miércoles, 19 de marzo de 2008

* ¿Responsabilidad Histórica?

Saludos nuevamente damas y caballeros, en ésta entrada pretendo arrojar algo de luz acerca de lo que he llamado, a falta de un nombre mejor, responsabilidad histórica, es decir, la responsabilidad que, hipotéticamente podrían tener los pensadores respecto a lo que se hace con su pensamiento. La mejor forma de explicar lo que intento plantear es mediante el texto, así que os invito a todos a leerlo para ver si con suerte os aporta algo interesante.
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Muchas han sido y son las personas que, a lo largo de la historia, han lanzado sus ideas al mundo, se han cuestionado cosas, han aprendido de lo previo y lo han empleado para modificarlo, o para crear algo nuevo o algo distintito. Esas ideas han servido en muchas ocasiones, como inspiración y guía para realizar acciones en el mundo, y, por tanto, aunque no únicamente, como orientadoras de la acción social. Esas nuevas creaciones, nuevas ideas, maneras de entender el mundo, sistemas de pensamiento, sistemas de valores etc, han servido a su vez para inspirar y enriquecer nuevos pensamientos que orientarían nuevas acciones.

Pues bien, podríamos preguntarnos, en que medida, si es que es en alguna, los artífices de esas corrientes de pensamiento son culpables o responsables[1] de los usos que otros, contemporánea o posteriormente hacen de esas ideas.
Me refiero a si podemos achacarles a estos pensadores las acciones que, amparándose en sus teorías, cometieron otras personas, la mayoría de las ocasiones cuando sus creadores originales ya habían muerto.

Vienen a la memoria varios personajes para intentar ilustrar lo que estamos planteando, citemos algunos aunque podrían ser muchos más. Por ejemplo Cristo, ¿podemos culpar[2] a Cristo, o a la doctrina que supuestamente creó Cristo, de los derroteros por los que discurrió la Iglesia, Cristiana primero y después con todas sus sectas escindidas posteriormente?
¿Es adecuado o tiene algún sentido culpar a Cristo de la concentración de poder económico, político, social, y cultural que adquirió la Iglesia institucionalizada? ¿de la represión y el temor con los que atenazaron a toda Europa parte de Asia y más tarde las Américas? ¿de las cruzadas y las guerras de religión? ¿del enriquecimiento y la corrupción de las altas jerarquías eclesiásticas? ¿de las aberraciones cometidas por la inquisición? ¿de la complicidad de esas jerarquías con regímenes políticos militaristas y autoritarios? ¿de perseguir y castigar a los que pensaban o creían algo diferente?
En fin, las lista podría extenderse mucho, demasiado probablemente, esto solo son algunas para incitar a la reflexión.

Otro caso podría ser el de Karl Marx, ¿Es Marx responsable de los acontecimientos que ocurrieron a lo largo de la Revolución Rusa? ¿Es culpable de las matanzas, la represión, el sectarismo, las luchas violentas, los gulags, las checas, los asesinatos políticos o los millones de muertos del Estalinismo?

El último caso que deseamos señalar es el de Friedrich Nietzsche, ¿Es la filosofía de Nietzsche causante en alguna cuantía de los horrores del III Reich alemán y del Nacional Socialismo? En resumen, millones de judíos asesinados, campos de concentración, aniquilación sistemática de los opositores al Nazismo, teorías racistas...

Intentemos dar respuesta a estas cuestiones, aclaramos en primer lugar, que lo que viene a continuación son meras hipótesis sin pretensión de verdad, son simples proposiciones, para seguir cuestionándonos todo lo que nos rodea, y si estas proposiciones nos inspiran o nos ayudan a seguir avanzando pues bienvenidas sean y si resultan incorrectas pero contribuyen a que alguien enuncie un planeamiento alternativo que sea más adecuando pues bienvenidas sean también.

Antes de empezar a exponer los argumentos, me gustaría contar una anécdota:
Hace poco, volví a ver la película “El Reino de los Cielos” bastante mediocre en general por cierto, sin embargo, hubo un momento de la película que captó mi atención:
Para quien no la haya visto, la película narra una etapa la Segunda Cruzada, en la que cristianos y musulmanes se disputaron el dominio de Tierra Santa. En ese momento el rey cristiano Balduino gobierna Jerusalén y mantiene una tensa tregua con el Sultán musulmán Saladino a quien conquistó la cuidad tan solo unos años antes.
Parece ser que algunos caballero cristianos, en especial los pertenecientes a la orden del Temple liderados por Reinaldo de Chatillon no respetaban la tregua, acosando las caravanas de musulmanes y atacando sus enclaves asesinado en ocasiones a mujeres y a niños. Por ese motivo, en la película aparece como las autoridades cristianas están ajusticiando a unos templarios, ahorcándoles por asesinar a unos árabes. Al presenciar este hecho, el protagonista le comenta a uno de los nobles que desaprobaba la actitud de los templarios –Así que mueren por lo que el Papa les ordenó hacer- a esto le contesta el noble –Si, pero no Cristo- Esta micro conversación fue uno de los motivos que me llevaron a escribir éste texto ya que me dio que pensar

El dialogo de la película, parece proponer que no se puede culpar a Cristo de lo que ordene el Papa de turno o de lo que hagan las personas (algunos templarios en éste caso) en su nombre.

De forma similar a la que plantea la película, a la pregunta general de si los pensadores “originarios” son responsables de lo que se hace después con sus ideas, la respuesta inicial es que no, ahora bien, éste “no” hay que matizarlo.

Nuestra reflexión es que una persona, sobre todo si ya ha fallecido, no es responsable de la forma en que otros interpreten y utilicen sus teorías, ni de los actos que se justifiquen con ésas teorías. A éste respecto hay que señalar al menos dos cosas aunque probablemente puedan destacarse muchas más: La primera es que si en la corriente de pensamiento originaria se incita expresamente por ejemplo ejercer violencia, masacrar a los contrarios etc, el grado de responsabilidad sería mayor probablemente que si en las tesis primigenias no se alentase a nada de esto. El segundo punto a resaltar es que en todo caso la responsabilidad está repartida entre el que orienta la acción y el que interpreta y la realiza.
Aún así, nos inclinamos a pensar que la responsabilidad en última instancia, recae sobre la persona o personas que realizan las acciones que se reprochan.

De modo que Cristo, no tiene responsabilidad de las atrocidades que se dieron en la inquisición, ya que, Cristo jamás predicó la violencia, ni contra los herejes ni contra nadie, más bien lo contrario y aunque lo hubiese hecho, aunque existan ideologías que defienden la violencia, la intolerancia y el uso de la fuerza es el individuo el que en último termino tiene la posibilidad de optar, no vamos a decir libremente, ya sabemos todos los condicionamientos y manipulaciones a los que nos vemos sometidos desde todos lo frentes, pero con todo la persona o las personas pueden optar aunque las opciones sean limitadas, no infinitas. En primer lugar se opta por aceptar y seguir esa ideología, doctrina religiosa, sistema de pensamiento o lo que sea, y en segundo lugar, se opta por efectuar la acción, se opta por quemar a brujas y herejes, por fusilar a los traidores a la revolución o por gasear a judíos. Es la persona la que elige, decide y actúa, opta por hacerlo en lugar de negarse o hacer algo diferente. Así que parece ser que, sin negar en modo alguno los factores estructurales, -los seres humanos son seres sociales que viven en un medio sociocultural, económico político... y este medio y estas estructuras le afectan e influyen pero no les determinan- por lo que el gran peso parece recaer sobre las decisiones finales de los individuos y parece carecer de sentido el achacarle a Marx, la matanza de los miembros del POUM, los fusilamientos de Cuba, o lo sucedido en los gulags, ya que Marx ni siquiera estaba vivo y tampoco era eso lo que proponía, pese a que los autores de éstos actos se proclamasen comunistas.
Si los nazis alemanes se inspiraron en teorías de Nietzsche mal leídas para elaborar su ideario, los responsables de esas interpretaciones y de esas nuevas elaboraciones son aquellos que las hicieron y no el filósofo, y después aquellos que siguieron esas doctrinas.

Parece ser absurdo culpar al que inventó el cuchillo (si es que pudiésemos remontarnos a una persona concreta) del uso que se haga de él, el cuchillo puede usarse para cortar rebanadas de pan o para cortar una garganta, y en la diferencia radica la elección.
Dejemos pues, al bienintencionado Cristo, al preclaro Marx y al rompedor Nietzsche descansando en paz o en lo que hayan hallado y empecemos a responsabilizarnos de nuestras elecciones y acciones.
Habría que plantearse en otros artículos en que medida podemos elegir las personas, cual es nuestra capacidad de decisión y también investigar y desarrollar lo relativo a la culpa y a la responsabilidad a lo que invitamos a todos.
Es injusto identificar al pensador con lo que viene después, aunque claro si lo que viene es generalmente considerado bueno... ¿no importa tanto, verdad?

Siguiendo este razonamiento, tampoco podemos atribuir las consecuencias o procesos “positivos” a los autores originales. Tenemos la tendencia de achacar lo negativo a causas externas y lo positivo a causas propias o a aquellos que admiramos. (esto es algo que algunos de nosotros ya hemos comentado en alguna ocasión)
Por ejemplo, en el caso de los exámenes, si tenemos una calificación de aprobado o más alta, solemos decir “he aprobado” o “he sacado un sobresaliente” mientras que si la nota es un suspenso decimos “me han suspendido”. Con mucha menos frecuencia escuchamos la inversa, “me han aprobado” y “he suspendido” aunque también ocurre desde luego.

Respecto al albedrío y a la capacidad de decisión, se nos presenta la problemática entre el individualismo radical, y el determinismo social.
Con “individualismo radical” me refiero al planteamiento psicologista, de que todo está en el individuo, que todo lo que la persona es, está contenido en ella. Esto conecta con el innatismo de alguna forma y alimenta ideas del tipo, “el sistema está bien, la sociedad funciona, los problemas que surgen son eventos aislados, individuales, las personas concretas son las causantes, no se adaptan, no se integran, nos son capaces de seguir normas, están enfermas, están perturbadas y demás mezquinos argumentos, en mi humilde opinión.

En el otro extremo nos encontramos con lo que he denominado determinismo social, porque creo que es un término bastante explicativo. Este determinismo, implica que es el entorno en el que las personas se socializan el que configura sus características, como su identidad, gustos, hábitos, personalidad, inquietudes... esto nos lleva a frases como “el mundo me hizo así” “yo no quería, la presión pudo conmigo” y cosas similares.

Considero que es conveniente huir de este extremo tan intensamente como del otro, por ejemplo, pongámonos en el caso de que yo vendo droga porque vivo en un barrio empobrecido (que no pobre) donde mucha gente en mi situación y de mi entorno vende droga. No me parece una explicación en absoluto convincente y mucho menos suficiente, ya que seguro que mucha gente de ese mismo barrio, estando en una situación muy similar, y pudiendo hacerlo, optan por no vender droga.

Ante esto, bien, como siempre considero que un punto medio resulta lo más razonable (dialéctica gallega como diría Christian) el ambiente influye y condiciona, si, pero no determina, y el individuo tiene un cierto margen de libertad y de acción, para elegir y hacer, pero no puede sustraerse totalmente de su contexto.

Como dijo un profesor respecto a los comportamientos anómicos, aunque no es exactamente ausencia de normas lo que les ocurre a las personas en nuestra sociedad, sino que no integran el orden establecido, y eso les causa problemas psicológicos y sociales porque no se adaptan. Bien, puede que, mientras haya personas, que se estresan, personas descontentas que no aceptan este orden de cosas, personas que sufran, lo pasen mal y busquen otra cosa, mientras haya eso, habrá esperanza.

Como síntesis de lo expuesto solo añadir lo siguiente:
Para que una idea o una acción inspire nuevas ideas o acciones, es necesario que una o varias personas reconozcan esa idea o acción como propia.
Los múltiples condicionamientos estructurales y del entorno, la presión social, los hábitos etc, impiden a los seres humanos decidir y elegir libremente. No obstante, siempre queda aunque sea una mínima posibilidad de optar, por lo que es la persona la que tiene el peso de la responsabilidad.

Eso es todo de momento, el tema queda abierto y tiene muchos frentes por los que abordarlo.
Espero vuestras aportaciones y comentarios.

Salud.

NOTAS:
[1] La cuestión de la culpa y la responsabilidad tendremos que desarrollarla en otra ocasión, invito a que todos realicemos aportaciones sobre ese asunto.
[2]En este caso culpa sí es correcto dado que es un concepto muy empleado por la religión cristiana. Por otra parte, en este texto no entro a discutir sobre la existencia o no del personaje. Me ciño a que existen unos documentos que, en principio plasman su pensamiento y que, aun hoy sirven de guía para muchos millones de personas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

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Creo que los ejemplos que has puesto relativos a Cristo, Marx y Nietzsche podrían entenderse en el marco de la enajenación. Es decir, los individuos realizan acciones que dejan de formar de pertenecerles en el momento en que se objetivizan. Este proceso tendría lugar con el trabajo industrial pero también con las ideas, reflejadas en libros. Los muertos no hablan, pero los vivos hablan por los muertos. Ahora bien las palabras de los vivos también son palabras de muertos en el momento en que se objetivizan.
Einstein estuvo vivo cuando se lanzaron las bombas atómicas contra Hiroshima y Nagasaki. En la constitución de las bombas atómicas las teorías de Einstein fueron cruciales (1), y aún así no le sirvió de nada enviar una carta a Roosevelt pidiendo que no las lanzaran.
El gobierno norteamericano simplemente, OPTÓ por lanzar la bomba atómica. Pues bien, esta es la definción de OPTAR según la RAE: “1. Escoger una cosa entre varias. 2. Aspirar a lo que se tiene derecho según determinadas condiciones”
La segunda acepción, viene a explicar lo que “de jure” le correspondería a uno en tanto que “de facto” le es negado.Así, a EEUU tenía la venia de la razón histórica –nótese el deje hegeliano- la potestad de lanzar la bomba atómica en tanto que defensor de la civilización.
La primera acepción no se aleja en exceso de la segunda.Se refiere la ejecución de un elemento inscrito en un arco de posibilidades –limitadas por estructurales o sistémicas-. A EEUU no le quedó otra que lanzar la bomba atómica: en los bombardeos murieron más de 200.000 japoneses, ¿no hubiesen muerto en total más aliados y japoneses si hubieran invadido la isla? (Recordemos la toma de Alemania, pocos meses antes) Con lo cual fue de razón histórica lanzarla. (2)
Ahora bien, ¿cuál fue su responsabilidad? La RAE define así RESPONSABLE: “1. Obligado a responder de alguna cosa o por alguna persona. 2. Culpable de alguna cosa. 3. Se dice de la persona que pone cuidado y atención en lo que hace o decide.”
Según la tercera acepción, EEUU fue responsable al hacer lo que hizo, ya que de no haberlo prestado cuidado y atención, hubiese muerto más gente. (O todo lo contrario)
Según la primera, fue responsable porque tomó la decisión. Ahora bien la conveniencia de esa decisión recae en un juicio, de lo que se puede deducir el sentido positivo de esta acción o el negativo (segunda acepción).
Así con la cuestión de la RESPONSABILIDAD caemos en una fetichización, en una enajenación al cuadrado podríamos decir. La acción enajenada, objetivada, con vida propia independiente del sujeto que la a creado vuelve al sujeto y se le impone. Así, Einstein asegurá que se hubiera quemado las manos con las que escribió la carta a Roosevelt, visto el horror de la OPCIÓN. (ver nota 1)
Nos podríamos hacer mil preguntas en torno a qué hubiese pasado si Einstein no hubiera escrito la famosa carta o se hubiese abstuvido del trabajo científico. Otro tanto en torno al resultado en saldo de muertos si no hubieran lanzado la bomba. Pues bien, la responsabilidad en su acepción más positiva (acepción 3) les llevo a cometer tales actos. Y bien, ahora decimos que son responsables (acepción 1), y podremos juzgar si son culpables o no (acepción 2 de responsabilidad).
Y somos nosotros los que enajenamos nuestro juicio, pudiendo crear una situación en la que alguien nos pida responsabilidad.
Cuando enuncias “empecemos a responsabilizarnos de nuestras elecciones y acciones” creo que generas un círculo perverso. Responsabilizar a los demás es sadimo, pues les atribuímos las consecuencias de una acción objetivada sobre la que no tienen poder de decisión aduciendo para ello razones especulativas: “si no hubiesen hecho esto o lo otro hubiera pasado esto o lo otro”. Pero al cargar la responsabilidad sobre nosotros mismos, caemos en el sadismo.
Siguiendo con los ejemplos bélicos, los estadounidenses creen (ahora) que fue un error enviar las tropas a Irak, pero por responsabilidad –por la caja de pandora desatada- se quedan para solucionar el problema. Este juego de responsabilidades es lo que hace que nos inscribirnos en ese círculo vicioso. Así, en el mal-llamado pacto de Versalles se le impusieron a Alemania unas condiciones, por su responsabilidad-culpa en la Primera Guerra Mundial, lo que a su vez propició la subida de Hitler y sus consecuencias.
Me estoy alargando mucho, únicamente decir que es el análisis del poder y no el de la responsabilidad el que puede lograr desentrañar este tipo de acciones. Así la ética de la responsabilidad de Weber es lo que le sirvió de argumento al mismo para posicionarse en favor de la Primera Guerra Mundial. La misma ética que serviría luego a las potencias del entente para imponer el pacto de Versalles.
Lo importante, tanto en Versalles, como en Nuremberg, como en Irak no es quién tiene qué responsabilidad, sino quién ha ganado la guerra. Los derroteros de la responsabilidad histórica, creo yo, no nos permiten ver más allá que las especulaciones en torno a lo que hubiera pasado de no ser así: y no se trata de eso, sino de evitar que las cosas sean así. El juicio hitórico, como todo Juicio, es un modo de disciplinamiento para la dominación. Y la atribución de una responsabilidad histórica es un juicio histórico.

(1) A pesar de lo que se dijo, Einsten no tubo nada que ver con el “proyecto Manhattan” (en el cual se trabajo en la construcción de la bomba atómica). En relación a esto: “Albert Einstein quien había escrito la carta a Roosevelt advirtiendo de los trabajos nazis sobre cuestiones nucleares, expresó que se habría quemado los dedos con los que escribió dicha carta ya que alentó a los EE.UU. a la puesta en marcha de proyecto Manhattan” (Wikipedia: bombardeos sobre Hiroshima y Nagasaki)
(2) La hipótesis más plausible es que el lanzamiento de la bomba atómica respondió al deseo de establecer la hegemonía en el futuro panorama internacional, pero a efectos del discurso –ya que responsabilidad es discurso- es en vano.

Como ves he resaltado el disenso frente al consenso, de todos modos: gracias por tocar este tema específicamente, tal y como me dijiste, y exponerte a la crítica.

Adrián Ruiz Ibáñez dijo...

La responsabilidad siempre se debe achacar a los "sujetos" y digo sujetos porque se desarrollan en un entorno en el que su existir y estar determinan lo que son, lo que límita las formas de ser siempre, quedandonos una capacidad que nos diferencia a los seres humanos de los animales la reflexividad la capacidad de cambio, este, el cambio se da en la praxis, solo cambiando el entorno de las personas la clasificación social del mundo las posiciones sociales que desempeñamos,cambiaremos el mundo.
La responsabilidad es individual pero recordando que somos sujetos y estamos sujetos a las cosmovisiones que nos rodean y a sus desarrollos en la praxis.Nos movemos siguiendo o una u otra cosmovisión(las cuales también cambian) y esto tiene consecuencias.
En fin que todo lo dicho es dicho por alguien y ese alguien desde un punto.