La noticia del día (casi del mes o la década) es el intervencionismo del Estado como "salvación" de la economía. Sin entrar en la naturaleza estructural o súper estructural de la globalización (porque no acabaríamos), el papel de los Estados en el sistema-mundo moderno o la necesidad de que una economía capitalista sea mundial desde siempre, los análisis de los distintos "expertos económicos" deberían tomar en consideración dos aspectos que parece se han obviado por razones de pragmatismo. El primero de ellos es la "desaparición" del libre mercado como dinámica socio-económica y como ideología; leyendo entre las páginas "especializadas" de economía/empresas de El Mundo, El País, Expansión y algunos artículos de Rebelión, salta a la vista el (casi) deseo del "fin del librecambismo". Como si no se tratara de una estrategia coyuntural para la crisis, la mayoría de titulares insisten en el malestar de republicanos, liberales, neocons, etc., ante lo que, según ellos, se trata de la "entrada del socialismo" en EEUU. Evidentemente, ni fin de libre mercado ni gaitas; ahora, como en 1930, como en 1945 y como en la década de los 60, el declive del "libre mercado" hace propicia la estrategia intervencionista y, por qué no, cuando se haya reflotado la acumulación capitalista de modo "intervencionista" se volverá a la teología del libre mercado. Nada nuevo a la vista, sólo que el único que advierte de este peligro (manda cojones) es Joaquín Estefanía en El País. Como he dicho que no íbamos a entrar en polémicas acerca del "librecambismo" (USA sigue la misma estrategia: una regulación de supuesta "desregulación" no es favorable, aceleremos la intervención, pues) o el "intervencionismo" (no sólo es Wallerstein el del debate teórico; Sweezy, Braudel o Polanyi también insisten en esto: no existe ni librecambismo ni intervencionismo, depende de los "centros"-semiperiferias-periferias, y también de la hegemonía contextual específica), pasemos a dos cuestiones derivadas. La primera, la del "intervencionismo": llama la atención que la mayoría de titulares/noticias/AIE hablan de "una intervención de los fondos públicos (...), aumento de impuestos (...) esfuerzo de los contribuyentes, etc.", como si se tratara de un "retorno al Estado de Bienestar". Pues bien, de eso nada: el hipotético intervencionismo se tendría que restringir a aquéllos espacios más "dependientes" del intercambio desigual y los cambios monetarios y financieros, de lo cual cabría inferir que los más "autónomos" no se verían afectados, o estarían menos influidos, por la crisis mundial. Pero por autonomía me refiero a directa interacción, no a que sean ellos los determinantes de la economía-mundo capitalista. Es decir, que la crisis se pueda notar "menos" en Venezuela, Irán o China no se debe a su supuesto "retraso" (se oye cada cosa) respecto al resto, sino a que sus desarrollos económicos, aun siendo capitalistas en los tres países (sí, en los tres, incluido Venezuela, por supuesto) no se ven tan supeditados a ese régimen financiero internacional, de ahí que los más afectados sean los que disponen de un capitalismo financiero más desarrollado y "dependiente" del resto de consumo mundial. Hasta aquí se repite la misma dinámica que Karl Polanyi anunciara en La gran transformación para los Estados que no se convirtieron al fascismo (USA, China o Gran Bretaña o, por supuesto, la URSS): la tesis de aquél es que el fascismo era (es) un riesgo mundial de la economía capitalista (similar a lo de "fase superior" del capitalismo) en los Estados que tenían una dependencia cambiaria respecto al sistema financiero internacional [no es que en UK o USA no existiera, pero al "salirse" antes de este sistema monetario pudieron evitar el riesgo de modo total. Puede hacerse alguna crítica, pero la propuesta es coherente]. Pero, y aquí viene la segunda parte, todos sabemos que el fascismo emergió cuando los grandes capitales dieron su apoyo a los partidos fascistas-nazis-ultranacionalistas reaccionarios como REACCIÓN contra la revolución social o, al menos, contra la "autoprotección de la sociedad frente al mercado", que diría Polanyi. Y, primero el fascismo y después los Estados del bienestar, el capitalismo tuvo que ceder buena parte de la plusvalía a derechos sociales, cogestión y demás ventajas/conquistas de clase [sí, y con la mitad de la clase en casa de esclavas domésticas, también hay que decirlo]. Pero existía una organización de base, un movimiento sindical y una oposición frontal al mercado y, en muchos espacios, al mismo capitalismo. En estos momentos dicha crítica radical no existe, por lo cual es cuestionable que el fascismo como tal resurja como "freno" de la revolución; ahora bien, primero un riesgo en la acumulación capitalista. Después un "retorno" del nacionalismo agresivo, y ahora una cuestión que no se ha tenido en cuenta: la intervención en EEUU no habla de "expansión del consumo", ni de obras públicas, ni déficit público relativo al gasto social...No, se habla de intervenir la "fase financiera" del capitalismo, es decir, de intervenir algo que ni la inversión entiende muchas veces, de tal que la incertidumbre no sea "tan" grande y las burbujas no revienten de forma tan severa. Pero no existe a la vista ni una intervención social favorable ni al trabajo, antes al contrario, se habla de "esfuerzos" públicos, de "sacrificios nacionales", de retorno de los inmigrantes y demás ideologías; para colmo, el plan de "rescate estadounidense" dota de plenos poderes al Secretario del Tesoro para que mueva fondos, intervenga y ocasione la debida "salvaguarda" del capitalismo, liberado en muchas ocasiones de contrapartida ciudadana. Cuidado, porque esta intervención no conlleva una expansión, sino un recorte (qué raro), de derechos sociales, control democrático del pueblo ni nada, excepto un informe al Congreso de los EEUU. Es decir, que la "salvación" se va a hacer por la vía rápida, no por el intervencionismo a largo plazo del Estado Social, sino por una macrointervención de la punta de lanza capitalista que es el capital financiero, en el que el trabajo poco tiene que hacer. En su día fueron los capitales industriales (y militares) los que se intervinieron en "bloque"; las fusiones, concentración y acumulación de capital en grandes trusts dieron con el conocido "imperialismo como fase superior del capitalismo", a lo cual siguieron dos guerras mundiales. Y para buscar más paralelismos, fueron los fascismos los que recurrieron a esta intervención rápida mientras el resto miraban o controlaban la economía a largo plazo. Si la intervención sirve para reflotar el capitalismo o sólo para reducir control de los bancos y devolverlos a los macro-grupos transnacionales, dándoles aire antes de un cataclismo global, sólo nos lo dirá el tiempo. Pero mientras unos Estados sufren la crisis del capitalismo, en otros lugares hace tiempo que hay revueltas por la harina; si Estados Unidos interviene el capitalismo financiero de forma indiscriminada y sin control, el precio de reflotar el capitalismo será el mismo que el de la "libertad y la democracia duradera", es decir, que el intervencionismo se revelará de una vez y por todas el clavo ardiendo al que se aferra el capital, y nunca se hizo de forma tan descarada. Si de repente se espera que la economía-mundo pase de ser capitalista a un altruismo idealista y bastante absurdo, nos equivocaremos y las consecuencias no sabemos aún cuáles serán. Lo que sí está claro es que de intervencionismo "salvador" nada de nada; jamás habían declarado abiertamente que " de no intervenir el capitalismo entrará en una crisis incorregible", y lo peor es que las consecuencias no las pagan ellos, sino las periferias más dependientes. Ahora se abren dos interrogantes: la concentración de capital puede retomar la senda anterior del capitalismo, pero "más global", reduciendo el papel de los bancos al de "meros agentes de cambio" (al estilo Bretton Woods), con lo cual la próxima crisis podría abocar a los bancos a desaparecer y a las grandes empresas a ser destruidas como forma de acumulación [esta es la tesis de Sweezy, siempre que exista oposición alternativa, claro, y derrumbándose por los eslabones débiles de la cadena]. Pero también podrían iniciar, una vez más, una guerra mundial, de manera que la "turbo expansión" del capitalismo diese alas también a una especie de autoritarismo internacional, auspiciado en varios frentes. La novedad es que ningún Estado puede, en estos momentos, desencadenar un conflicto mundial que sea favorable a la acumulación, unos por razones políticas (China ya está bastante cuestionada por su sistema político, como Irán), otros por cuestiones económicas (sin ir más lejos, Rusia tendría que incrementar su modelo de "desarrollo regional autocentrado", que diría Amin), o sociales y militares (sin ir más lejos, Estados Unidos, que no podría afrontar seis o siete frentes simultáneos o Brasil, aún en desarrollo imperial-militar), así que la cuestión quedaría en esos "frentes múltiples", pero encabezados por cada régimen aliado en lugar de por el mismo Imperio. La tesis "optimista" es que la punta del iceberg capitalista, en esos momentos, sería un capital tecnológico-informativo que daría alas, "por fin", a una superación del capitalismo en clave estructural. Pero aquí existen varios problemas: el primero es que lo que se pretende como "materialismo dialéctico" es mero voluntarismo. No faltan ejemplos que, aludiendo a su carácter "marxiano", niegan, a su vez, toda inspiración marxista y a la vez "voluntarista" (por ejemplo, la mayoría del posmodernismo "raro", esto lo explicaremos otro día, sin ir más lejos Multitud de Negri-Hardt). Y es simple voluntarismo porque, aunque sea imaginativa la solución de "trabajo inmaterial" (y también capital), esa forma de "red" no crea sino enlaces "superficiales"; una de las claves de la toma de conciencia (cual sea ésta) es su socialización. Si ésta se traduce en mera formalidad (y no materialidad, perdonen la expresión), lo que, en principio, sería un asociacionismo con "tendencia histórica al socialismo" terminaría como una guerra intraclasista por lo mismo, un capitalismo social o "societal" (ya tenemos bastante extendida esta hegemonía, me parece). La segunda pega es que, para una expansión del capital, se necesita "algo" más que la intervención del Estado: si es tan crítica la recesión (que lo es), la cuestión sería expandir el consumo, pero dado que el crédito está agotado, aquéllo depende de qué elemento se introduzca en el mercado [y, sinceramente, no creo que la cuestión de las acciones "populares", hace tiempo sugerida, sea muy plausible en el ámbito del trabajo]. La tercera cuestión es ese "optimismo" acerca del fin del capitalismo; hasta ahora, la economía mundial ha necesitado de Estados, pero si por algún casual las ciudades-mundiales fueran eficaces a aquélla, no tenemos por qué suponer que la próxima crisis capitalista no sería la de la economía-mundo capitalista en ámbitos de ciudades-mundo.
Claro que ésta podría ser la "buena" y que todo el mundo viera las contradicciones del sistema...A modo de corolario y para alimentar la polémica, publico aquí una entrada del blog del "cojonudo" (Carballo dixit) Sistema Económico Mundial, de 1 de enero de 2008:
Históricamente, el proteccionismo fue la manera en que los Estados se "cerraban", o, mejor dicho, se abrían "blindando" su crecimiento a la economía mundial. Pero era algo consustancial a un desarrollo autóctono conjunto, es decir, mercantilismo estatal para desarrollar sus economías, dentro de cierta cohesión social interna. En el marco analítico de los sistemas-mundo, el mercantilismo ha sido, y es, corriente paralela en todos los Estados emergentes, "aspirantes" o no al centro, su cohesión interna dependiente y más o menos garantizada por los procesos de intercambio desigual en los que entraban con la periferia [también los que sufrían a partir del centro]. A día de hoy, se está acudiendo a los fondos soberanos para paliar la hecatombe financiera ocasionada por el derrumbe de las hipotecas-riesgo en EEUU, fondos que también se ven engrosados por las inversiones de los Estados emergentes, y, según algunos analistas y "expertos" de la economía, ello ocasionará una ola de proteccionismo. Está claro, éste ha sido una forma de desarrollar la economía-mundo capitalista, paliada en más o menos medida por la "escala ideológica" del Estado-nación. Lo que está sucediendo ahora es distinto: se están utilizando los fondos soberanos para relanzar las economías en escala "glocal", no como una reacción o detracción del efecto mundializador (es coherente con la lógica S-M), sino como una extracción de plusvalía "relanzada" y "ofrecida" en crudo al capitalismo mundial. Por otra parte, los Estados emergentes sufragan estos gastos, excedente que han obtenido en abundancia merced, sobre todo, a sus modos de producción "proteccionistas"; es decir, en estos momentos detentan tal nivel de potestad para la continuidad del centro que la dinámica podría invertirse antes de lo previsto, y lo más paradójico del caso es que se está provocando por el mismo "desarrollo". En lugar de repliegue y asumir dinámicas de los que ahora dependen, aprovechan sus fondos como "último asidero" de plataforma capitalista, pero subordinados al excedente de aquéllos. ¿Acaso no han servido cuarenta años de experiencia para demostrar la superioridad a largo plazo de los Estados "aspirantes"? ¿O es tan sólo que las deslocalizaciones parciales, reproducidas ahora en forma glocal, está teniendo lugar de forma, ya autóctona, ya mundializada, y son "parches" coyunturales del sistema? En fin, mientras los fondos soberanos (extraídos de los recursos naturales del propio entorno) son engarzados para una turbocompresión mundial de las transnacionales, ello depende de los Estados emergentes y, no se olvide, RIVALES en el marco de la economía mundial. Pero eso no es proteccionismo; es "transnacionalcorporativismo". Cuando en el período de entreguerras se ponía la maquinaria del Estado al servicio del capitalismo, en modo paralelo al recorte de derechos y libertades en lógica de "gran hermano" (como ahora), el modelo se llamaba fascismo...¿Fascismo internacionalizado?
Pedro Limón López 10-2008
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