lunes, 23 de agosto de 2010

Protestantismo y Capitalismo...otra vez

El País publica hoy un pequeño reportaje sobre la relación entre protestantismo y capitalismo, a la luz de nuevos datos que pondrían en entredicho las tesis de Weber en La ética protestante y el espíritu del capitalismo:

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/economia/entiende/poco/dioses/elpepisoc/20100823elpepisoc_1/Tes


Algunas observaciones:

- Muy rápido decreta la periodista que se ha "matado a Weber" sólo porque ahora salga un señor en Estados Unidos cuestionando algunos aspectos de La ética...Como señala el mismo Cantoni en un mini-artículo publicado en Foreign Policy (http://www.foreignpolicy.com/articles/2010/02/22/godly_business), la obra de Weber no ha tenido que esperar a 2010 para que le llovieran las críticas: fue polémica desde el principio (si tuviera mi edición a mano citaría alguna de las obras que la ponen en duda). En cualquier caso, que nuevos datos puedan venir a relativizar o contradecir totalmente las tesis de Weber no significa que haya que quemar el libro. Sin hacer una defensa ciega y ortodoxa de los "clásicos", los "padres fundadores", etc. -consagrando lo consagrado-, creo que hay mucho rescatable en esa obra y bastante a envidiar por muchas investigaciones actuales.

- No sólo criticar o poner en duda esta obra de Weber, ya sea teóricamente o a partir de nuevos datos, no es algo nuevo, es ya "volver sobre lo mismo" y criticar lo criticado sin arriesgarse demasiado, sino que probablemente es lo que Weber hubiera querido (luego no se le está matando por ello). Si releemos su conferencia sobre "la ciencia como vocación" (El político y el científico), veremos que su apuesta es por un conocimiento científico (social o no) siempre parcial y provisional, a la espera de ser "superado" por aportaciones posteriores. Sin duda es algo que hay que hacer, pero "bien".

- Cantoni cuestiona La ética... "en su terreno" (en un tiempo y lugar más o menos compartido; entre 1300 y 1900 en las ciudades alemanas), como es de recibo, y avisa contra extrapolaciones gratuitas al presente, algo demasiado tentador para la periodista, por lo que se ve, que enseguida saca el tema de los países en desarrollo (musulmanes, tigres asiáticos, etc.) y su diferente potencial económico. Evidentemente, no se puede rebatir la tesis de Weber analizando estos casos actuales, puesto que el análisis que él hace se circunscribe a una "individualidad histórica", como él dice, a un fenómeno histórico singular, contingente, localizado en una época y en un lugar. Si bien el paralelismo entre ambas contingencias históricas puede dar claves interesantes para la interpretación, no debe hacerse una equivalencia rápida y cuestionable entre ambos casos, y, desde luego, no deben tomarse nunca las tesis de Weber en este caso como "leyes" sociales, puesto que no tienen mayor pretensión que aclarar esa "singularidad histórica" (de hecho, al final del libro, Weber viene a decir que esta "mentalidad" que sirvió de apoyo al desarrollo inicial del primer capitalismo ya en la época en la que escribe -principios del XX- no cumple el mismo papel ni tiene la misma importancia, puesto que el capitalismo se ha autonomizado y se ha convertido en una enorme máquina que se impone por sí misma -la jaula de hierro-).

- El artículo también hace referencia a un debate que no abrió Weber: el de si la religión influye en la obtención de mayores o menores resultados económicos. Weber no analizaba en La ética..."la riqueza de las naciones según su religión", no analizaba números, cantidades de pasta -el crecimiento económico, vaya-, sino una determinada "mentalidad" (el "espíritu del capitalismo"), que tomaba apoyo en algunos elementos de la ética calvinista. Y ello a partir de textos religiosos y teológicos. Es, como diríamos en la actualidad, una investigación cualitativa basada en un análisis del discurso. A cada objeto un método: al crecimiento económico, los números; a las mentalidades, los sentidos y los discursos. En este sentido, Weber, en una actitud de pluralismo metodológico que le honra, reconoce la limitación de su análisis al final del libro: se trata de una perspectiva particular sobre un fenómeno complejo que tiene más caras y puede estudiarse de otras maneras (entre otras, combinando cuanti-cuali, claro). No le pidamos peras al olmo.

Hasta aquí el comentario, que pretendía ser mucho más breve (lo siento, me he dejado llevar por el "espíritu del puretismo").
Un saludo

1 comentario:

Gerchu Arriaga dijo...

Claramente la autora del articulo del diario nunca entendió lo que es un tipo ideal en Weber, ni el concepto de afinidad electiva, es una lastima que se malinterprete a Max Weber, especialmente desde un diario con una gran tirada y con llegada al publico

Muy bueno el blog, Germán Arriaga
http://germanarriaga.wordpress.com/