción.
Así, la reproducción se definiría como un proceso mediante el cual se genera, a partir de una unidad, otra unidad de la misma clase, es decir, con la misma organización, pero de estructuras distintas[3], y creando un vínculo histórico entre las unidades. Como consecuencia de este proceso propio de los seres vivos, pueden darse dos fenómenos: la herencia, que definen como la persistencia de aspectos estructurales entre varias generaciones de un linaje, y la variación estructural, que, al contrario, se refiere a la transformación o cambio de ciertos aspectos estructurales de una generación a otra.

· Ontogenia, filogenia y adaptación

En relación con este carácter histórico de los seres vivos, los autores sostienen que la ontogenia (es más común el término “ontogénesis”) de los seres vivos, entendida como “historia del cambio estructural de una unidad sin que ésta pierda su organización”, se caracteriza por el hecho de que la interacción con el medio y la propia dinámica interna de la unidad son los fenómenos que desencadenan el cambio estructural en el sistema estudiado, y que éste es continuo hasta que la unidad se desintegra.
Cuando se trata de dos unidades en un mismo medio de interacción, se da lo que Varela y Maturana denominan acoplamiento estructural, que se refiere a la recurrencia o estabilidad de las interacciones entre dos o más unidades autopoiéticas, o entre las unidades y el medio en que existen, que posee también una estructura. El tipo de acoplamiento depende del momento histórico y evolutivo en que se encuentre un linaje, es decir, de su filogenia[4]. En este sentido, tanto las unidades como el medio conocen cambios estructurales, sin que se pueda hablar de determinación ni de instrucción, pero llegando a convertirse el acoplamiento estructural al medio en condición de existencia de toda unidad autopoiética.
Las unidades capaces de generar linajes - por tanto, con filogenia - (metacelulares o unidades de segundo orden), generan a su vez una fenomenología distinta a la de las células que las componen: la autopoiesis de las células sería compatible con la nueva forma de acoplamiento estructural sin ser imprescindible, y la ontogenia de un metacelular estaría determinada por sus interacciones como unidad total, no por las de cada célula componente (esto es una clara referencia al concepto de sistema).
Según los autores, para comprender el fenómeno del conocer hay que comprender la evolución orgánica de los seres vivos, cuya clave reside en que las semejanzas permiten linajes ininterrumpidos, mientras que las diferencias estructurales permiten variaciones en los linajes. Ser vivo y medio, independientes pero compatibles, llevan a cabo un acoplamiento estructural que conlleva necesariamente mutuas perturbaciones: el agente perturbante, ya sea ser vivo o medio, desencadena cambios, que estarán determinados por la estructura de lo perturbado (tiene lugar algo semejante a una “selección natural” de los cambios estructurales). En los seres vivos estos cambios se realizan para la conservación de su autopoiesis y para la conservación de la adaptación, es decir de la compatibilidad con el medio que se requiere para la existencia de todo ser vivo. La evolución aparece así como una deriva natural que se da siguiendo los cursos posibles en cada instante (sin direccionalidad externa), de forma que la evolución y conservación de las especies no dependen de una “mayor” aptitud de éstas, sino de su capacidad de adaptación, de que reúnan las requisitos que les permitan ser aptas para conservarse (ser apto, no “más” apto que otros, lo que llevaría al darwinismo social).

· Conducta, sistema nervioso y conocimiento

Para realizar la transición del estudio biológico del ser vivo al estudio del fenómeno del conocer y establecer la relación entre ambos, Varela y Maturana distinguen entre determinismo y predictibilidad: la determinación estructural que caracteriza a los sistemas no permite una predictibilidad total de los fenómenos que generan, puesto que el observador se encuentra limitado por su propia incapacidad observacional (que no le permite conocer todas las variables relevantes en cada caso), por su limitación conceptual y por las posibles alteraciones que puede causar en el sistema observado. Además, los seres vivos operarían en su “presente estructural”, puesto que operarían en su determinación estructural, que se da en cada momento, lo cual convierte las referencias al pasado y al futuro en referencias introducidas por el observador.
La presencia de un sistema nervioso en los seres vivos tendría consecuencias sobre su conducta, que se vuelve impredecible. El sistema nervioso es una estructura de conexiones que permite correlaciones internas en el organismo (conectividad), que se encuentra en cambio estructural continuo (plasticidad), como el propio organismo. Sin embargo, el sistema nervioso no es un receptor de información del mundo objetivo que opera con representaciones (“representacionismo”, equivalente a una especie de objetivismo), ni un sistema que opera fuera de toda objetividad, en el vacío (sólo existe la propia interioridad) y en el caos (“solipsismo”, equivalente a una especie de idealismo relativista).
Varela y Maturana sostienen que la presencia de un sistema nervioso en un organismo expande el dominio de conductas posibles del ser vivo, haciendo su estructura más plástica, entendiéndose por conducta la descripción que hace un observador de los cambios de posición de un organismo en un ambiente específico (no los cambios de posición en sí)[5]. En los organismos móviles, cuya existencia se basa en el movimiento, el sistema nervioso, como red interneuronal que opera con clausura operacional (mantenimiento de ciertas relaciones internas invariantes entre los componentes del sistema pese a las perturbaciones en él generadas)[6], determina y media la continua correlación senso-motora en los organismos, permitiendo una cantidad casi ilimitada de estados y conductas.
Puesto que el sistema nervioso trae un mundo a la mano y especifica las perturbaciones del medio que generan cambios en el organismo, los autores concluyen que todo conocer es hacer y tiene por fundamento el organismo y la clausura operacional del sistema nervioso. Por otro lado, debido a la plasticidad, toda interacción o acoplamiento tiene efecto en el operar del sistema nervioso, lo que permite la adaptación del organismo y apoya la tesis de los autores de que toda experiencia nos modifica.
Entendiendo el conocimiento como conducta efectiva en un dominio definido por el observador, los autores concluyen que vivir es conocer y que el sistema nervioso posibilita un conocer aparentemente ilimitado ampliando el dominio de estados del organismo y abriéndole nuevas dimensiones de acoplamiento estructural, lo que permite generar nuevos fenómenos.

· Fenómenos sociales, dominios lingüísticos y conciencia

Los fenómenos sociales, según Varela y Maturana, aparecerían en los acoplamientos de tercer orden, es decir en aquellas interacciones recurrentes entre organismos con sistema nervioso. Lo que caracteriza universalmente a este tipo de acoplamiento es que es necesario para la continuidad de los linajes por reproducción sexual y que conlleva un acoplamiento conductual entre generaciones en la crianza de los jóvenes. En este sentido, existirían además del ser humano otros seres sociales, como los “insectos sociales” y “vertebrados sociales”.
Por ello, definen los fenómenos sociales como los fenómenos relacionados con la participación de organismos en la constitución de unidades de tercer orden, es decir unidades compuestas por varios organismos. Las conductas características de este tipo de fenómenos serían las conductas comunicativas (propias del acoplamiento social) que tienen como resultado una comunicación, es decir, una coordinación conductual o mutuo desencadenamiento (“gatillado”) de conductas entre los miembros de la unidad social, no una transmisión de información. Dentro de este tipo de conductas, las conductas culturales constituyen un tipo particular, que los autores definen como una configuración conductual adquirida de forma ontogénica en la dinámica comunicativa de un medio social y que se mantiene de generación en generación. Este tipo de conducta la hacen posible la imitación y la continua selección conductual dentro del grupo.
Los sistemas sociales humanos dependerían así del acoplamiento estructural y de la conservación de la adaptación, lo que supone que operen en dominios lingüísticos y conserven su plasticidad conductual.
Las conductas lingüísticas constituirían dentro de este marco otro tipo de conducta comunicativa ontogénica que surge en el acoplamiento social y susceptible en este caso de descripción semántica. Todas las conductas lingüísticas de un organismo constituyen su dominio lingüístico, que cambia durante su ontogenia. En los seres humanos, los dominios lingüísticos mismos pasan a ser parte de su medio de interacciones posibles, pudiéndose describir descripciones como objetos. Los seres humanos operamos, por tanto, en el lenguaje[7], creando un dominio de significados que permite la coordinación conductual ontogénica y la conservación de la adaptación.
El lenguaje permitió el desarrollo de la reflexión y la conciencia, es decir del fenómeno de lo mental, gracias a la posibilidad que nos da de describirnos a nosotros mismos y a nuestra situación. El uso del “yo” es, según los autores, un recurso descriptivo que permite la coherencia operacional y la adaptación en el lenguaje. Lo mental (conciencia) pertenece al dominio del acoplamiento social y actúa como “selector” de nuestra deriva estructural ontogénica (nuestro devenir). Por ello, dicen, los seres humanos somos en el lenguaje y nos realizamos en un mutuo acoplamiento lingüístico en el que creamos mundo con los otros.

· Conocimiento y ética

La reflexión, el conocer el conocer, lleva a una situación circular en la que no hay un punto de referencia absoluto al que amarrarse, lo que nos causa cierta sensación de vértigo. Ante esta situación, los autores optan por una vía intermedia entre el representacionismo y el solipsismo, que busca regularidades en el mundo, pero no dispone de punto de referencia independiente de nosotros que nos garantice estabilidad (supone caminar “en el filo de la navaja”).
El círculo cognoscitivo que caracteriza al ser se expresa en que todo hacer lleva a un nuevo hacer, y en que todo mundo traído a la mano oculta necesariamente sus orígenes, manteniendo todo lo obvio acumulado por una tradición lingüística sin dejar espacio a la reflexión. En este sentido, todo conocer humano pertenece a un mundo y se vive según una tradición cultural. Pese a que la herencia biológica es el fundamento de un mundo común, las múltiples herencias lingüísticas expresan la gran diversidad de mundos culturales existentes en el mundo humano dentro de los límites de lo biológico.
Por otro lado, los autores sostienen que el conocimiento del conocimiento obliga, es decir que conocer el conocer conlleva necesariamente una ética de la que no podemos escapar. Para sostener esta tesis, Varela y Maturana se apoyan en el hecho de que hacerse cargo de la estructura biológica y social del ser humano (como han hecho a lo largo de su obra) implica una reflexión que se centra en comprender nuestra situación para tomar conciencia de ella, lo que supone actuar en consecuencia. Al saber que se sabe, no se puede negar lo que se sabe.
Así, para los autores, todo acto humano tiene sentido ético, precisamente porque se da necesariamente en el lenguaje y trae a la mano el mundo que creamos con los demás. Nuestro punto de vista no es más válido que el de otros, puesto que es resultado de un acoplamiento estructural en un dominio de experiencia y, puesto que los seres humanos no tenemos más que el mundo que construimos con otros, somos responsables de todos nuestros actos (aunque no queramos), precisamente porque construyen mundo y construyen nuestro devenir.
Todas estas reflexiones sobre nuestro ser biológico y social y el fenómeno del conocer deben, según los autores, hacernos entender que la aceptación del otro en la convivencia (el amor) es el fundamento biológico de lo social y es lo que nos permite construir un mundo común. Consecuentemente, si se sigue conviviendo sin aceptar al otro no habrá fenómeno social y viviremos en la hipocresía.


[1] Curiosamente, en su teoría puede verse también una influencia del giro lingüístico y constructivista de los años 60 y 70, tan conocido en teoría sociológica.
[2] Esta prosa enrevesada y dividida entre una tendencia al tecnicismo biologicista y una tendencia a la formulación filosófica caracteriza a todo el libro, lo que no lo hace nada fácil de leer.
[3] Varela y Maturana realizan una distinción esencial entre los conceptos de organización y estructura. El primero designaría las relaciones que deben darse para que algo sea, permitiendo su clasificación, y el segundo designaría los componentes y relaciones de un ser particular que realizan su organización.
[4] La distinción entre ontogenia (ontogénesis) y filogenia (filogénesis) también es importante: la primera se refiere a la historia de una unidad, mientras que la segunda se refiere a la historia de una especie de unidades.
[5] Aquí añaden la distinción entre conductas instintivas o innatas, que se dan cuando las estructuras que las hacen posibles están genéticamente determinadas, y conductas aprendidas, que permiten la compatibilidad entre organismo y medio en el acoplamiento estructural y se dan cuando las estructuras que las hacen posibles son ontogénicas.
[6] Este concepto (clausura operacional) será adaptado por Luhmann y otros, con un sentido distinto, cuando hablan de sistemas cerrados y sistemas abiertos.
[7] El lenguaje no sería, sin embargo, un privilegio humano, ya que estudios en primates han demostrado la capacidad de estos animales para realizar interacciones lingüísticas. Además, los autores plantean la hipótesis de que surgió históricamente en algún momento de la deriva natural, ligado a una vida social basada en la cooperación y la coordinación, y asociada a actividades recolectoras de alimentos, momento a partir del cual habría conocido una deriva lingüística que llega hasta nuestros días.

Javier Rujas Martínez-NovilloMadrid,
10 de junio de 2007

sábado, 9 de junio de 2007

* Basura Medíatica y Politica Basura

Leí un artículo titulado “La Telebasura el mito de la caverna”(José Manuel López Alcaraz y Fany Miquens Laro Colectivo Cádiz Rebelde en Pagina Roja_18). En él se hace referencia al término basura mediática que se refiere “al arte de la prestidigitación de llamar la atención sobre una cosa (prensa rosa, cotilleos*) en vez de lo que de en verdad ocurre” (guerra de Irak, Líbano, Palestina*).
Como analogía a éste término voy a describir un fenómeno político que reproduce la misma lógica disuasoria, Política Basura (se juega a disuadir con elementos como la cuestión vasca). Este fenómeno se desarrolla de la siguiente forma, se llama la atención hacia un punto, se insiste continuamente en el y mientras se dejan a un lado problemas de gran calado social. La vivienda o el empleo precarizados que realmente no son temas que entren en la agendas políticas excepto para, poner parches sui generis que no solucionan los problemas de raíz.
Este constante repiqueteo de campanas, declaración tras redeclaración crea una focalización de la opinión pública y el individuo en los términos del discurso de los políticos basura.
El resto de los temas y la problemáticas que afectan de alguna manera mas fehacientemente a los ciudadanos quedan o subordinados o desaparecen de los discursos de los medios y de la reproducción simbólica del debate público.
Claro ejemplo de este fenómeno se ha dado en las elecciones madrileñas donde los políticos en general y con más importancia los que nos gobiernan han centrado el debate en el ladrillo como construcción de infraestructuras (metro, Calle30) cualificándose este elemento como beneficioso y no en los problemas que radican en el ladrillo de forma negativa como la subida de los precios de las viviendas que imposibilita disponer una vivienda de ciertas garantías. Así vemos como se centra su discurso en los factores positivos, mayor cantidad de estaciones de metro o una menor tardanza por el acortamiento del trayecto de viaje por Calle30. Pero no en los factores negativos como el mayor nivel de tráfico para la ciudad lo que supone un aumento de producción de CO2 para la atmósfera (caso de Calle30) y el detrimento cada vez más acuciante de la calidad de los servicios de metro. Además con ésta mejora de Calle30 no se nos debe de olvidar es decir no podemos dejar que salga de nuestros discursos, que lógicamente se habrán desviado gastos para política social hacía la construcción faraónica de Tutangallardón que ha endeudado a la ciudad de Madrid hasta límites insospechados.
Que duda cabe que nos son los políticos populares los únicos que utilizan esta triquiñuela de la política basura. Como ejemplo de esta misma utilización encontramos la “Operación Campamento”. En esta operación se centra el discurso en las siete mil viviendas que se van a construir en suelo público, pero no en las otras tantas privadas que se van a construir en esos mismos terrenos, ni en la mala disposición de espacios públicos de la zona o tergiversación que se hace a la hora de contar las zonas verdes respecto a la ley.
Como conclusión, con una política basura vacía de contenido real para el buen desarrollo de la sociedad en su conjunto en vez de con políticas que se hayan debatido por parte de la sociedad civil con el ciudadano como sujeto político y no como objeto de políticas, no tendremos nunca la política que realmente ayude y beneficie a los verdaderos interesados y aludidos por las políticas. Políticas que hoy en día se diseñan desde las élites y no desde la participación ciudadana que es el principio de cualquier democracia. ADRIÁN RUIZ IBAÑEZ ZOÓN POLITIKON
*lo escrito entre parentesis es mio lo escrito entre comillas del autor

jueves, 7 de junio de 2007

* La Izquierda

Si pudiesemos personificar a la izquierda actual, probablemente se nos aparecería como un decrépito anciano de espalda corva y piel ajada, con ojos opacos que apenas ven y mirada perdida. Un pobre viejo que inspira más lastima que otra cosa, un fosil viviente que entre trago y trago, relata en la barra del bar, con lengua de trapo y voz tremula sus viejas glorias al camarero que, mientras repasa los vasos solo le escucha a medias y de mala gana, con una mezcla de cansacio, aburrimiento y pensa. Le cuenta sus batallitas como dirian algunos, todos sus logros, las cosas que hizo, todo lo que le pasó y todo lo que llegó a ser "en sus tiempos".

Igual que nuestro viejo alcoholizado, la izquierda es una izquierda que vive en y del pasado, recordando, lo que fue, lo que hizo, y como era el mundo en aquel entonces.
Pues bien, yo pienso que necesitamos, (la necesitamos desesperadamente), una izquierda que recuerde y aprenda del pasado pero que no viva en el, una izquierda que mire hacia adelante, una izquierda que contruya, que se renueve, que no se estanque en la crítica vana y en el recuerdo inutil.

Esa izquierda se construye, no se hace sola, la construyen las personas, las personas que buscan coherencia en sus vidas, que intentan que lo que piensan, hacen y sienten vaya en una misma dirección.
Así pues, critiquemos pero hagamos, pensemos y contruyamos, hagamonos mejores, y en ese "ir haciendo" en ese "ir pensando" puede que (ojalá sea así) en ese proceso, vayamos comprendiendo un poco más y nos vayamos liberando.

Ya está bien de gastados discursos centenarios, carcomidos de polvo y de retórica vacua. En vez de eso, vamos a crear algo nuevo, renovemonos, aprendamos, tratemonos bien ¡hagamos que, con nuestro pensar y nuestro hacer el mundo vaya cambiando en la dirección a la que aspiramos conducirnos a nosotros mismos!


Daniel Caballero Gutierrez

* Minusvalía Significativa



RUPTURA EPISTEMOLÓGICA Y NUEVAS VARIABLES DE ANÁLISIS:


Notas sobre la reunión de grupo del 6-6-2007
Las personas somos lo que somos porque damos significados y el lenguaje es sin duda la mejor herramienta significante, ahora bien este no significa por si mismo y somos nosotros los que en conjunto le atribuimos ese significado, esto supone que conceptos que en principio nos fueron muy útiles para describir una visión de la realidad ahora parece que con el tiempo, han perdido rigor y capacidad explicativa, es decir es como si la trasformación de la sociedad, de nosotros mismos en definitiva, ha trascendido a nuestras definiciones previas por lo que se hace necesario reformular los viejos conceptos y crear neologismos que abarquen con su significado los diferentes procesos que están teniendo lugar y que como decíamos escapan a la orquilla explicativa anterior.

De esta forma conceptos como Estructura, Clase, Trabajo, Explotación, Dominación, Orden Social, Socialización, Naturalización, Objetivación, Conflicto, Desviación, Concomitancias… y un largo etc, (habrá tiempo para incluir en esta lista más conceptos) Parece que no pueden explicar por completo la realidad, y lo que es aún peor no tenemos herramientas conceptuales para realizar a demás de una crítica una alternativa a la evolución (conjunto acumulado de sucesos, no positivista) y el proceso de la sociedad occidental.

Ante este nuevo escenario surgen conceptos modernos que pueden ser útiles para el análisis, (esto es casi una opinión propia) tales como, Teoría de Sistemas, Teoría de la Complejidad, Reflexividad, Recursividad, Principio de Emergencia, Planeación Colectiva… habrá tiempo también para analizar estos conceptos y otros más que se vayan sumando a esta lista para integrar un cuerpo explicativo.

Este nuevo escenario se presenta en parte como consecuencia del desarrollo de un necesidad “social/instrumental/…” que ha terminado por configurar las Nuevas Tecnologías como un elemento a tener en cuenta en el análisis porque determina las formas, las relaciones y la organización social, como hasta ahora nunca había ocurrido. Parece ser que no solo debemos tener en cuenta las relaciones tradicionales de los procesos Biológicos y los Sociales/culturales sino que entra en el análisis una nueva variable determínate la Tecnología. Esta tiene o produce efectos en las otras dos variables y viceversa. Los cambios en las sociedades desde mediados del siglo XX hasta la actualidad han sido determinados por esta nueva tecnología, que tiene a mi juicio, como una de sus características fundamentales la informática dado que esta posee un lenguaje propio, artificial, similar evolucionado a partir de las matemáticas y que como tal se postula como el segundo gran lenguaje en las relaciones de los seres humanos desde el mundo científico hasta a las personas en su día a día.

Como conclusión, el desarrollo de la sociedad ha desembocado en una fractura epistemológica y conceptual que requiere una revisión de los conceptos previos y una reelaboración, esto es en parte resultado de los grandes cambios de la sociedad, en parte consecuencia de la aplicación extensión masiva de la tecnología. Nos cuesta dar significado a los procesos, relaciones y sucesos de nuestra sociedad occidental, cuanto más hablar de países subdesarrollados, que se postula como otro reto en nuestro análisis y sobre todo a partir del capitalismo global.
Seguro que se me ha olvidado algo, podeís añadirlo a continuación

* Aprendizaje Reflexivo: I

Esta es la espiral del conocimiento, con nuestra reunión no solo creamos conocimiento sino un método de llegar a ellos, por ello hay que dar cuenta del proceso. Espero que no raye mucho la espiral...jejej
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Notas sobre la reunión de grupo del 6-6-2007:
Hemos realizado este blog y nos hemos reunido posteriormente el 6-6-2007, para esto hemos utilizado los métodos de grupo, es decir una persona se ha encargado de tomar algunas notas y otra de moderar (bastante difícil según avanzaba la tarde y el efecto acumulado del consumo lubricantes sociales).
Se hace necesario no solo la figura del “secretario” y el moderador, sino también que cada miembro tenga sus propias hojas con notas y recordatorios para la discusión. Esto es evidente pero hasta bien avanzada la reunión no se nos ocurrió.

A demás de estos dos medios de aprendizaje -Blog y las reuniones- surgieron otras propuestas, por ejemplo la elaboración de pequeños textos descriptivos y de elaboración personal en el que se intente describir un hecho social sin utilizar el concepto habitual, por ejemplo definir que es estructura sin usar dicha palabra, o bien explicar procesos más amplios sin utilizar las típicas palabras utilizadas en el análisis sociológico. Podemos llamarlo el ejercicio de los “Tabús Significativos”. Este método puede ser importante para desarrollar por un lado los límites de las definiciones actuales, los efectos o sucesos que escapan a estas y la elaboración de nuevas definiciones e incluso neologismos.

Surgió la propuesta de hacer un cuadro conceptual en el que se relaciones los conceptos habituales de análisis, para dar cuenta del estado de la cuestión y para abordar las dificultades o los límites de estos conceptos.

Para futuras reuniones ha quedado claro la necesidad de trabajar con textos y discutirlos, así como fijar temas monográficos, sin olvidar la necesidad de colgar y trabajar con textos colgados en el blog… ya habrá tiempo después para filtrar, analizar y compilar estos testos según un orden acordado.

* Posibilidad de Conocer, Ciencia y Realiad

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A continuación os cuelgo el texto que realicé para antropología en el que abordo algunas cuestiones útiles para nuestro análisis: (s0bretodo punto 1 y 3) el punto 0 es muy personal y como veís se titula una explicación no es muy riguroso.
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0. Una explicación sobre el origen del Ser Humano

El ser humano, que por encima de todo y antes que nada, es un animal social, pues este es el “espacio” en el que el nace, crece, se reproduce y muere. Desde el principio el ser humano se mostró especialmente eficiente para innovar y trasmitir los conocimientos perfeccionando sus técnicas generación a generación, milenio a milenio, gracias a su aspecto biológico-genético y cultural, en este último plano destaca la gran habilidad imitativa que actúa mediante un proceso de transmisión cultural dentro del grupo como una “cualidad aprehensiva” en la que el individuo no solo aprende a utilizar determinada herramienta como resultado de una cadena conductista de estímulo respuesta sino que elabora, determina, juzga y adapta su conocimiento-habilidad al medio, generando experiencia.
Todo este proceso va parejo del desarrollo del lenguaje la mejor y más elaborada herramienta del Ser Humano, sin duda su ventaja comparativa superior con respecto al resto de las especies, el ser humano se relaciona, construye significado en conjunto. Como consecuencia también es capaz de abstraerse de su situación material presente “in media-rex” (autoconciencia) para desplazarse intelectualmente a un “espacio psíquico” de planificación, a partir del manejo de conceptos abstractos (lenguaje), que le permite realizar hipótesis de futuribles de acción. Esta capacidad de abstracción/planificación puede realizarse también en grupo, o ser comunicada a otros, pudiendo construir acciones colectivas, que en un progreso acumulativo permite la creación de técnicas, pautas de acción que poseen una ligazón entre elaboración práctica y abstracta.
El tercer elemento desarrollado en interacción con el anterior y es el cerebro como órgano que regula las funciones del organismo y la respuesta de este con respecto a los procesos internos y los procesos externos. El cerero es también el órgano en el que se encuentra el motor de la acción racional, que no es más que un nivel superior respecto a la acción impulsiva/instintiva. Su gran cualidad es que posee la potencialidad de las habilidades de sus ancestros (heredadas genéticamente y culturalmente) que en su experiencia individual modifica, desarrolla, innova… lo que permite un continuo evolutivo
[1] en el desarrollo humano. El cerebro es el nexo de unión de biología y cultura, de individuo y sociedad, en definitiva es la especificidad de la naturaleza socio-biológica del ser humano y el también y ligado a lo anterior el motor del lenguaje, que es a su vez el pilar de la cultura, que gracias a las cualidades desarrolladas por la especie humana (antes citadas) han hecho del ser humano lo que es, es decir el único animal con un universo cultural complejo.
Podemos concluir este apartado diciendo que el ser humanos es social, posee sofisticadas capacidades entre ellas el lenguaje, que permite un universo cultural y que todos estos procesos tienen su reflejo en el cerebro, en todo el soma, en tanto que también es biológico, es decir la división cuerpo y alma es un constructo occidental que es necesario derribar si queremos acercarnos a una explicación más o menos integradora del ser humano. Finalmente el ser humano no es lo que es sin su capacidad de conocimiento, de aprender.


1. la evlolución de las cocepciones occidentales,
la construcción de la perspectiva Y EL CONTEXTO.


Nuestra cultura, nuestra historia, el momento que nos ha tocado vivir y en definitiva nuestras circunstancias determinan nuestros focos de interés de conocimiento, así en distintas épocas ha habido distintas preguntas pero con el tiempo todas estas cuestiones “historizadas” conforman nuestro conocimiento, nuestra personalidad y nuestra forma de mirar al mundo. La mayoría de las veces estas cuestiones se pasan por alto y se cree que determinada realidad es absoluta y total por haber sido elaborado con un proceso metodológico que la insufla tal cualidad. Pero es necesario dilucidar el origen de nuestros métodos, y nuestras prenociones:

En la antigüedad griega se forjo el punto de inflexión que determinaría las particularidades del mundo occidental, con los primeros presocráticos (Demócrito, Tales de Mileto, Heráclito…) se rompió la división entre hombre y naturaleza, así el hombre cambia su percepción con respecto a su entorno y busca el origen de los elementos, es decir cree que posee la capacidad de conocer por que los fenómenos se comportan con cierta regularidad similitud, o por que su logos le empuja a pensar que ha de haber un principio constitutivo. Esta actividad intelectual supone una de las primeras particularidades la división entre sociedad y naturaleza.

Posteriormente Platón elabora con su pensamiento una nueva vía, asumiendo la división anterior establece que el ser humano mediante la indagación de su logos es capaz de captar los principios ideales, es decir no solo hay un principio constitutivo sino que este está en todo lo que nos rodea y está también en nuestro interior y además es cognoscible, ahora bien está naturaleza cognoscible no es material sino abstracta y superior si cabe. Esta elaboración no solo refuerza la división naturaleza y sociedad sino entre sociedad e individuo.

Las comunidades estoicas, las sectas orientales determinan junto con el anterior autor las bases de la religión cristiana escindida de la religión Judía. Lo más significativo es que se asumen todos los planteamientos anteriores pero se introduce la idea de que el hombre es material y también espiritual, y esta espiritualidad es de carácter divino, es decir el hombre es medio divino medio humano. Se establece de forma clara (a los ojos de la historia) la división entre individuo biológico e individuo psíquico.

La edad oscura y la edad media parecen reforzar estos posicionamientos, estas visiones sobre el ser humano, no es hasta el renacimiento, con el desarrollo del humanismo y posteriormente con la reforma protestante y especialmente con la revolución científica del siglo XVI y XVII cuando se producen nuevas vías determinantes de nuestra forma de comprender, de conocer. De esta forma la matematización de la naturaleza y la convicción de que existen leyes (regularidades y constantes) cognoscibles mediante el método científico, mediante la razón a partir de la observación y la experiencia. No se hizo en esperar los intentos de aplicación de los métodos de las ciencias naturales a las ciencias sociales, olvidando entre otras cosas que en el estudio del hombre objeto y sujeto se identifican como un “sobjeto”, que el ser humano no responde igual ante distintos estímulos y en definitiva que aunque podamos aceptar que existen leyes en la naturaleza en las ciencias sociales a lo sumo puede haber teorías explicativas.


2. EL EQUIPAMIENTO BIOFÍSICO DEL SER HUMANO
Y LA FRAGILIDAD DE NUESTRAS REALIDADES


Hemos visto más arriba como nuestra cultura, en este caso occidental, determina nuestra forma de concebir la naturaleza, el mundo, el ser humano… sin embargo no podemos olvidar lo más importante, que nuestra forma de conocer es a demás de un proceso social un proceso biológico, es decir nuestro equipamiento determina nuestra forma de percibir, y hablamos de nuestros sentidos y del cerebro, hablamos de nuestra capacidad.

Nuestra concepción de la realidad es muy frágil, ya que a pesar de ser muy instrumental no es total ni absoluta, los seres humanos hemos construido nuestra realidad mediante nuestros sentidos, y diría más en nuestros sentidos. Hoy y apodemos saber que en el reino animal no todos comparten las mismas frecuencias de onda en sus sentidos, que no todos tienen los mismos sentidos que nosotros y que no todos priman unos por encima de otros al igual que nosotros, pero diría más, aún no sabemos que hay formas de sentir, aparatos sensitivos distintos a los nuestros. Por todo ello nuestra construcción de la realidad es tanto física-biológica como social, pues podríamos haber primado por encima de la vista por ejemplo el oído y en lugar de ver el espació podíamos primero haberlo “escuchado”, o haber buscado olores…

En definitiva nuestro instrumento sensitivo determina nuestra realidad así como nuestros instrumentos metodológicos determinan la realidad científica, hablamos de una doble determinación constructiva significante que trasciende por mucho las posibilidades de una realidad unívoca, absoluta y compartida por todos los seres. Hablamos por tanto de múltiples realidades, determinadas por nuestros sentidos y construidas socialmente a partir de nuestras concepciones y métodos, que son susceptibles de cambio, revisión y falseación.

Sí nuestra concepción de la realidad es frágil la construcción de la ciencia es cuanto menos social. La objetividad es imposible; pues requeriría la objetivación del propio individuo, es decir salir fuera de sí para observar la situación y aún así no eliminaría su carga valorativa. Por tanto, ¿Sí la objetividad no es la directora de la construcción de la ciencia qué determina la arquitectura del edificio científico, de los métodos y de las producciones científicas, qué es lo que determina la construcción de estos procesos? Pues como ya anunciaba, se rige por un proceso social, arbitrario y meritocrático que requiere de una sofisticada estructura y multitud de instituciones que determina los márgenes normales/medios de la actividad científica. Pero en última instancia se construye con la aportación y la actividad de personas, por ello la construcción de la ciencia está sometida a pasiones, tensiones y conflictos personales, se producen ineludibles relaciones de poder, economías del don y rituales iniciáticos entre otras muchas subjetividades.



3. POSIBILIDAD DE CONOCER



Parece que el camino se acaba aquí dado que estamos limitados por nuestros sentidos, limitados por nuestra cultura y nuestras concepciones, la ciencia ni es objetiva en su construcción ni en sus métodos y toda la producción y conclusiones no son sino resultado de un tipo de realidad que como tal no es ni total, ni absoluta, ni objetiva. ¿Qué posibilidad de conocer nos queda? Y más en concreto ¿qué posibilidad de conocer nos queda en las ciencias sociales, en la antropología? Pues mucho me temo que esta respuesta al igual que la pregunta seguirá construyéndose más allá de lo que en este texto podamos argumentar, pero partir de estas, nuestras certezas, podemos establecer algunos conceptos fundamentales a mi juicio:

Toda la argumentación crítica anterior no hace otra cosa que establecer los supuestos de partida, es decir, establecer los límites de nuestra concepción, de nuestra realidad, en definitiva de nuestros límites biológicos y sociales. Ahora bien, conocer es una habilidad humana y este es un hecho probado y repetido en todas las culturas humanas, así que hay tenemos una primera certeza, todo lo que podemos conocer tiene como punto de partida al ser humano y su perspectiva sobre el entorno, de igual forma a pesar de que cada cultura, cada etnia tenga unas particularidades todos somos seres humanos pues compartimos unas capacidades similares, entre estas el lenguaje y en este la base de nuestra capacidad y necesidad de conocer, de dar explicaciones, de dar en definitiva significados.

Las ciencias, las disciplinas e incluso las costumbres populares no hacen otra cosa que dar significados, atribuir relaciones entre hechos, conceptos o entre ambos. Por tanto la posibilidad de conocer pasa por integrar tantas perspectivas como se pueda sin caer en el imposible, de forma que cada modalidad científica aporte una visión significativa contextualizada para que entre todas formar una macrovisión integradora y coherente de nuestra significación-construcción de realidad.

Investigar es acercase al objeto para o bien atribuirle un significado (etic) o para conocer la atribución de significado que otros le dan a este (emic), reformulando/creando en cualquier caso una nueva creación significativa “la investigación”(
reflexividad). Para ello es necesario la relación, la vinculación con la personas, la conversación, el conocimiento de su cultura (lo suficiente para no cerrarte todas las puertas nada más llegar al trabajo de campo) No quería dejar pasar por alto la importancia de la relación, pues parece que hablando de epistemología olvidamos que todo nuestro mundo pasa por la relación directa e indirecta con otras personas, y por tanto la investigación en ciencias sociales (e incluso en naturales) pasa también por esta relación que es un espacio de realidad construida en la interacción única particular e irrepetible.

Las personas son las protagonistas del efecto/acto de la acción social que se manifiesta en una perspectiva micro, ahora bien la acción agregada en un espacio cultural institucionalizado conforma la perspectiva macro de los hechos sociales, es decir, en la investigación hay que intentar dar cuenta de este proceso; podemos partir de entrevistas, de observación participante, a pequeña escala de no más de uno o una familia de individuos, para después pasar a otros datos a partir de mapas, relaciones sociales, genealogías… para poder relacionar esas historias de vida, o situaciones, con la historia, los censos, las cifras macroeconómicas/sociales… Cada situación y perspectiva tiene sus fuentes y sus métodos de abordaje y es el investigador el que ha de decidir cual es la más oportuna, pero lo que ha de ser común en toda investigación es la voluntad por parte del investigador de interrelacionar los dos niveles de análisis etnográfico macro/micro, pues solo así podemos integrar los procesos para dar cuenta del cambio, la trasformación, las interrelaciones entre los elementos, en definitiva dar cuenta del objeto de la investigación en cuantas dimensiones y visiones seamos capaces dentro de la coherencia y en relación con otras investigaciones, hacia un conocimiento nosológico lo más completo posible.

No se trata mediante la integración de disciplinas científicas y de fuentes y métodos en las investigaciones de realizar un “mapa” de la “realidad” tan grande como la “realidad” misma, sino más bien se trata de intentar dar cuenta del principio de emergencia que conforman las sociedades, de ver las interacciones entre las partes del sistema, que por separado no son nada comparado con el resultado de su interacción. De conocer la orbita de la recursividad de la naturaleza biológica-cultural del ser humano, de aplicar modelos y métodos que nos sirvan para explicarnos en definitiva por qué somos como somos, qué nos hace ser así y qué podemos trasformar hacia lo que creemos más conveniente.
De lo anterior se manifiesta la necesidad de una perspectiva del ser humano antropológica, sociológica, filosófica, histórica, biológica, neurológica… Sin perder nunca de vista que aunque ambas disciplinas interactúen. Sin olvidar que cada una posee su propio campo de acción, es precisamente en los límites difusos entre una disciplina y otra en los que hay que realizar todas las sinapsis que nos sean posibles para conseguir de los flujos interactivos más potencialidad explicativa que de la suma de sus partes.



[1] No positivista, concepto Darwinista.

Christian