Estoy sentado al borde de la carretera,
el conductor cambia la rueda.
No me gusta el lugar de donde vengo.
No me gusta el lugar adonde voy.
¿Por qué miro el cambio de rueda
con impaciencia?
Bertold Brecht, 1959
el conductor cambia la rueda.
No me gusta el lugar de donde vengo.
No me gusta el lugar adonde voy.
¿Por qué miro el cambio de rueda
con impaciencia?
Bertold Brecht, 1959
La moda
Veamos el texto en el que Simmel analiza la moda, en él se observa cómo las clases dominadas[1] tienden a seguir la moda marcada por las clases dominantes. El axioma[2] del que parte –o del que parto yo a la hora de interpretarlo- es el intento de los individuos de ascender de clase, de seducir, de quedar bien o, simple y llanamiente, de aumentar su capital en un mercado estético:
“...la moda, esto es, la nueva moda sólo afecta en este sentido a los estratos superiores. En cuanto los inferiores empiezan a apropiarse de la moda, traspasando así las fronteras establecidas por los superiores y rompiendo la homogeneidad de la pertenencia así simbolizada por éstos, los estratos superiores se apartan de la moda en cuestión y acceden a una nueva con la que se diferencian otra vez de las amplias masas. El juego vuelve entonces a empezar.”[3]
La referencia al juego no es gratuita, refleja la dinámica de la moda, en la que lo novedoso sólo afecta a las clases superiores que la emplean para distinguirse de las inferiores. Se puede decir que siempre ganan los mismos. Del mismo modo, en El Séptimo Sello (Ingmar Bergman), Blok apuesta su vida con La Muerte en una partida de ajedrez que no pretende más que prorrogar su muerte.
Por otro lado, el tempo impaciente[4] al que se refiere Simmel, movilidad social, hace referencia a la aceleración de ese juego de suma cero, a acciones que se cancelan mutuamente, ad eternum.
En el texto se hace referencia también a su inclusión en una espiral de consumo favorecida por el abaratamiento de la moda que la produce y de la que es producto.[5]
En La distinción de Bourdeiu se habla de ese mismo fenómeno, en relación a la extensión de los títulos universitarios y la consecuente devaluación de los mismos. Esto implica un desajuste en la que los viejos esquemas subjetivos que valoran los títulos no se corresponden con los esquemas objetivos.
“Mientras que el sistema antiguo tendía a producir unas identidades sociales bien definidas, dejando poco sitio al onirismo social, pero tan confortables y tranquilizadores en la propia renuncia que exigían sin concesiones, la especie de inestabilidad estructural de las representaciones de la identidad social y de las aspiraciones que en ella se encuentran legítimamente incluidas tiende a llevar a los agentes, mediante un movimiento que no tiene nada de personal, desde el terreno de la crisis y de la crítica sociales al terreno de la crítica y de la crisis individuales.”[6]
Esta crisis ha sido bien aprovechada por Ikea, que vende muebles de diseño a precio asequible para todos, es decir: la vanguardia mobiliaria está al alcance de todos. Pero, al igual que los capitalistas tienen que hacerse con mayor maquinaria –inversión en capital fijo- para poder equipararse con sus competidores; la vanguardia mobiliaria ya no es un elemento de distinción, sino un bien que amplia su circulo de consumidores, sin elementos de distinción, camino a convertirse un bien de primera necesidad. O lo que es lo mismo:
“...la resultante de estas acciones enfrentadas, que se anulan en el propio movimiento que ellas suscitan, es una translación global de la estructura de la distribución entre las clases o las fracciones de clases de los bienes que están en juego en la competencia.”[7]
Los cambios en los bienes y sus valores no alteran sustancialmente la estructura de clases. En lo que a la moda se refiere, “los estratos superiores se apartan de la moda en cuestión y acceden a una nueva con la que se diferencian otra vez de las amplias masas”. La distinción se traslada a otro campo.
Por eso podemos llamar a esta perspectiva constructivismo estructuralista[8], porque conjuga los constructos culturales –moda- como cambiantes, en tanto que la estructura social persiste; así, la moda no es más que esa prórroga que ganamos jugando a la ajedrez con La Muerte.
La esperanza
Veamos el texto en el que Simmel analiza la moda, en él se observa cómo las clases dominadas[1] tienden a seguir la moda marcada por las clases dominantes. El axioma[2] del que parte –o del que parto yo a la hora de interpretarlo- es el intento de los individuos de ascender de clase, de seducir, de quedar bien o, simple y llanamiente, de aumentar su capital en un mercado estético:
“...la moda, esto es, la nueva moda sólo afecta en este sentido a los estratos superiores. En cuanto los inferiores empiezan a apropiarse de la moda, traspasando así las fronteras establecidas por los superiores y rompiendo la homogeneidad de la pertenencia así simbolizada por éstos, los estratos superiores se apartan de la moda en cuestión y acceden a una nueva con la que se diferencian otra vez de las amplias masas. El juego vuelve entonces a empezar.”[3]
La referencia al juego no es gratuita, refleja la dinámica de la moda, en la que lo novedoso sólo afecta a las clases superiores que la emplean para distinguirse de las inferiores. Se puede decir que siempre ganan los mismos. Del mismo modo, en El Séptimo Sello (Ingmar Bergman), Blok apuesta su vida con La Muerte en una partida de ajedrez que no pretende más que prorrogar su muerte.
Por otro lado, el tempo impaciente[4] al que se refiere Simmel, movilidad social, hace referencia a la aceleración de ese juego de suma cero, a acciones que se cancelan mutuamente, ad eternum.
En el texto se hace referencia también a su inclusión en una espiral de consumo favorecida por el abaratamiento de la moda que la produce y de la que es producto.[5]
En La distinción de Bourdeiu se habla de ese mismo fenómeno, en relación a la extensión de los títulos universitarios y la consecuente devaluación de los mismos. Esto implica un desajuste en la que los viejos esquemas subjetivos que valoran los títulos no se corresponden con los esquemas objetivos.
“Mientras que el sistema antiguo tendía a producir unas identidades sociales bien definidas, dejando poco sitio al onirismo social, pero tan confortables y tranquilizadores en la propia renuncia que exigían sin concesiones, la especie de inestabilidad estructural de las representaciones de la identidad social y de las aspiraciones que en ella se encuentran legítimamente incluidas tiende a llevar a los agentes, mediante un movimiento que no tiene nada de personal, desde el terreno de la crisis y de la crítica sociales al terreno de la crítica y de la crisis individuales.”[6]
Esta crisis ha sido bien aprovechada por Ikea, que vende muebles de diseño a precio asequible para todos, es decir: la vanguardia mobiliaria está al alcance de todos. Pero, al igual que los capitalistas tienen que hacerse con mayor maquinaria –inversión en capital fijo- para poder equipararse con sus competidores; la vanguardia mobiliaria ya no es un elemento de distinción, sino un bien que amplia su circulo de consumidores, sin elementos de distinción, camino a convertirse un bien de primera necesidad. O lo que es lo mismo:
“...la resultante de estas acciones enfrentadas, que se anulan en el propio movimiento que ellas suscitan, es una translación global de la estructura de la distribución entre las clases o las fracciones de clases de los bienes que están en juego en la competencia.”[7]
Los cambios en los bienes y sus valores no alteran sustancialmente la estructura de clases. En lo que a la moda se refiere, “los estratos superiores se apartan de la moda en cuestión y acceden a una nueva con la que se diferencian otra vez de las amplias masas”. La distinción se traslada a otro campo.
Por eso podemos llamar a esta perspectiva constructivismo estructuralista[8], porque conjuga los constructos culturales –moda- como cambiantes, en tanto que la estructura social persiste; así, la moda no es más que esa prórroga que ganamos jugando a la ajedrez con La Muerte.
La esperanza
Esa prórroga constante es la que posibilita la reproducción, al trasladar la lucha simbólica de uno a otro campo –del mundo al tablero de ajedrez-, es en el propio juego en el que se ejercita la dominación, en el que La Muerte ya tenía la partida ganada. ¿Entonces, por qué jugamos?
Cuando Epitemeo abrió la caja de Pandora, del que salieron todos los males del mundo, la esperanza quedó dentro. Todos los humanos se quedaron a la espera de que saliera la esperanza –v.r.-. Según algunos, la esperanza, que quedó dentro, no es más que un mal más, la que no salió de la caja, y la que deja a los humanos a la espera de la misma, la que los atrapa mientras otean en el fondo de la caja.[9] Es, así, compañera de los males.
Según la edición de 1997 del Diccionario de la Real Academia:
esperanza f. Confianza en que ocurrirá o se logrará lo que se desea: tiene esperanza de conseguir un puesto. 11 Virtud teologal por la que se espera con firmeza que Dios dé los bienes que ha prometido.
En realidad las dos acepciones tienen el mismo significado, consiste en un traslado a otra instancia de los deseos –en este texto, axiomáticos- de ascensión social a Dios, al tablero de ajedrez o a la moda. La palabra virtud teologal viene al pelo. El resultado está dado, la derrota, y aun así nos empeñamos en jugar, es una prórroga. Precisamente, porque es una prórroga jugamos en los términos dados por la clase dominante.
Conclusión
En tanto en cuanto nos movemos a la espera de la esperanza, jugamos. En La reproducción de Bourdieu y Passeron, emplean el término de violencia simbólica, para explicar este traslado que posibilita la dominación.
“Las relaciones de fuerza están en el origen, no solamente de la AP [autoridad pedagógica], sino también del desconocimiento de la verdad objetiva de la AP, desconocimiento que define el reconocimiento de la legitimidad de la AP y que, como tal, constituye su condición de ejercicio.” [10]
La esperanza no es tanto un mal más, sino el mal por excelencia, el que empodera al resto de males la que nos hace ir a la moda, jugar al ajedrez en definitiva. Es lo que hace persistir el resto de males, en tanto males.
[1] Clases dominadas y dominantes porque unas marcan las pautas y las otras las reproducen, debido a los diferentes medios de producción –capital- que tienen, en su sentido amplio. En ese sentido análogo de la Autoridad Pedagógica que viene a continuación. Debo señalar, que el texto lo leí entre capítulo y capítulo de La distinción, por lo que es una perspectiva totalmente viciada, lo cual –por otro lado- no la desvirtua, ya que pretendo llevar los textos a mi terreno y no hacer un análisis de Simmel.
[2] De acuerdo con el texto de Dani, Los axiomas y la ciencia, creo que lo mejor que cabe hacer es visualizarlos, para que la reflexión sea más fructifera.
[3] SIMMEL, Georg. La moda. Pág. 49. En Sobre la aventura. Eds. De Bolsillo, Barcelona, 2002. (El subrayado es mío)
[4] Idem. Pág. 57: “El tempo <> específico de la vida moderna indica no sólo el ansia de un rápido cambio de los contenidos cualitativos de la vida, sino también la potencia que adquiere el atractivo formal de los límites, del comienzo y del final, del llegar y del irse. Un exponente emblemático de esta forma de producirse es la moda, que con su juego entre la tendencia a una expansión universal y la aniquilación de su propio sentido que comporta justamente esa expansión, posee el atractivo singular del límite, el atractivos simultáneo del comienzo y del final, de la novedad y al mismo tiempo de la caducidad.”
[5] Idem. Pág. 80. “Cuanto más deprisa cambia la moda más baratas han de ser las cosas; y cuanto más baratas son éstas, tanto más incitan a los consumidores a cambiar rápidamente la moda, tanto más imponen un fuerte ritmo de cambio a los productores.”
[6] BOURDIEU, Pierre. La distinción. Pág. 156.
[7] Idem. Pág. 157.
[8] Teoría Psicosociológica: Perspectivas Psicológica y Sociológica.
[9] SARRIONANDIA, Joseba. Ni ez naiz hemengoa. Pamiela, 2006. Zer den esperantza (págs. 26-27) El libro en castellano está disponible en la editorial Hiru: Yo no soy de aquí.
[10] Fundamentos de una teoría de la violencia simbólica.
Cuando Epitemeo abrió la caja de Pandora, del que salieron todos los males del mundo, la esperanza quedó dentro. Todos los humanos se quedaron a la espera de que saliera la esperanza –v.r.-. Según algunos, la esperanza, que quedó dentro, no es más que un mal más, la que no salió de la caja, y la que deja a los humanos a la espera de la misma, la que los atrapa mientras otean en el fondo de la caja.[9] Es, así, compañera de los males.
Según la edición de 1997 del Diccionario de la Real Academia:
esperanza f. Confianza en que ocurrirá o se logrará lo que se desea: tiene esperanza de conseguir un puesto. 11 Virtud teologal por la que se espera con firmeza que Dios dé los bienes que ha prometido.
En realidad las dos acepciones tienen el mismo significado, consiste en un traslado a otra instancia de los deseos –en este texto, axiomáticos- de ascensión social a Dios, al tablero de ajedrez o a la moda. La palabra virtud teologal viene al pelo. El resultado está dado, la derrota, y aun así nos empeñamos en jugar, es una prórroga. Precisamente, porque es una prórroga jugamos en los términos dados por la clase dominante.
Conclusión
En tanto en cuanto nos movemos a la espera de la esperanza, jugamos. En La reproducción de Bourdieu y Passeron, emplean el término de violencia simbólica, para explicar este traslado que posibilita la dominación.
“Las relaciones de fuerza están en el origen, no solamente de la AP [autoridad pedagógica], sino también del desconocimiento de la verdad objetiva de la AP, desconocimiento que define el reconocimiento de la legitimidad de la AP y que, como tal, constituye su condición de ejercicio.” [10]
La esperanza no es tanto un mal más, sino el mal por excelencia, el que empodera al resto de males la que nos hace ir a la moda, jugar al ajedrez en definitiva. Es lo que hace persistir el resto de males, en tanto males.
[1] Clases dominadas y dominantes porque unas marcan las pautas y las otras las reproducen, debido a los diferentes medios de producción –capital- que tienen, en su sentido amplio. En ese sentido análogo de la Autoridad Pedagógica que viene a continuación. Debo señalar, que el texto lo leí entre capítulo y capítulo de La distinción, por lo que es una perspectiva totalmente viciada, lo cual –por otro lado- no la desvirtua, ya que pretendo llevar los textos a mi terreno y no hacer un análisis de Simmel.
[2] De acuerdo con el texto de Dani, Los axiomas y la ciencia, creo que lo mejor que cabe hacer es visualizarlos, para que la reflexión sea más fructifera.
[3] SIMMEL, Georg. La moda. Pág. 49. En Sobre la aventura. Eds. De Bolsillo, Barcelona, 2002. (El subrayado es mío)
[4] Idem. Pág. 57: “El tempo <
[5] Idem. Pág. 80. “Cuanto más deprisa cambia la moda más baratas han de ser las cosas; y cuanto más baratas son éstas, tanto más incitan a los consumidores a cambiar rápidamente la moda, tanto más imponen un fuerte ritmo de cambio a los productores.”
[6] BOURDIEU, Pierre. La distinción. Pág. 156.
[7] Idem. Pág. 157.
[8] Teoría Psicosociológica: Perspectivas Psicológica y Sociológica.
[9] SARRIONANDIA, Joseba. Ni ez naiz hemengoa. Pamiela, 2006. Zer den esperantza (págs. 26-27) El libro en castellano está disponible en la editorial Hiru: Yo no soy de aquí.
[10] Fundamentos de una teoría de la violencia simbólica.
3 comentarios:
La moda en su etimología francesa (heredera del Latín) significa modo o medida, no es tanto una elección sino un mecanismo regulador de elecciones, (y de expectativas-posibilidad de elección o erección según el gusto). Ahora bien, como bien apuntas este mecanismo responde a la “necesidad” de distinción de unos y otros, en el que los que pueden (poder/capital) cambian de tendencia y los que quieren pero no pueden (esas personas de clases determinadas que pretenden trascenderse) emulan.
Se emulan las tendencias, no la moda, la moda es el esquema en el que se desarrollan estos procesos de ataque y fuga, es decir, la moda se compone de tendencias, el cambio de tendencia es habitual pero el de modas supone un cambio más profundo, (creo ¿no? no se si me columpio demasiado??)
En cualquier caso en este juego la tendencia se devalúa a la par que los que en principio no podían acceder a ésta ahora sí, lo que va acompañado de falsa sensación de “riqueza” de unos y de devaluación para otros. Esto por ejemplo lo podemos ver en la telefonía celular, más en concreto en los modelos de los teléfonos, como uno empieza costando 500€, durante unos meses es consumido por una clase social con posibilidades, a los 3 o 4 meses el mismo móvil cuesta ya 300€ dejando de estar en el horizonte de esta clase (por devaluación) y entrado en horizonte posibilidad de otra (por emulación). Así hasta que lo regalan por darte de alta en la compañía (valor= 0).
Durante este proceso los primeros han demandado un producto de distinción, los segundos, en cambio, uno de distinción, respecto a un tercero, y de emulación de los primeros.
Este juego de emulación es alimentado por la necesidad de identificarse con el grupo de referencia y no con el de pertenencia, bajo la suposición de que por hacerse con determinado producto se va ha pertenecer a una u otra (casi “estética” calvinista, al creer tener los símbolos o señales -“fetiches” de la predestinación o pertenencia) cuando en realidad este producto solo está a su alcance cuando deja de ser de interés para la clase de referencia, pudiente.
La apuesta decidida es por jugar, es decir mientras se juega hay esperanza, pero también hay vida, aunque la vida dure lo que el juego. Más allá lo que denota es la necesidad de truncar la irremediabilidad de la existencia, ganar a la muerte, tener un móvil que tu grupo de pares envidia porque sabe que no está a su alcance, o distinguirse.
Pero se si apuesta, no es solo por la esperanza, sino también por la creencia en la SUERTE. Con esto enraízo con Merton (que parece el gran olvidado en este texto, será el encanto de Bourdieu que lo ha eclipsado) ¿Por qué jugamos? Por que tenemos la esperanza de que al jugar tendremos suerte “Una gran inversión emocional (necesidad) en un objetivo produce una predisposición a asumir riesgo (creencia en la surte) (Merton “Teorías y Estructuras Sociales (2002 Fondo de cultura economica pp223)”
Finalmente, sin alargarme mucho más, para que se de el dispositivo “esperanza en la suerte” ha de haber antes ambición:
AMBICIÓN (por conseguir algo) =ESPERANZA (de que mediante el juego se puede obtener) = SUERTE (que además de poderse vas a ser tu el agraciado) = ESPERANZA (cuando después de no ser agraciado conservas las intenciones)=AMBICIÓN (porque a pesar de todo en contra es necesario apostar por un cambio, emulado). Quizás podríamos añadir también NECESIDAD…pero bueno no me rayo más. Lo dejo que estoy un poco espeso, demasiado para poder hablar de odinología y ontología a la par.
- El proceso de consumo, de la mano del mecanismo de la moda, no obdece unicamente a una logica de dominacion clase dominante-clase dominada: esto solo toca una parte de los bienes de consumo. Si bien esta existe y tiene enorme importancia, la distincion funciona no funciona solo de arriba a abajo y de abajo a arriba, puesto que, como sabemos bien los sociologos, las empresas realizan estudios de mercado para asegurar la mayor rentabilidad en la venta del producto. Esto supone que se vende no solo arriba permitiendo luego la devaluacion del productoy su "vulgarizacion", sino tambien en medio y directamente abajo, segun la estrategia de venta adoptada. Y no solo en funcion de la estratificacion social, sino en funcion de otras variables como el genero, la edad, la etnia, etc. Evidentemente estas logicas que aqui separamos analiticamente se encuentran mezcladas en la practica, dando lugar a diferentes configuraciones segun el objeto de consumo, la estrategia de mercado, los rasgos sociales de la persona, etc. Ademas, la logica de la distincion convive con la logica de la emulacion como vio bien Veblen y como dice Christian. No solo se trata de monopolizar la envidia de los demas, sino tambien de acaparar su admiracion, con su parte de idolatria. Quien es el mas guay del grupo? Quien es el mas original, el mas "autentico"? No se trata solo de decir yo tengo y tu no, yo puedo y tu no, sino de ganarte su respeto, por triste que parezca, hacerse con un status a un nivel mas microsociologico e inmediato, por decirlo asi. Si puedo ser el mas guay del grupo haciendome un piercing en el escroto y con ello a la vez distinguirme de los pijos del insti y ademas molestar a mis padres, pues mejor. Mira lo que tengo! Guau, qué chulo! etc. Esto no quiere decir, sin embargo, que deje de entrar en juego una logica de poder a un nivel mas profundo. Ademas, creo yo, segun la trajectoria personal de cada uno y la estructura del caracter desarrollada en funcion de su experiencia vital, tendera a una logica, a otra, a todas a la vez, a una distinta segun la situacion y el publico, etc., pudiendo actuar tambien una logica opuesta a la de la distincion (aunque pueda conllevar una distincion de la distincion precisamente): hay quien prefiere pasar desapercibido en determinados contextos; no todo el mundo quiere ser el mas guay;... Aunque probablemente de lo que no haya esperanza ninguna sea de escapar totalmente a estas logicas sociales de consumo, en todo lugar y momento. Si hay algo seguro (si es que hay algo seguro en este mundo) es que las practicas de consumo se construyen socialmente. En definitiva, hay mucho freaky por el mundo.
- una precision: la logica de la distincion y emulacion, que tiene lugar necesariamente en relacion a los otros (otra clase social, grupo de referencia, grupo de pertenencia, grupo de pares, ...), se aplica en su mayor parte inconscientemente y se disfraza en nuestra consciencia tras la idea del gusto o de necesidad. Quiero un movil XL69p con camara de fotos y video, mp3, etc. porque "me gusta" o lo "necesito".
Para quien le interese el tema: hay un numero de la revista Politica y Sociedad, disponible en la facultad, dedicado por entero a la sociologia del consumo. En particular recomiendo el articulo de Alfonso Orti, que retoma a Veblen y Marx entre otros, relacionando conceptos como neocapitalismo, bienes de consumo, necesidades, distincion, consumo emulativo, imagen de marca y otros. Bastante completo.
P.D.: no es mi deseo "humillar" a nadie, ni mostrar mi "elevada cultura" o "dominio de la lengua" (que se traduciria en dominacion simbolica), pero la palabra ajedrez es una palabra masculina (jugar AL ajedrez). quiza sea una peculiaridad del euskera que se te ha colado aqui o una forma deliberada de retar a la lengua oficial como instrumento machista de dominacion, xddd. si es asi, pido disculpas.
La pregunta central de la entrada sería: ¿por qué nos sometemos? en diferentes campos, por supuesto, a veces siendo más dominantes que otras.
El texto de Simmel, era un ejemplo en el caso de la moda. La idea central, la he encontrado en otra parte en Bourdieu (y seguiré encontrando más hay tanto lapicero en ese libro...!):
"que la lucha competitiva es la que los miembros de las clases dominadas se dejan imponer cuando acercan las apuestas que les proponen los dominantes, la lucha integradora y, a causa de su handicap inicial, reproductora, puesto que los que entran en esta especie de carrera-persecución en la que parte necesariamente derrotados, como testimonial la constancia de las diferencias, reconoce implícitamente, por el sólo hecho de competir, la legitimidad de los fines perseguidos por aquellos a quienes persiguen." (La distinción.Pág. 165)
El tema de los grupos de referencia que señalaba Christian, ha desencadenado la lectura de Merton, y ahí ando... Los grupos de pertenencia pueden o no ser los mismos que los de referencia. Cuando quieres ganarte el salario como trabajador lo haces dentro de los esquemas de tu grupo de referencia, emular al empresario sería contraproducente. Ahora bien, el dinero que se gana atiende a un grupo de referencia más extenso, a una institución que por extenso no deja de ser institución (me temo que volvemos a la discusión de "Digresión en torno a lo social y lo colectivo"; la entrada de "la camiseta personalizada", entre otras, quedó en el aire). No sé, Rujas, hasta qué punto se da esto inconscientemente. Yo creo que hay una delegación en el "subconsciente" (perdón por el palabro) pero a partir de lo que hacemos: es decir, "nos gusta lo que hacemos, no hacemos lo que nos gusta". Cierto que la publicidad me jode el análisis, no se, también podrían tratarse las imágenes de la televisión como grupo de referencia: ¿ver a George Cloony promocionando una colonia, sería lo mismo que ver a nuestro jefe -menos guapo- con una colonia?Fuera coñas, la publicidad se puede regir por la utilidad simbólica o técnica de sus productos. En cuanto a la simbólica, lleva unos valores -dominantes por ser de la clase dominante o dominantes por ser populares- asociados, que no creo tenga problemas para asociarse a lo dicho. En cuanto a las técnicas, un ejemplo: los antiguos anuncios de lavadoras que decían cosas así como "Dígale a su marido que le compre una lavadora, le ahorrará trabajo". Es doblemente perverso por la autoridad delegada directamente al marido y por las tareas que se le asocian a la mujer. La función de utilidad viene dada estructuralmente, es lo que nos corresponde hacer respecto a los demás: es jugar AL ajedrez con la muerte. Es prologar la vida.
Así, a bote pronto.
Estaría bien enlazarlo con La curvatura de la realidad social.
(Javi: Cuidame a Adri!)
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