sábado, 9 de agosto de 2008

* Realismo y la ciencia asesina

Los técnicos están
inclinados sobre las mesas de dibujo:
una cifra equivocada, y las ciudades del enemigo
se salvarán de la destrucción
Bertold Brecht (Catón de guerra alemán)

He partido de la dicotomía entre realismo y nominalismo como base del análisis de la ciencia como elemento de dominación o, más bien, de homicida involuntario. Puede que haya definido éstos en términos muy estrechos, lo que trataba era de desgranar el realismo que impregna toda ciencia y filosofía, para hacer notar su carácter represor. El texto quiere guardar relación con algunos otros que se han colgado, dialogar con ellos (¡vale ya de despersonalizarme!), entre otros con ¿Responsabilidad histórica?, La ficción de Galileo, Especialización deshumanizadora, El conocimiento no es un acto individual y El habitus del sociólogo. Me he valido de la expresión de Christian, mamporrero, de la que no me he preocupado de explicar. Así que, si hay alguna duda, Christian tiende a explicarse mejor que yo…

Realismo y nominalismo

En sociología, algunos autores,[1] asimilan una relación entre realismo y holismo metodológico; y entre nominalismo e individualismo metodológico. La primera, parece no necesitar de una explicación demasiado rebuscada. El realismo tiende a afirmar la existencia de objetos (sensoriales) como manifestación de un universal: un cúmulo de características manifiestan la clase social –por ejemplo-. A esto le correspondería una visión holista de la realidad, es decir, la clase social es la variable a analizar para entender el comportamiento individual. En cuanto a la segunda, (se supone que) si el nominalismo niega la existencia de los universales, a favor de lo particular: lo social se explicaría (se supone) desde los individuos. Por lo que (se supone), habría una visión individualista de la realidad, es decir, el individuo explicaría/constituiría lo social. (Las suposiciones las dejamos, de momento, a un lado).

Vayamos al correlato ideológico, en cuanto a justificación, o político, en cuanto a las consecuencias, del entramado de estas metodologías. El holismo metodológico tendría un carácter republicano. Si ese orden universal, sea teleológico o categórico, lógico desde la perspectiva ontológica (v. r.), preexiste la labor política (de los Reyes Filósofos, por ejemplo) consistirá en armonizar la particualidad con su universal. La lógica de las ideas habrá de imponerse a la “lógica” de las cosas. El orden se impondrá desde la totalidad. En este caso, el individuo desde la sociedad. O dicho en términos científicos, mamporreo.
En cuanto al individualismo metodológico, la construcción social desde la totalidad sería un encorsetamiento de la realidad. Los individuos son la unidad existente, y a partir de ellos, cabe reconocer consecuencias. La admisión de esta unidad ontológica –el individuo- en en contra de ésa otra, iría en detrimento de la gestión de las cosas desde lo público –un ente común, por ello universal, de los individuos. La lógica de las cosas no se impondría a nada, discurriría sin más (se supone).

Con esta descripción breve, como siempre, el neoliberalismo nos la ha metido. Creo que tanto el holismo como el individualismo metodológicos son nominalistas. Cagarnos en el republicanismo –Gulagh, Holocausto-, no genera problemas. Como viene siendo característico del liberalismo bien ataviado, a ojos ingenuos, parece lo que no es. El holismo reposaría en una visión realista. De acuerdo. Pero, ¿acaso la asunción de una existencia ontológica común a todos los elementos, como lo es el individuo, no implica la asunción de una posición realista?

Si existe algo común a todos los individuos: la existencia del hombre con racionalidad, unas necesidades ilimitadas, una biografía lineal. El individualismo metodológico no se puede aplicar si no es desde la asunción de un elemento común a los individuos: la racionalidad, las representaciones similares, o una etiología de patologías. Tras la igualdad intrínseca del ser humano, con el universal del valor de cambio, que se postula se desencadena el capitalismo manchesteriano. Otros elementos como la unidad –impuesta desde fuera- del individuo tiene su correlato en el sentido de la responsabilidad, en el manicomio y la cárcel, por tanto. Mamporreo, también. Así pues, se trataría de una posición igualmente realista que la anterior.

Vías de huida de los realismos liberal y republicano

A modo de simplificación, podríamos decir que ambas posturas descansan en dos concepciones (pre)antropológicas del ser humano. Por un lado, Rousseau y un homo socialis. Por otro, Hobbes y un homo aeconomicus. Ambos explican lo social, lo público. Rousseau como inherente al ser humano, Hobbes como extraño. Y en cuanto a lo individual, lo privado, lo contrario. El pecado original consistiría, según Rousseau en el que dijo por primera vez “esto es mío”, en la propiedad privada. Según Hobbes la eterna guerra (homo homini lupus) generaría a partir del interés individual un Leviathan. Volveremos más adelante, de momento, el primero se expresaría en la contingencia: un cabrón va y dice “esto es mío”. El segundo, de la necesidad: lo público es consecuencia lógica del egoísmo racional-instrumental.[2] Ambas tienen sus huidas[3], en la dirección opuesta.

Llevados a la práctica, podríamos ilustrar dos ejemplos de constitución de dos régimenes opuestos desde el bagaje liberal y republicano, respectivamente. A pesar de la sociabilidad común del individuo, la República (léase la URSS) se basa en leyes, sancionadas, que al introducir calculabilidad a sus actos se mueve en los parámetros explicativos individualista-metodológicos. Para explicar esto, autores exégetas como Lenin, “huyen” con el cuento del estado que se dormirá para dar paso al comunismo. Y, en el polo “contrario”, la libre competencia necesita de normas para su ejercicio, la “huida” del vigilante nocturno de Locke, o el dinero, o que como diría Adri, la consecuencia lógica de esta visión sería que “la crisis que la paguen los capitalistas”, algo inconcebible máxime si ese pagar es ficción.

Así, en ambas visiones se invierte la relación a la hora de explicar que las bondades de la aplicación de lo inherente (lo social o lo individual, según el caso) como superador de la contradicción entrañada en lo artificial. La apología de Rousseau “obedecer a la ley para ser libres”. Y, por el contrario, la de Mandeville “vicio privado, moral pública”. Que Rousseau se preocupe por la libertad individual, y Mandeville por el bienestar público, nos indica hasta qué punto estos autores rodean lo que consideran artificioso para convencernos de la bondad de sus postulados. Ambas frases se hallan en contradicción lógica, ya que supone que las fuentes de la que dimana el contrario de lo natural, es lo natural mismo, y la naturaleza su garante. En ambos, se impone la lógica de las ideas a… todo.

Historia de la sociología mamporrera

Frente a otras disciplinas, desde la institucionalización de la sociología, ésta ha revestido un carácter realista-republicano. Empezando por el mismo Durkheim, se dibuja una sociedad que se define en contraste con la sociedad del antiguo régimen, cuya especialización posibilita la creación del individualismo. Sin el viaje de vuelta al comunitarismo, la integración no es posible. Durkheim trata de demostrar la base social-comunitaria del comportamiento individual, el hecho social, para revelarnos su naturaleza, para luego volver un viaje de vuelta a la conciliación con sus raíces en la solidaridad orgánica: su preocupación por la sociología de la educación para la consecución de un medio de integración pedagógica para la República Francesa, mamporreo.
Al mismo tiempo, Weber, que encajaría mejor en el esquema hobbesiano de la necesidad, es decir, la sociedad como fruto de la agregación de los individuos. Aquí simplemente me refiero a algunos hechos que le situarían en esa perspectiva hobbesiana (aunque creo que no habrá demasiado consenso al respecto):
1. Espíritu del capitalismo como fruto de la agregación de la ética protestante en ciertos individuos que progresan[4]. Capitalismo mismo (como sistema) como fruto del conjunto de expectativas que se generan a los individuos (representaciones), y su reproducción en tanto que reproducción en acciones individuales. (Esto podría reflejarse mediante el Dilema del Prisionero)
2. La preocupación por la distinción entre lo social y lo comunitario que hace Weber. Podría encajar bien con Durkheim: a partir del sistema asociativo creado en la solidaridad orgánica, el individuo se convierte en centro de la acción, cuyas consecuencias se trasmutan en sistema, y así sucesivamente. Pero el esquema a partir del cual analiza la modernidad es agregativo.

Entre ambos, habría diferencias de método nada desdeñables. Un Durkheim que, en El Suicidio, estudia el fenómeno individual del suicidio a partir de datos generales de la propia nación (y no de la condición particular del propio individuo[5]), como católico-protestante, tasa de divorcio, guerra-paz, midiendo la integración social de los mismos. Y un Weber que estudia la creencia de unos individuos, que a partir de dicha creencia generan el capital invertible y la condición de asalariado, creando a su vez un conjunto de expectativas que genera en los individuos la reproducción de dicho sistema (jaula de hierro). No es casual que el uno hable de hecho social y el otro de acción social. Que el primero alcance siempre al individuo, ya que tiene la sociedad como garante de la propiedad de individuo: un religioso dedicado a la contemplación individual estaría imbuido por lo social. Mientras que el segundo sólo alcance al individuo en grupo: sólo en tanto se interactúa con otros estamos hablando de algo social.[6]

Durante el periodo de construcción de naciones, después de la Gran Guerra, y la guerra fría, el interés de la sociología se limita a mantener la unidad nacional. La sociología es holista y republicana, la distinción –según Lamo de Espinosa- se articula en el eje sociología marxista y antimarxista. Un Parsons empeñado en que todo es funcional, nos recuerda a Hegel si cambiamos racional por funcional: “todo lo real es funcional, todo lo funcional es real”. En Europa, Althusser formula un hiper-estructuralismo afirmando que la acción no la hacen los individuos sino sus posiciones de clase. Tenemos dos visiones igualmente fatalistas de la sociedad, una optimista y la otra pesimista, una sociedad tan hermética como los muros que dividen en dos el mundo.

De modo paralelo, se va gestando una sociología crítica, en la que la noción de estructura determina superestructura de Marx se desvanece. La Escuela de Frankfurt formula que la ciencia, lejos de ser emancipadora, ha contribuido al disciplinamiento de las sociedades. El marxismo como ortodoxia no se salva, al igual que tampoco lo hace el liberalismo. La ciencia tiene que recuperar la conciencia de sí. También se habren paso escuelas pragmáticas y fenomenológicas, que refuerzan la idea de ciencia como constructo. Creo no errar[7], si considero que de uno u otro modo estamos imbuidos por estas perspectivas. Ahora bien, la idea de crítica o reflexividad no nos exime del mamporrerismo que la ciencia y la filosofía, per sé[8], detentan. Como mucho nos hace sentir mejor.

La Escuela de Frankfurt veía en la teoría crítica una forma de superar la división del trabajo que juzgaba burguesa, para recuperar el paraíso perdido de la sociedad sin clases.[9] Pero esta perspectiva no se aleja en exceso, a pesar de su pretensión de hacerlo, de la idea de intelligentsia formulada por Mannheim.[10] La base antagónica que pretende tener, dialéctica negativa, no es otra cosa que la formulación de la misma idea en términos opuestos, es decir, la misma idea. Marcuse decía que la crítica creada en la Ilustración era un elemento constitutivo de la nueva sociedad que venía siendo gobernada por un nueva élite y que, a los ojos de ésta, la crítica perdía todo su sentido en el momento de constituirse la sociedad bueguesa.[11]No podemos decir, entonces, más que la teoría crítica se nutre del intento de constituir las bases de otra sociedad. Pero su base es eminentemente moderna y, como no, realista. No se trata de sí hay que imponer o dejar de imponer (realismo o nominalismo), si no de si hay que imponer una cosa o la otra (republicanismo o liberalismo), así pues, mamporreo.

Tres ideas

Los modos de modernización han implicado su sobrante, como señala Baumann. El liberalismo inglés trajo consigo, a parte de su huida ideológica mediante la cruenta ley de pobres (huida y fundamento), el capitalismo manchesteriano. El republicanismo nacionalsocialista o sóvietico, su Auschwitz y su Gulag. Pero no se trata únicamente del sobrante que no se somete y no se halla en posición de beneficiarse de esa modernización, sean los judíos o el ejército de reserva. No es un canto humani(tari)sta. De lo que se trata es de que los no judíos y los trabajadores en tanto que asalariados están igualmente sometidos a esos corsés que la ciencia y la filosofía impone. La subsunción formal, como diría Marx, se nos impone a todos por igual (o, bueno, a unos más igual que a otros), al tratar nosotros de imponerla.
Y la pregunta que me planteo es por qué no renunciamos a esa aventura sin retorno llamada modernidad. ¿Por qué, a pesar de todo, nos empeñamos en hacer ciencia? (Y espero respuestas)
Lástima que nominalistas como Guillermo de Occam acaben se dejen seducir por los frutos del árbol de la sabiduría, claudicando en una dirección pragmática. Y es que, efectivamente, sin cierto realismo no puede hacerse ni ciencia ni filosofía. Occam formuló principios como la parsimonia. De acuerdo con lo que se ha llamado navaja de Occam, la explicación de un fenómeno es mejor, en igualdad de condiciones, cuanto más simple es ésta. Esto se ha traducido en parsimonia en la estadística: cuánto más expliquen menos variables, mejor. Esta seducción encerraría la asunción del nominalismo como ontología, pero caería en el peor de los realismos. Asume que la realidad no puede encorsetarse en universales, pero que de hacerlo opta por el mínimo de universales. Me gustaría que me dijeseis si este paso es lícito o no, viene a ser lo mismo que se puede decir respecto a la teoría crítica o la fenomenología.
Me he preguntado en varios textos por al posibilidad de encajar la posibilidad de la emancipación a partir de algunos marcos teóricos, especialmente desde Bourdieu, cuya formulación es muy similar a la ya planteada por Marx. Creo que la formulación científica niega la posibilidad de ver más allá de sus narices, es decir, es conservadora con la posibilidad de cambio, porque su formulación histórica y reformulación constante la llevan a la atrofia del pensamiento. Decía Bourdieu, en referencia a esto, que precisamente porque conocemos la ley de la gravedad podemos volar.[12] Yo creo que, precisamente, en el momento que enunciamos la ley nos sometemos a ella.


Puntos pendientes
- La racionalidad y los aprioris (espacio y tiempo; ergo, categorías y conceptos) de Kant, pueden ir más allá.
- Teoría crítica, ¿hasta dónde nos puede llevar?
- La crítica misma como instrumento de dominación.
NOTAS
* Me faltan algunas referencias bibliográficas, que me he dejado en Madrid.

[1] BELTRAN, Miguel. La realidad social. Tiene un capitulo dedicado a este tema, en el que establece esa relación. A pesar de todo, es bastante interesante. Se titula Realismo y nominalismo.
[2] A este respecto, Adorno se hace eco de esta “polémica”: “No son superfluas las especulaciones sobre si el antagonismo originario de la sociedad humana es un pedazo de historia natural prolongada, que hemos heredado según el principio homo homini lupus, o si ha sido producido, zései; o también, si, en caso de ser un producto, surgió de las necesidades de la supervivencia de la especie o, por el contrario, cuasi-contingentemente, a partir de arcaicos actos arbitrarios con que fue asumido el poder.” (FERLOSIO. Sobre la guerra. Destino, 2007. Pág. 89)
[3] Por “huida” entiendo un conjunto de afirmaciones que “complementan” la teoría o ideología, aun en contra de los fundamentos de la misma, para insistir en la existencia del postulado inicial. Al final, son explicaciones que no explican nada. Digamos que es un “salvar los muebles ideológico”. Mi favorita es de Engels: “el factor que en última instancia determina la historia es la producción y la reproducción de la vida real”
[4] El por qué progresan no lo tengo muy claro. O nos situamos en una perspectiva evolucionista, en el que hay una superioridad material (o, más bien, histórico-material) a partir de la ética de esas acciones. O nos situamos en la perspectiva de la agencia, en el que una clase que detenta el poder impone esa perseptiva, por ejemplo, que el rey de Inglaterra adopte tal credo (sólo como parte de la ascensión de una clase con ese credo). Me inclinó más por la segunda, ya que Weber señala que los judíos tenían una ética similar en algunos aspectos, pero que su condición de pariah no permitió su progreso. En cualquier caso, son las mismas dudas que me genera Marx; el primero, materialismo histórico; el segundo; la lucha de clases.
[5] A esta circunstancia respondía también la propia situación del almacenamiento de datos, el inicio de censos, etc. La creación de la nación mediante los impuestos, y para ello de los censos no es, en absoluto, baladí en la construcción de la sociología.
[6] Social y colectivo
[7] Especialmente en referencia al artículo de Christian La ficción de Galileo, cuya crítica va orientada a afirmar la ciencia como constructo
[8] Asimismo, el emplear el término “per sé” no me exime de mamporrerismo.
[9] “La teoría crítica, pese a toda su profunda comprensión de los pasos aislados y a la coincidencia de sus elementos con las teorías tradicionales más progresistas, no posee otra instancia específica que el interés, ínsito en ella, por la supresión de la injusticia social. Esta formulación negativa constituye, llevada a expresión abstracta, el contenido materialista del concepto idealista de razón.” (HORKHEIMER. Teoría crítica. Amorrortu, 2003. Pág. 270)
[10] Manheim es objeto de crítica por parte de gran parte de lo que se ha englobado bajo el epígrafe Teoría Crítica o Neomarxismo. A modo de ejemplo: BOURDIEU. Lección sobre la lección, Anagrama, 2002. Págs. 25-26. HORKHEIMER. Teoría crítica. Amorrortu, 2003. Págs. 252-253
[11] MARCUSE. El hombre unidimensional.
[12] BOURDIEU. Lección sobre la lección. Anagrama, 2002. Pág. 29: “…lamentar el pesimismo desencantador o los efectos desmovilizadores del análisis sociológico cuando éste formula por ejemplo las leyes de la reproducción social, tiene más o menos el mismo fundamento que reprochar a Galileo haber desalentado los sueños de volar estableciendo la ley de la caída los cuerpos.”
Asier Amezaga
Algorta, 9 de agosto de 2008 (día en que empiezan las fiestas del Puerto Viejo de Algorta)