miércoles, 28 de enero de 2009

*La frustración sociológica

No se si os sonará el estudio de la prestigiosa Universidad de Harvard, dirigido por el sociólogo Nicholas A. Christakis, que demostraba que la felicidad es contagiosa, argumentando que según sus observaciones cada amigo alegre que tengamos aumentará nuestra felicidad en un 9%. Habría que ojear minuciosamente el estudio completo para saber como esta gente llegó a calcular un índice cuantificable que mostrara la felicidad de las personas hasta el punto de poder establecer una ley científica con gran impacto mediático y publicado en la “British Medical Journal”.

Pero resulta que el mismo grupo de pseudocientíficos ha publicado los resultados de un reciente estudio donde “demuestra” que la sociabilidad se encuentra en nuestro código genético. Hasta aquí, la conclusión del estudio me puede parecer más o menos discutible, sin atreverme todavía a dudar con la completa seguridad del titular donde aparece la noticia, debido a mi completa ignorancia en el campo de la genética.

Lo curioso es que para llegar a tal afirmación, el estudio lo llevaron a cabo mediante el análisis de las redes sociales de 1.110 mellizos y gemelos participantes en el Estudio Nacional Longitudinal de Salud Adolescente. Y la justificación es la siguiente: Como las conexiones sociales de los hermanos gemelos (embrión único) se parecían más entre sí que la de los hermanos mellizos (distintos embriones) queda bastante claro que existe - no se lo pierdan - el gen de la popularidad como el elemento influyente en la amplitud de nuestras relaciones sociales.

La presencia de esta absurda noticia en la sección de Ciencia de uno de los principales diarios de tirada nacional, me lleva a la siguiente reflexión: Dado que dudo por completo que los resultados del estudio se los crean ellos mismos (digo yo que para llegar a investigar en Harvard tendrán un mínimo conocimiento del pensamiento psicosociológico) como para que en dos columnas de un periódico se les pegue una patada a toda la historia bibliográfica del conocimiento científico social, me planteo: ¿Qué narices empuja a un equipo de investigadores a decir este tipo de gilipolleces?


Desde mi punto de vista creo que la clave está en el carácter científico del estudio en sí. Carácter merecido simplemente por la aberración de cuantificar conceptos que ni siquiera están definidos de forma universal como es el de la felicidad unido a la moda que desde hace más bien poco supone todo lo relacionado con el código genético, y por tanto, la influencia de la herencia que ahora parece explicarlo todo lo que nos guste imaginar.

El hecho de que en los medios de comunicación solo muestren estudios de este tipo se puede deber entre otras cosas a dos causas principales. Por una parte a la opinión pública le resbalan los estudios sociológicos a no ser que traten sobre asuntos morbosos o de resultados impactantes. Por otra parte al lector solo le interesa creerse aquello en lo que su imagen se sienta beneficiada por los resultados del estudio en sí o le permite atribuirse relaciones de causalidad totalmente simplistas (“no tengo amigos…¡maldito código genético!”). Pero lo realmente triste es que existan cierto tipo de profesionales que para sentirse reconocidos tengan que recurrir a dar explicaciones que encajen con lo que en cada momento sea considerado como adelanto científico malgastando las millonarias inversiones destinadas a investigación, la innovación y el desarrollo.

6 comentarios:

BlackTaylor dijo...

No es la primera vez que se hacen este tipo de estudios. No me refiero en concreto a los de genetica, pero si a los que intentar hacer unas conezciones entre psicologia, sociologia y ciencia (natural). En el "super programa" de Redes tambien se realizan estos ejercicios. En la pagina del campus virtual de la complu incluso han subido uno de esos "documentales" que trata sobre el amor. No soy conocedora de la genetica ni de como influye en nosotros, pero me parece una tristeza reducir cualquier comportamiento social a los genes, reacciones quimicas o incluso a "instintos".
Lo mas desastroso es que, en muchas ocasiones, es tomado como una verdad incuestionable, ya que en la "pureza" del "metodo cientifico" no cabe la falsedad.

Anónimo dijo...

Es un tema que me pica mucho. La tendencia establecida gira en torno a dar explicaciones naturalistas a todo comportamiento, camuflando motivos sociales por razones biologistas o genetistas. Se da una invasión disciplinaria, al igual que pasaba anteriormente con las pretensiones de dar una explicación a las cosas en base a lo sobrenatural.

Pero tenemos bien interiorizada la idea de asociar ciencia con lo natural, significando esta exactitud y objetividad irrefutable. Luego me rio cuando leo algún ensayo científico y a partir del descubrimiento de una misma molécula las interpretaciones que surjen al respecto son totalmente variopintas e incluso contradictorias.

Pero bueno, hoy en día no se tiene ni idea de lo que es ciencia. No siquiera en las facultades de ciencias sociales eh, que en sus propias aulas y en la mayoría de casos no se distingue siquiera la sociología de la filosofía social ni se entienden las condiciones de nuestra materia como ciencia.

En fin, en el último libro de Punset, por ejemplo, trata de mostrar como la belleza obedece a un modelo universal predeterminado. Determinada proporción aurea es la clave, junto con otros aspectos como la simetría o la representación de salud, lo que a su vez determinará el amor. Esto hace que el canon siempre haya sido el mismo (dice)al igual que otros aspectos como el moreno han provocado siempre atractivo. No hace falta dejarse la cabeza para saber de la existencia de los cánones en los que se llevaban mujeres con curvas, el pálido o las relaciones entre sanos y tullidos.

Es de pena, la gran mentira de la ciencia de nuestros días.

Anónimo dijo...

Hace poco escribí algo que va al hilo:


Mayoritariamente está asumido que la labor de la disciplina de sociología pasa por generar un mejor conocimiento sobre el funcionamiento de la sociedad en sus diferentes implicaciones y procesos: instituciones sociales como la familia y la cuestión del género, sistemas de organización sociales y económicos, las diferentes culturas, los procesos de socialización, grupos y movimientos sociales, la estratificación social, el poder, el consumo, y un largo etcétera. Si bien es cierto, más allá de esta labor elemental, existe otra que no es tenida tanto en cuenta y que tradicionalmente ha quedado relegada a otras disciplinas. Hablo de la trascendencia de la sociología como ciencia que estudia el comportamiento humano. De estas dos aproximaciones a la materia de sociología es la primera la que la ha definido popularmente y por lo que resulta distinguida en mayor medida. Es al ignorar la segunda perspectiva de la labor sociológica cuando se pone el empeño en nadar a contra marea y de esta forma limitar el entendimiento del comportamiento humano.

Se suele decir que la diferencia entre psicología y sociología es que la primera estudia a un individuo y la segunda obtiene sus competencias cuando se juntan un par de ellos mínimo. Sin embargo esto no es del todo cierto, ya que el estudio del individuo es competencia esencial de la sociología, atendiendo esta vez a los factores sociales y culturales que determinan en la conducta de los seres humanos. Tradicionalmente, el estudio del comportamiento humano ha estado monopolizado por la biología, la psicología y demás ámbitos de lo natural. Esta pauta dominante supone un retraso para el progreso de la ciencia y del conocimiento, ya que no se puede pretender un estudio ni conclusiones mínimamente rigurosas sin atender a la naturaleza misma del Homo Sapiens como ser social. Es esta capacidad precisamente lo que nos diferencia del resto de animales, por lo que el estudio del ser humano como conjunto de bacterias y células se entiende vacío. Es la misma biología (y la neurología) la que abre las puertas al mundo de lo social al determinar las diferencias de los humanos respecto al resto de animales: un cerebro dotado en proporciones altamente desarrolladas de materia gris y una corteza cerebral encargada del desarrollo de los estímulos sensoriales, las respuestas motoras, la memoria, el reconocimiento de lo que nos rodea y la concentración intelectual. Esta diferencia en la dotación cerebral, es por tanto, lo que determina nuestra naturaleza social, y por ello es por lo que somos capaces de desarrollar diferentes lenguajes, comunicación y transmisión de ideas y conocimiento, capacidad de abstracción, sentido de la orientación temporal y demás aspectos que facilitan y promueven la interacción social.

Partiendo de la naturaleza de nuestra especie como seres sociales se sigue dando una paradoja. La religión y los mitos han servido tradicionalmente para dar explicaciones y sentido a los fenómenos a los que no llegaba el conocimiento científico y racional, resultando un escollo para el progreso del conocimiento mismo. Al igual que pasaba entonces ha pasado más recientemente con el mundo de lo natural y las explicaciones sobre el comportamiento humano. Estas disciplinas se han apropiado de tales explicaciones alegando con convencimiento que toda acción debe tener su explicación en los genes, en las células o en cualquier otro organismo de nuestro cuerpo. De esta forma, tal tesis conlleva la estrafalaria idea de que nuestra forma de ser, nuestro comportamiento y nuestra vida viene determinada desde el momento en que nacemos, por naturaleza e ignorando por consiguiente el carácter social de la especie humana. De manera análoga a lo que pasa con las explicaciones sobrenaturales, se observa como la tendencia a las explicaciones naturalistas supone un impedimento más al desarrollo del conocimiento sobre el comportamiento humano, una traba al progreso de la ciencia y al entendimiento de la especie humana con un mínimo de rigor. Todo ello muy a pesar de que las evidencias científicas, tanto en el terreno social como en el biológico y neurológico del que proviene la paradoja dicten lo contrario (conocimiento de la existencia de la materia gris y la corteza cerebral que dota a los humanos de inteligencia y de capacidad intelectual para procesos complejos; demostración de que la estructura cerebral varía más en función del estatus social y los roles desempeñados que de cuestiones de adscripción como el sexo, etc). Hoy en día, y aunque en menor medida, en la opinión publica las consideraciones del determinismo natural siguen gozando de alto estima, fenómeno que por reciente sigue sin despojarse de las consecuencias de la ignorancia. Es por ello por lo que las explicaciones naturales han invadido fenómenos que toman fundamento en el mundo de lo social, provocando un entendimiento deficiente de la realidad de nuestras vidas. Si no llega a ser por ello hasta hace poco la homosexualidad no hubiera figurado como enfermedad patológica en los libros de psiquiatría, por mencionar algún ejemplo de esas verdades de la ciencia de nuestros días que nos hemos empeñado en considerar como irrefutables e inquebrantables por defecto, anulando todo debate que pueda surgir al respecto.

javi dijo...

En cuanto a la razón por la que este tipo de estudios enfocados a dar explicaciones de los hechos sociales a través de determinaciones genéticas previas, cabría pensar si la millonada que se gastan se traduce finalmente en información morbosa más fácilmente divulgable. Últimamente está creciendo la disciplina de la sociobiología y cabría preguntarse el por qué de esto, al margen del rechazo que podamos manifestar hacia estas teorías.
Todos estos estudios sobre sociobiología se centran en los orígenes genéticos de las conductas sociales, a este respecto no creo que sean sociólogos los que duden si las condiciones sociales son menos determinantes que las biológicas. Sin embargo el empeño en buscar razones biológicas sobre la conducta creo actúa como elemento legitimador de posibles afirmaciones, ¿no os recuerda esto a lo del RH que hablaban para legitimar la existencia de una "raza" vasca? Yo lo veo Claro, si eres un fracasado en la vida, fíjate en tus antepasados y verás como estabas genéticamente condicionado al fracaso. La biología como elemento legitimador de la desigualdad.
Es por esto que las investigaciones en sociobiología no buscan el fín de alcanzar una mayor audiencia en las revistas, la morbosidad de estos estudios es mas bien un medio bastante aprovechable para influir en la imagen de las personas sobre la realidad que viven con el único fin de mantener el conformismo social.

Unknown dijo...

He entrado a buscar alguna referencia y encuentro algo en NPR (una cadena de radio) donde, además de poder la referencia a lo publicado por estos "doctores" puedes escuchar algunas lindezas sobre este contagio de felicidad en las 'redes sociales' que, por cierto, ¿qué tienen de sociales estas redes?
Lo de aumentar la felicidad en 9% me recuerda a la publicidad de algún producto para el pelo, en el que garantizan que con su aplicación el pelo será un 7% más brillante o un 5% más sano. ¡Chorradas! Yo a partir de hoy, seré un 4,5% más incrédulo...

Christian dijo...

Esta entrada habla de corporativismo de las ciencias sociales, más concretamente en la sociología. En cierta medida pienso que hay que defender la parcela de “análisis” que tenemos en CCSS. Ahora bien, para quitar complejos mejor decirlo a las claras.

Dicho esto, podríamos hablar de la inferencia de las Ciencias Naturales en el ámbito de lo social. Bueno, no creo que las disciplinas no sean complementarias (en el plano lógico en el mercadeo científico hay tensiones), pero estoy en contra de reduccionismos y de explicaciones segmentarias. Por desgracia, cada vez más (o eso me parece) me encuentro articulitos que defienden que si los genes explican tal… Creo que son modas, digamos que “la tentación de la certeza” es consustancial al ser humano.
La verdad que mira que me caía bien Punset pero Redes cada vez es más insoportable por este complejo sociológico que gastan (el último programa que vi “trataba” sobre la “”explicación”” genética de las “diferencias” entre “hombres” y “mujeres” ¿?). Leía un texto (hace un par de años) que hablaba como tradicionalmente las ciencias sociales han tenido complejo de las naturales, pero lo curioso es que con estas “explicaciones” de lo social desde las ciencias naturales resultaba que se había invertido y que eran las naturales las que poseían este complejo filosófico (o sociológico).
Hablando de complejos, estaría bien tratar el complejo filosófico que tenemos los aspirantes a sociólogos…