lunes, 15 de junio de 2009

Criminalización y desidia: ¿Quién vigila a los vigilantes de la democracia?

Una campaña electoral marcada por lo de siempre un juego de sombras entre el PP y el PSOE que dan la imagen de la diferencia se enzarzan en un juego de dimes y diretes, nos hacen creer que tienen dos programas alternativos que ni si quiera aparecen en el juego, un juego que no se basa en diferencias políticas o puntos de opinión contrapuestos, sino en cómo se utilizan los coches oficiales, aquí huele a rancio.
Mientras todo el aparato jurídico-estatal se pone en marchas con sus largos tentáculo mass-media, y grupos de poder, para criminalizar un candidatura que suma a gran parte de la izquierda radical del estado español que lucha por la soberanía de los pueblos y por una salida de clase a la crisis, sin embargo esta sale adelante, aun con la criminalización por el voto y participación de la izquierda abertzale en la campaña.

Es complicado avanzar hacia el conocimiento del conflicto nacional dentro de una sociedad amnésica, que no recuerda que en su época incluso el PSOE llevaba la autodeterminación en su programa, o que el rey fue puesto a dedo por el caudillo.

La desidia es la actitud generalizada, hace que en España no vote nada más que el 46% de los posibles votantes o en Portugal un 37%, lo que puede representar varias cosas:
• Una crisis de la creencia en la clase política de los distintos estados de la UE.
• La propia crisis del sistema político que hace desvincularse a los ciudadanos/trabajadores de su derecho al voto.
• Que la abstención sea intencionada por creencias anarquistas y/o libertarias.
• La creencia en que este sistema no se puede cambiar desde dentro, ni utilizando los resquicios que te da el propio sistema para boicotearlo.

Seguramente sea una suma de todos estos elementos y muchos más. La cuestión es que ni siquiera los mismos políticos, si el voto que se da va en contra de los principios del régimen político, quieren que se sume un solo voto a la supuesta fiesta de la democracia, así varios son los puntos contra los cuales se boicoteara tanto en las urnas como en las calles cualquier acción seria que se intente cambiar:
• La misma forma del régimen político es decir:
o La monarquía heredada del franquismo y la indisolubilidad de la nación-estado español/a.
• La forma capitalista del modo de producción.

Además estas ideas de cambio por el hecho de ser consideradas revolucionarias ú alteradoras del orden nómico existente serán perseguidas y sus portadores serán tachados como delincuentes, terroristas o anticuados.

Hay tantos ejemplos de esto. Pero sobre todo uno que es el más visible y clarificador, se trata de la ley partidos que en su contenido y aplicación tiene unos tintes feudalescos apabullantes y encarcela a personas por delitos de opinión.

Por último contar unas de las más relevantes tropelías que se han producido en estas elecciones europeas contra IISP:
1. País Vasco: Más de 1.300 votos que se habían traspasado a otras candidaturas, que casualmente estaban a nuestro lado.
2. Catalunya, Asturias: Negación del derecho a compañeros apoderados de la supervisión del recuento de votos en la junta electoral de zona.
Sin contar anécdotas como las que nos han llegado por compañeros de las juventudes comunistas de “Estos son votos nulos no, acuerdo generalizado, y adiós votos.
Por ello y hoy más que nunca asistimos a uno días negros para esta nuestra supuesta democracia, en que no se condenan ataques como los fraudes electorales, la democracia se ha quedado en una simple reliquia y además legítima y endurece más que en cualquier otro régimen la represión. La violencia legítima cuyo ejercicio es ejecutado por el Estado, si no es vigilado ejerce la más cruel de las dictaduras por ello hay que hacerse la pregunta, ¿quién vigila a los vigilantes?

Para finalizar creo acertada la inclusión de una frase de Marcuse:

La democracia (yo añadiría "burguesa") consolida la dominación más fuertemente que el absolutismo. Libertad administrada y represión instintiva llegan a ser las fuentes renovadas sin cesar de la productividad.
Herbert Marcuse
Adrián Ruiz Ibáñez

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