jueves, 14 de junio de 2007

* El Conocimiento no es un Acto Individual

El conocimiento no es un acto individual. La imagen de un erudito fumando pipa y reflexionando al tiempo que plasma su conocimiento sobre el papel no es más que una caricatura. La especialización cognitiva va inextricablemente ligada a la interdependencia social, sino todos seríamos potenciales eruditos que versarían en torno a la conexión entre el color del amanecer y la meteorología, o sobre el mejor pastizal para las ovejas. El conocimiento consiste, a mi juicio, en decir/hacer sobre lo que otros han dicho/hecho (y esto no es antiteleología nietzscheana). Esta idea tiene una doble vertiente, me explico:

- La metáfora de la historia como una gran conversación. Por tanto, conocimiento acumulativo, con genocidios e inquisiciones, pero acumulativo en el sentido en que siempre se podrá acceder a los vestigios de la historia de los olvidados. Atxaga lo llama marcas, que son dejadas por los perdedores de la Historia. La tarea que proponía Walter Benjamin era escarbar en la historia para encontrar esas marcas. (Hoy sabemos que Gernika no fue bombardeada por los rojos.)

- El conocimiento no depende de lo que las cosas son, ni siquiera de lo que las cosas parecen. El conocimiento nos señala dónde está el conocedor. Si bien es cierto que el conocimiento que opera sin esta premisa es conocimiento aparente. Ni se es, ni se parece; se está. Por ejemplo, Burke y Marx nos dan ideas opuestas sobre lo que “son” las revoluciones. El primero dudo que bajase de los elegantes salones, y nos hablo de una revolución de las elites. El segundo, bajo a los infiernos proletarios, y habló de la obligatoriedad de las revoluciones –de la necesidad histórica-. Dos fuentes empíricas, pero la empiria son los otros, o nosotros entre los otros. Y esto mismo da cuenta de dos perspectivas, que pueden extrapolarse al conocimiento: el conocimiento individual –elitista- o el conocimiento social. La apariencia son las constricciones derivadas de la imposibilidad de estar donde las cosas son.

La célebre frase de Marx, en que voltea a Hegel sobre sus pies: “No es la conciencia de los hombres lo que determina su ser, sino, por el contrario, es su existencia lo que determina su conciencia.” La especialización está inextricablemente unida a la interdependencia social, pero el conocimiento –los expertos- se ha creído en una esfera independiente y no reconoce esta interdependencia. El no reconocimiento de esa interdependencia es la ideología dominante, es decir, la ideología de la clase dominantelos expertos-, volviendo a Marx. Ese reconocimiento supone la abolición de sí mismo en tanto que expertos.

Los conocedores están en un salón y observan desde la ventana al tiempo que son servidos por sus negros sirvientes. El acto de conocer está determinado por las tres cosas, aunque sólo se reconozca la primera o, a lo sumo, las dos primeras: 1) sujeto cognoscente –el sabio que fuma de una pipa-, 2) ventana desde la que observar –que a su vez pone “marco” a lo observado-, 3) los sirvientes negros que posibilitan el conocimiento del experto. Efectivamente, no sólo de pan vive el hombre, pero sin pan difícilmente puede vivir, difícilmente puede pensar. Si hablamos de eruditos, debemos hablar de negros que les dan de comer. Si admitimos que el acto de conocer tiene los tres componentes, no podemos hablar del conocimiento como conocimiento individual, el “conocimiento individual” es falsa conciencia, por mucho que les pese a las exiguas vanguardias marxista-leninistas.

Por tanto y no sólo en el ámbito del conocimiento, “el sistema consigue hacer de los individuos piezas absolutamente incluidas en el aparato social y que, separadas de este no tienen ninguna utilidad porque la función que realizan no tendría sentido.”* Pero eso no convierte la especialización en venenosa. Sobre las bondades de la especialización no hay más que leer “La riqueza de las naciones”, en donde Adam Smith señala que ésta es dependiente de la especialización. Si la riqueza es positiva, la especialización ha de serlo.

De modo que no comparto la visión pesimista de la especialización. Lo primero: “el sistema” no consigue nada, el sistema no es una mente pensante o voluntad –en plan Schopenauer o el marxismo barato y mal entendido-. Lo segundo: ¿cuál es el sistema? ¿el capitalismo? ¿el patriarcado? ¿la sociedad? Yo creo que un sistema –sea cual sea- se caracteriza por la inercia, su feedback le permite vivir de la inercia, no por sus intenciones, victorias o derrotas, es asquerosamente neutral.

Sí es cierta la interdependencia, y su sentido ligado inextricablemente a esa interdependencia, por tanto, podemos hablar de función. Esas son las condiciones para hablar de función, esas más el que la función no sea reconocida por el sujeto, que si no nos haría hablar de intención –regla de oro: la función nunca es intencional, por definición-.

Pero, ¿es el conocimiento especializado un acto funcional –sensu estricto? La especialización lo es. El conocimiento no puede serlo, no si tiene un atisbo de racionalidad. Volviendo al trienio anterior, consta de 1) un sujeto con intenciones, 2) un objeto de estudio y 3) “unas condiciones de existencia”. Y aquí es donde los tres ámbitos se funden en lo transversal de la especialización: 1) las intenciones del sujeto son específicas, 2) el objeto de estudio es específico y 3) las condiciones de existencia le son dadas en tanto en cuanto cumple con el ámbito específico asignado. Ahí es donde está el sujeto –el determinante de su sistema de interdependencia-, lo que decimos que el sujeto es y dice.

Admitida la ligazón, o más bien sujeción, del experto al sistema de interdependencia, no podemos referirnos a su acto como un acto individual, sino como un acto social reificado (1). Reificado en el sentido de falsa conciencia, enajenado de la sociedad –de su interdependencia-, extraído y abstraído de las relaciones sociales de las que procede; reificado, al fin y al cabo, porque se le atribuye significación por si mismo de manera no relacional, sino sustancial(2).

Todo esto mediado por el dinero, volviendo a Adam Smith. El dinero es lo que permite mantener esa interdependencia, disfrazando cada apéndice en sustancia. El dinero convierte las relaciones sociales en susceptibles de conversión en sustancia (3), precisamente en mercancia, posibilita la reificación. Así el erudito paga con su dinero sus libros y sus alimentos, lo que le permite pensar, lo que a su vez le da dinero; es una combustión constante, un juego de suma cero que desvincula su conciencia del sistema de interdependencia, haciéndole –paradójicamente- más interdependiente.

Y aquí si cabe hablar de sistema. Sistema porque las relaciones se objetivan a través de su conversión en mercancía, a través de conversión del conocimiento en mercancía.

Por lo tanto, y volviendo al punto de partida inicial, el conocimiento especializado no es funcional porque tiene una intencionalidad. Pero su conversión en susceptible de compra-venta, que tiene su origen en la conversión de las relaciones sociales interdependientes en mercancía, tiene las siguientes consecuencias:

1) el sujeto cognoscente se ve a sí mismo como aislado, porque ve sus condiciones de existencia –relacional- como posesión –sustancial-. El cabrón de él podrá entender los principios de la física cuántica, pero no puede –o no quiere- entender qué le confiere su puto (4) estatus como científico.

2) el sujeto cognoscente entiende su trabajo como mercancía. La vende, ¿a quién se la vende? Ahí es donde se puede recuperar la cuestión “a donde y para qué son estos progresos consecuencia de la especialización”*

3) estas dos premisas imposibilitan el tratamiento del conocimiento como bien colectivo, lo cual “Limita su actuación y sus percepciones a su medio más inmediato, con la consiguiente falta de perspectiva y la incapacidad de extrapolar, ya que dicho individuo sacado del ámbito en el que es “experto” se encuentra perdido en una terrorífica e inexplicable inmensidad que le hace esconder la cabeza y volver a la seguridad de su más que conocido refugio.”*

En contraposición a la idea del copyleft, “modelo alternativo de producción y distribución cultural”(5), el acceso libre al conocimiento posibilita la no concentración de éste en pocas manos –en muchas manos en realidad, pero cada cual con una parte del mismo-. Además la vertiente productora del copyleft posibilita la creación de diálogo interdisciplinar, más allá de las constricciones espaciales –pero también elitistas- entre las universidades. Cabe resaltar, también, la labor de aquellos que han tratado de romper este aislamiento, por ejemplo la edición para profanos de Momentos estelares de la ciencia por Isaac Asimov o la fantástica serie infantil El cuerpo humano.

Como no parece pertinente a estas alturas tomar el Palacio de invierno. (6) Cabe decir que detrás de la ardua labor de conocimiento, debe haber otra ardua labor de reflexión, entendida ésta no como mero método, sino como ejercicio axiológico. Un ejercicio que, por reflexivo y por axiológico, va en contra de la reificación.

Para terminar, unas citas interesantes sobre este tema:

Sobre la (sobre)especialización: “La vida es un caos, una selva salvaje, una confusión. El hombre se pierde en ella. Pero su mente reacciona ante esa sensación de naufragio y perdimiento: trabaja por encontrar en la selva , ; es decir: ideas claras y firmes sobre el Universo, convicciones positivas sobre lo que son las cosas y el mundo. El conjunto, el sistema de ellas es la cultura en el sentido verdadero de la palabra; todo lo contrario, pues, que ornamento. Cultura es lo que salva del naufragio vital, lo que permite al hombre vivir sin que su vida sea tragedia sin sentido o radical envilecimiento.” (Ortega y Gasset, Sobre la universidad) Por cultura entiende Ortega, que está compuesta no sólo de ciencia sino de otros elementos que insertan contenido en la misma, bien pudiera ser su contenido teleológico, moral o facultativo. Puede ser religión civil o religiosa (v.r.), también puede ser ciudadanismo republicano o formación del espíritu nacional. (¡Cuidado con la Cultura!, pero en principio de acuerdo.)

Sobre los contenidos: “El hombre es un ser genérico no sólo porque en la teoría y en la practica toma como objeto suyo el género, tanto el suyo propio como el de las demás cosas, sino también, y esto no es más que otra expresión para lo mismo, porque se relaciona consigo mismo como el género actual, viviente, porque se relaciona consigo mismo como un ser universal y por eso libre.” (Marx, Manuscritos) Los contenidos de la Cultura: ciudadanismo republicano, y no formación del espíritu nacional.

Sobre la necesidad histórica en su sentido laxo: “Sin un paso decisivo hacia la democratización cosmopolita nos estamos encaminando hacia una sociedad mundial tecnocrática pospolítca” (Beck, Sociedad del riesgo global)

Para terminar: una invitación al software libre como estructura de oportunidad para el cambio o como cambio en sí mismo.

NOTAS:

* Estractos del artículo “Especialización deshumanizadora” (Dani Caballero Gutiérrez) de este mismo blogger. Es el texto del que parto.

(1) Una anécdota. El corrector automático del Word me sustituía cada vez que escribia “reificado” –y me lo acaba de volver hacer- por deificado. Me he sentido tentado a dejarle al corrector hacer su trabajo y poner “deificado” en vez de “reificado” –otra vez me ha hecho lo mismo-, ya que dado el tema tratado y la conexión del acto del conocimiento con la idea de la comunicación con Dios, así como el carácter cuasirreligioso que se atribuye a los expertos. Por último, señalar que el Word hace lo posible por obstaculizar que pensemos en términos de reificación, que es la única manera de combatirlo.

(2) Bourdieu emplea el término sustancialismo, yo creo que en los mismos términos que se emplea reificación: “El modo de pensamiento sustancialista que es el del sentido común –y del racismo- y que conduce a tratar las actividades o las preferencias propias de determinados individuos o determinados grupos de una sociedad determinado como propiedades sustanciales, inscritas de una vez y para siempre en una especie de esencia biológica o –lo que tampoco mejora- cultural, conduce a los mismos errores en la comparación ya no entre sociedades diferentes, sino entre periodos sucesivos de la misma sociedad.” Él propone una comprensión de las cosas desde un prisma relacional, en el fondo Bourdieu era un marxiano contemporáneo.

(3) Como señala Marx: “El capital no es una cosa. Es una relación medida por cosas.” Mediada, precisamente por el dinero, es precisamente la mediación del dinero la que posibilita la socialización de la producción, imposibilitando al mismo tiempo la socialización del producto, los medios de producción y de subsistencia a través de la cosificación de las mismas.

(4) “Puto” es una palabra que el corrector del Word no entiende, pero sorprendentemente no la sustituye por otra. La reconoce pero no la entiende, al igual que el científico al que nos referimos, porque no se ve a sí mismo como puta –palabra sí entendida por el Word-. Parece que putas son sólo las mujeres trabajadoras de sexo –la indignidad social convierte su indignidad en dignidad-, y no los putos expertos.

(5) Manual de copyleft. De libre acceso, como propugna esta filosofía, en esta web:

(6) Es una posibilidad no descartada, pero parece pertinente pensar primero para qué queremos tomar el Palacio de invierno, así como cómo queremos tomarlo. De momento, el mejor fusil parece ser el pensamiento, incluidas sus connotaciones fálicas varias.

Asier Amezaga Etxebarria

14 de junio de 2007

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Christian, 29-Junio 2007, 09:18

No me termina de quedar claro (como ya hablamos) la conclusión final, es decir, parece ser que a lo máximo que hemos llegado es a decir que algo es o no funcional. Pero no para qué, por qué o cómo. Si no damos cuenta de esto parece ser que nuestra definición se queda corta... lo que subyace a mi parecer en este asunto-tanto en este texto como en el de deshumanización- es que nos perdemos en el salto argumentativo entre el individuo y la sociedad objetivizada, es decir, que ni se puede dar una especialización que favorezca al malvado sistema ni tampoco que sea funcional para un anónimo ser... (Ojo que solo critico esta idea y no todo el texto hay cosas que están muy bien) a modo de conclusión, seguimos con el problema de la miopía, si enfocamos la atención al individuo se nos va de madre el hecho de la sociedad y viceversa, si nos fijamos en la interacción entonces se nos escapan los anteriores... hay que seguir trabajando en esto, un hilo explicativo lo podemos encontrar en la obra "la construcción social de la realidad",pero hasta lo que he leído no nos despeja la incógnita por completo.

Anónimo dijo...

Javier, 6 de julio de 2007 15:27

El tema de la función me chirría my friend. Lo de que función va necesariamente separada de intención no lo veo. Tomando una de las reglas del método sociológico de nuestro amigo Emilio Durkheim ("La función de un hecho social debe buscarse siempre en la relación que mantiene con algún fin social"), no podría pensarse que, una vez consciente de la función social que cumple, el actor elija continuar con ella de forma intencionada? Es más, reconociendo un fin social, los actores no podrían desarrollar por sí mismos consciente e intencionadamente acciones con la función de llevar llevar a cabo ese fin? Esta es la duda que a mi se me presenta.

Este texto es duro pero da para comerse el tarro un rato. El triunvirato del conocimiento (sujeto, ventana, negros) tiene miga, xd.